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Traslado del segundo detenido por el doble crimen de Mazarrón a los juzgados de Totana. Javier Carrión / AGM

El rastro del Citroën C5 que llevó hasta los cuerpos de José Patricio y Edwin Guillermo

La venta fallida del coche de una de las víctimas destapó el doble crimen oculto en el sótano de una vivienda de Mazarrón

Sábado, 6 de diciembre 2025, 18:25

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La última vez que José Patricio y Edwin Guillermo fueron vistos con certeza fue a las siete y media de la tarde del pasado 16 de abril. Una cámara de seguridad de una gasolinera de Camposol los captó caminando juntos hacia el Citroën C5 de color gris de José Patricio. Subieron al coche y dejaron atrás la estación dos minutos después, rumbo a la rotonda de la calle Jara. Desde ese instante, sus teléfonos quedaron mudos.

Ni llamadas, ni mensajes. Apagados o fuera de cobertura. Un corte telefónico que se prolongaría durante meses. Vivían en la misma urbanización, compartían trabajo limpiando piscinas y, según relatarían luego sus allegados, atravesaban una etapa tranquila. Precisamente por eso, nadie dio la voz de alarma. Pero el desconcierto fue creciendo conforme pasaban los días hasta que las familias presentaron la denuncia de desaparición. Recorrieron Camposol, Country Club, los caminos donde se pierde la señal del móvil y las explanadas alrededor de las urbanizaciones. Incluso pidieron apoyo al consulado ecuatoriano. Pero no había rastro alguno de los dos hombres.

El 25 de abril llegó una primera pista. El Citroën había sido visto en una gasolinera de Fuente Álamo, conducido por tres personas desconocidas. Semanas más tarde apareció abandonado cerca del polígono de Cabezo Santo Cristo, ubicado entre los municipios de Murcia y Alcantarilla.

El cerco de las sospechas se estrechó alrededor de una compraventa improvisada. Varios testigos fueron identificados en los sucesivos intentos de transmisión del vehículo. Todo apuntaba hacia un mismo intermediario, Carlos A. A., apodado 'Poli', que había tratado vender el coche tan solo un día después de la desaparición.

El interesado, que casi cerró la operación, declaró que Poli acudió acompañado por otro hombre, el colombiano Bayron A. S., conocido como 'Nike' y un tercero más alto y delgado. Le enseñaron el coche, le remitieron por WhatsApp la foto del documento de identidad y le indicaron una cuenta bancaria para el pago. El comprador llegó incluso a realizar una transferencia de 750 euros, indicando en el concepto 'Compra C5 Citroën', pero apenas unos minutos después recibió la orden de anularlo y devolver el dinero por Bizum para borrar cualquier rastro documental de la operación.

La cuenta receptora pertenecía a una mujer del entorno de Nike, domiciliada en Alcantarilla, quien solía prestar su identidad bancaria porque el joven carecía de documentación regular. De ese hilo empezaron a tirar los investigadores.

Un hueso dentro de una bota

Para entonces, el nombre de Poli ya figuraba en otro procedimiento distinto. Estaba en prisión provisional desde julio por una tentativa de homicidio en el ámbito de violencia de género. A finales de agosto fue trasladado desde la cárcel por agentes de la Guardia Civil para asistir al registro de la vivienda donde había residido en Camposol, un chalé en la calle Salvias. Allí, en una habitación contigua al baño, los investigadores detectaron una baldosa mal encajada bajo la cama. La retiraron. Apareció otra. Y otra más. Ocultaba un hueco vertical que daba acceso a un sótano de grandes dimensiones.

Los bomberos aseguraron el descenso. Hallaron bridas, guantes, tijeras, un cuchillo y, finalmente, tierra removida. Una bota con un fragmento de hueso en su interior hizo que el registro se detuviera. La vivienda fue precintada y tomó el relevo un equipo especializado de la Benemérita llegado desde Madrid.

Durante días, excavaron en el interior del subsuelo hasta extraer dos cadáveres ocultos bajo una capa de hormigón, los cuerpos de José Patricio y Edwin Guillermo. Tenían 43 y 32 años, respectivamente. Habían sido descuartizados y se encontraban en un avanzado estado de descomposición.

