Esperando a las tortugas bobas
Medio Ambiente prepara un plan de vigilancia ante la previsible llegada de estos reptiles marinos a las costas de la Región de Murcia para desovar
Desde hace unas semanas, cualquier noche es buena para que una tortuga boba se acerque a la costa de la Región de Murcia para desovar: desde la playa de La Torre Derribada (San Pedro del Pinatar) a La Carolina (Águilas). Estos reptiles marinos ponen sus huevos en la arena entre junio y septiembre, y desde hace varios años frecuentan el litoral de la Comunidad Autónoma, con numerosos intentos que hasta ahora solo han fructificado en el nido que salió adelante el verano pasado en Cala Arturo (Calblanque).
Así que la Región de Murcia ya es Territorio Tortuga de pleno derecho, por lo que la Dirección General de Medio Natural ha puesto en marcha un dispositivo para facilitar este pequeño milagro de la naturaleza que comenzó a manifestarse el pasado día 10 en una playa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), donde se han localizado las primeras señales de 'Caretta caretta' de la temporada en el Mediterráneo español.
La Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente coordina un operativo que incluye a sus agentes medioambientales y el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre; todos los ayuntamientos costeros con su personal de Policía Local y Protección Civil; el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona); y un numeroso grupo de voluntarios que se turnan para recorrer las playas al amanecer en busca de marcas sobre la arena que delaten una puesta.
Esta avanzadilla forma parte de diferentes organizaciones ambientales y vecinales: Asociación de Vecinos Las Cobaticas-La Jordana, Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), Asociación Calblanque, Asociación Ambiente Europeo, Asociación Marina de Cope para el Turismo Activo y Sostenible, Asociación Procabo, Asociación Ardeida, Asociación para la Defensa del Entorno Natural de La Azohía (Adela), Naturactúa, Ecologistas en Acción, Asociación Águilas Naturalmente Activa y Pinatar Natura.
El objetivo es detectar cuanto antes los intentos de nidificación, evitar molestias a las tortugas durante el delicado trance y proteger las nidadas, que es necesario custodiar día y noche, como sucedió el año pasado en Calblanque, cuando voluntarios y agentes medioambientales vigilaron el nido de Cala Arturo durante 52 días hasta que los huevos comenzaron a eclosionar el 18 de septiembre.
No deslumbrarlas
La Comunidad Autónoma apela a la colaboración ciudadana para facilitar el anidamiento de las tortugas precisamente en la época del año en que hay más actividad en las playas y por tanto pueden sufrir más molestias. El protocolo básico consiste en mantener siempre una distancia de seguridad de al menos 20 metros, no ponernos delante de su campo de visión ni deslumbrarlas con linternas. Y avisar al 112 lo antes posible para informar de su ubicación.
Igualmente, si localizamos huellas de tortugas en la playa es importante no tocarlas y llamar al 112. Puede que bajo la arena haya huevos que necesiten ser protegidos hasta su eclosión.
Las tortugas bobas no solían criar en el Mediterráneo, pero el calentamiento de las aguas por el cambio climático ha provocado que amplíen el ámbito geográfico de su zona de puestas para garantizar el nacimiento de machos y hembras y, por tanto, la supervivencia de la especie. Está demostrado científicamente que si la arena está por encima de 32ºC nacen solo hembras y si está por debajo de 27ºC, solo machos. El instinto de estas grandes migradoras las empuja así en busca de nuevos territorios.
Liberación en Calblanque en septiembre
Las 21 tortugas bobas nacidas de los 69 huevos del nido de Cala Arturo serán liberadas en septiembre, en un día por determinar, en esa misma playa del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, con la esperanza de que regresen al litoral cartagenero a desovar cuando sean adultas. Esta es una de las características de la especie: depositar sus huevos en el mismo lugar en el que nacieron. Diez de las crías se enviaron al Oceanográfico de Valencia y las once restantes al Centro de Acuicultura Marina de San Pedro del Pinatar, dependiente del Imida, tras pasar sus primeros cinco días de vida en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle (Murcia). Pesan ya entre 623 y 1.007 gramos y tienen un tamaño suficiente para ser devueltas a la naturaleza con garantías de supervivencia frente a depredadores.