Más vandalismo en Cabo Cope-Calnegre
Cortan varios bolardos de madera que impedían el acceso de vehículos a dos calas del parque regional
Sigue la 'kale borroka' contra el Parque Regional Cabo Cope-Calnegre, en el hermoso y deshabitado litoral de Águilas y Lorca. El último episodio de vandalismo contra el patrimonio de todos en el espacio protegido ha sido el corte (con sierra) de varios bolardos de madera que impedían el acceso de los vehículos a dos pequeñas explanadas que sirven de aparcamiento junto a las calas de la Junquera y del Cuartel, en el camino del Ciscar (o Siscal), que conduce hasta el cuartel abandonado de la Guardia Civil. Uno de los paseos más bonitos y tranquilos en esta costa salvaje cuya protección algunos se empeñan en sabotear.
Lo comprobé yo mismo este fin de semana. Primero me alegró ver los postes de madera, colocados muy recientemente, que delimitan varias zonas junto a la pista donde la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente está realizando una regeneración ambiental con vegetación autóctona. Pero enseguida descubrí que habían cortado varios de los palos en los accesos a las calas de la Junquera y del Cuartel. Imagino que para marcar el territorio. 'Ojo, estas son nuestras playas y nadie nos va a impedir aparcar el coche donde queramos', debe de ser el mensaje.
No muy lejos de allí, en Cala Blanca, ya no quedan en el suelo ni los soportes de los tres postes que cerraban el camino a los coches. En la Consejería me dijeron en su día que iban a instalar un sistema más seguro y difícil de romper, pero nunca más se supo y todo tipo de vehículos ocupan la arena habitualmente en una de las playas más bonitas y singulares del parque.
No es la primera vez que sucede. En julio de 2018 ya sacaron un tractor, con nocturnidad y alevosía, para destrozar toda una línea de bolardos que protegían el arenal de la playa del Rafal. Ese mismo verano, el Gobierno regional tuvo que renunciar al autobús público que se puso en marcha para evitar la masificación de vehículos particulares en las playas de Calnegre después de varias protestas vecinales que acabaron con la garita de venta de billetes y un sombraje destrozados, con un grupo de personas impidiendo la salida del bus público.
Después, en marzo de 2019, alguien arrasó a conciencia la vegetación protegida en las playas de Calnegre, Baño de las Mujeres y Siscal. Una minuciosa roturación con tractor, herramienta de trabajo que se repite como 'arma del crimen' en varios de los atentados contra el mobiliario público y el medio ambiente en el parque. Las huellas son inconfundibles, y supongo que se puede considerar una pista...
Un caso, por cierto, que sigue impune: el juzgado de Lorca que tramita la investigación para identificar a los culpables tuvo el caso parado un año, hasta que lo reactivó en mayo pasado cuando pregunté por el asunto. En Ramonete y Puntas de Calnegre todo el mundo tiene claro quiénes fueron y por qué, basta con darse una vuelta por allí y entrar en un bar, pero parece que nadie tiene demasiado interés en molestar a quienes destruyen los valores naturales que nos pertenecen a todos. Sólo el fiscal de Medio Ambiente se ha interesado. Lo dicho, dos años después del 'floricidio' aún no hay acusados.
Cuando se cumplen casi tres décadas de abandono institucional en el espacio protegido, ante cada tímido intento de regulación por parte del Gobierno regional se ha producido una respuesta violenta y desafiante. Ahora que la Comunidad Autónoma ha puesto en marcha (de nuevo, a ver si es la definitiva) la tramitación del Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN), se supone que estos ataques irán a más. Sería decepcionante que la Administración no actuase con contundencia.
Por desgracia, todo está por hacer todavía en Cabo Cope y Calnegre.