«Bajo amenazas»

Poli fue detenido aquella misma tarde como presunto autor de dos homicidios y ocultación de cadáveres. En su primera declaración judicial admitió haber participado únicamente en el enterramiento. Pero dijo haberlo hecho bajo amenazas, con una pistola apoyada en la cabeza, y señaló como responsables a Nike y a un tercer hombre, «que solía dormir en la misma habitación que Bayron. Ecuatoriano, de tez blanca y complexión fuerte». Según su declaración, Nike tenían un negocio de cocaína y llevó a casa de Poli a José Patricio y a Edwin Guillermo y se los presentó, ya que eran sus amigos y trabajaban juntos. Él tenía ese escondite en su casa e iban a ocultar la droga que iba a venir en un barco. Por este trabajo le iban a dar 3.000 euros.

El día 17 de abril, por la tarde, sobre las 17.00 horas, cuando llegó de trabajar, Nike estaba en su casa y ya había matado con un machete a los dos ecuatorianos. Según su versión, Nike le amenazó con una pistola en la cabeza para que bajara al sótano y que tirara los cuerpos en el agujero y les echara el hormigón. Abajo también estaba otro ecuatoriano y un tercer individuo al que no conocía.

«Háblale al hombre, manito»

El foco de la investigación se trasladó a Alcantarilla. Durante semanas, agentes realizaron vigilancias sobre el piso donde vivía Nike. El 5 de noviembre, a primera hora de la mañana, se produjo su detención en ese mismo domicilio, acusado de dos homicidios dolosos y ocultación de cadáveres.

Las comunicaciones telefónicas cerraron el cerco. En el móvil intervenido a Poli aparecían registrados hasta cuatro números asociados al alias 'Pen Pen', sobrenombre utilizado por Nike. Entre ambos constan 152 comunicaciones, acompañadas de mensajes cifrados que hablan de un posible negocio de droga.

-«Bro, deberías de hablarle al chamaco que te haga esa vaina a 18, oíste. Sí, brother, entonces nos ganamos 300, cada uno sale de allí a 150, mano. Háblale al hombre, manito, háblale al hombre y para hacerla real de una vez, hermano, 50 antes para acá. Arranque antes porque no estamos ahí seguro. Hágale, pues 'brothersito', estoy acá. Lo espero, mi hermano».

Esta es la transcripción de una conversación de audio del teléfono de Poli enviado supuestamente a Nike y para la Guardia Civil es uno de los indicios que revelan que detrás de los homicidios había un supuesto asunto de drogas. En el mismo dispositivo se localizaron fotografías tomadas en el sótano, donde aparece un cuerpo y al menos dos personas presentes en la escena.

Un tercer implicado

La instrucción señala a Poli y Nike, y al menos un tercer implicado aún no localizado, como los autores del ataque a José Patricio y Edwin Guillermo con un arma blanca hasta acabar con sus vidas, ocultando después los cadáveres bajo hormigón en el sótano de la casa. Así lo recoge el último auto judicial, que mantiene en prisión provisional a ambos sospechosos mientras continúa la búsqueda de ese tercer participante descrito por quienes fueron testigos de la fallida venta del coche.

El abogado Eduardo Romera, que asumió la defensa de Bayron A. S. (Nike), una vez que ingresó en prisión, sostiene que se encuentra a la espera de que se vayan practicando más diligencias de investigación, «que consideramos que son necesarias con anterioridad a que nuestro cliente declare». Según las pesquisas, el motivo que se maneja es un ajuste de cuentas vinculado a una deuda relacionada con un negocio de droga, concretamente con cocaína.

Los investigadores consideran que José Patricio y Edwin Guillermo fueron conducidos a la vivienda de Camposol por Nike para una operación de tráfico de sustancias, aprovechando que Poli contaba con un sótano oculto donde supuestamente iban a esconder un alijo que vendría en barco. De acuerdo con la declaración judicial de este último, el acuerdo incluía el pago de unos 3.000 euros por permitir el uso del inmueble como escondite.

En ese contexto se habría producido una discusión, que terminó con ambos ecuatorianos apuñalados con un machete hasta causarles la muerte. Tras el doble homicidio, los implicados habrían intentado saldar o compensar la deuda vendiendo el coche de una de las víctimas y ocultaron los cuerpos bajo una capa de hormigón en el sótano de la vivienda de Camposol.

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