Noelia Ibáñez Pérez: «El punto más mágico del Prado es mirar 'Las meninas' de Velázquez con Carlos V de Tiziano a tus espaldas»
Estío a la murciana ·
La historiadora del arte y jefa del Área de Atención al Visitante del Museo Nacional del Prado confiesa que «me siento superquerida por la gente de la Región de Murcia. Me gusta ayudar, y, si puedo, lo voy a seguir haciendo»Viene con un libro en la mano. 'El nivel de aire', de Chloe Aridjis, resultado de la estancia de la prestigiosa autora mexicana en Madrid ... dentro de la iniciativa 'Escribir el Prado', un programa de residencias para escritores organizado por el Museo Nacional del Prado con el patrocinio de la Fundación Loewe y en colaboración con 'Granta en español'. «Es que el Prado -está convencida Noelia Ibáñez Pérez (Beniel, 1975)- es un sitio de inspiración para el trabajo y para la vida, como nos descubrió Ramón Gaya, al que el Prado ha reconocido colocando una obra suya en la sala 101 de historia del museo. Todas las disciplinas artísticas pueden beber unas de otras, y este programa del Prado con escritores de primer nivel [hasta ahora han disfrutado de la experiencia el Premio Nobel de Literatura 2003, John Maxwell Coetzee; la escritora mexicana Chloe Aridjis, premio PEN/Faulkner de Narrativa 2020; la Premio Nobel de Literatura 2018, Olga Tokarczuk; y el premio Princesa de Asturias de las Letras 2014, John Banville] busca potenciar precisamente esto. Todos ellos beben de las colecciones y del equipo del Prado, porque nos conocen y hablan con nosotros».
Todo lo que cuenta Noelia Ibáñez, y cómo lo cuenta, produce curiosidad ajena. Su entusiasmo está fuera de lo común. También su modestia. Este verano ha sido la pregonera de las fiestas patronales en honor a San Bartolomé de Beniel, su pueblo natal. «Me lo propuso la alcaldesa, Mari Carmen Morales, el día que vine al Museo Ramón Gaya con Alejandro Vergara [especialista en Rubens y jefe del Área de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte en el Museo del Prado] para hablar sobre la calidad del arte invitados por el Museo y la Fundación Legado Humano. Y acepté y me puse muy contenta, sobre todo, y pensé en hacer un homenaje a mi familia».
«Me encanta ser de Beniel, de mi pueblo, porque es mi infancia, mi adolescencia, muchos años de intensidad. A veces le pregunto a mi madre por quién se ha muerto en el pueblo»
El tatarabuelo de Noelia Ibáñez fue el jardinero de los marqueses de Beniel, «por eso a mi familia le llaman, como apodo, 'Los Jardineros'». Su bisabuelo fue alcalde de Beniel, y su abuelo y su padre fueron jueces de paz del pueblo. «Yo también fui, de hecho. Esto es un poco herencia Ibáñez, porque también lo ha sido, además de mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre, mis primos, mi prima y yo». Esta figura del juez de paz, explica la propia Noelia mientras se hidrata con agua con gas en el Kiosco Bitákora, en Lo Pagán (San Pedro del Pinatar), funciona en lugares donde no hay un juzgado de primera instancia, y son servidos por jueces legos (no letrados) e intervienen, sobre todo, en actos de conciliación y mediación.
-Eso de jueza de paz debió ser mucho antes de irse a Madrid...
-Sí, era yo muy jovencita, antes de irme a Madrid, sí, pero ya tenía yo entonces muy claras las cosas. Ya había acabado la carrera [estudió Historia del Arte en la Universidad de Murcia], y solo necesitaba tener un certificado de antecedentes penales y una trayectoria familiar. Firmas muchas defunciones, nacimientos, bodas... Son los encargados del Registro Civil. Y muchas medias entre vecinos y juicios de faltas.
-Ya llegó a Madrid con la lección aprendida de la mediación.
-Aprendí mucho de aquello que siempre hay que escuchar las dos versiones de las cosas. No puedes emitir un veredicto sin conocer las dos partes, nada es blanco o negro. Hay cosas que pueden parecer banales y que para la gente son muy importantes. El juez de paz hace que mejore la convivencia ciudadana en los pueblos con su posición neutral.
«Yo soy hija de la prisa»
-Parece una persona pacífica.
-Me superan un poco las injusticias. A veces soy muy vehemente cuando creo en algo, pero prefiero el 'quórum', la 'entente cordiale'. Al final, de todo y de todos podemos aprender. La gente no es mala todo el rato, siempre podemos sacar cosa buenas. Aquello fue una lección de vida total.
-¿Qué tiene claro?
-De dónde soy. Me encanta ser de Beniel, de mi pueblo, porque es mi infancia, mi adolescencia, muchos años de intensidad. A veces le pregunto a mi madre por quién se ha muerto en el pueblo, porque aunque estoy despegada físicamente de este entorno, me gusta saber qué sucede por allí. Yo soy hija de la prisa en Madrid, donde llevo ya muchísimos años.
En tragos cortos
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Un sitio para tapear La Barrica de la Huerta, en Beniel.
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Dos libros para el verano 'Audición', de Katie M. Kitamura, publicado por Editorial Sexto Piso. Y estoy leyendo un libro que me recomendó David Martínez, concejal de Cultura de San Javier, 'Vivir con nuestros muertos', de Delphine Horvilleur, rabina francesa del movimiento judío liberal de Francia.
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Un cuadro 'Mercurio y Argos' (1659), de Velázquez, en el Museo del Prado. Es el momento en que Mercurio, sigiloso, se dispone a dar muerte a un gigante humanizado.
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Una exposición que recomienda El Museo Nacional del Prado y la Fundación AXA presentan hasta mediados de septiembre la primera gran exposición monográfica dedicada en España a Paolo Veronese, uno de los maestros más brillantes y admirados del Renacimiento veneciano. El comisario es Miguel Falomir, también director del museo, que ha hecho algo extraordinario.
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¿Con quién iría de viaje? Con mi director, Miguel Falomir, a Italia. Aunque me habría gustado ir con Ramón Gaya a Venecia.
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¿Qué plato se le da bien cocinar? Garbanzos con calamares. Pero cuando viene gente a mi casa siempre hago un tomate 'partío', zarangollo... de hecho, Chloe Aridjis ha probado en mi casa ambas cosas.
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A qué cantante recomienda St. Vincent, vino al Prado con Radio 3, ojalá la traigan a La Mar de Músicas de Cartagena alguna vez.
-¿Ha sido planificadora?
-En mi caso, no. Mi vida no ha sido un mapa trazado de antemano. Nunca pensé que viviría en Madrid, o que trabajaría en el Prado. Las decisiones han ido llegando. Sí que tenía inquietudes y quería aprender y saber, experimentar... Pero no he tenido frustraciones porque no he tomado decisiones. He seguido estudiando y viendo, y la vida me ha ido colocando. Aunque creo que he trabajado y me he esforzado en lograrlo.
-Sus padres cumplieron hace unos días 70 años, y usted les organizó una fiesta sorpresa.
-Sí, aquí en Lo Pagán. Convoqué a muchos amigos suyos, entre ellos unos amigos de Beniel que viven cerca de Marsella. Le pregunté a mi padre si este año venía su amigo Paquito de Francia, y él me dijo, sabiendo yo que venían a la fiesta, que no podían este año... Fue verdaderamente emotivo cuando se encontraron. Hablamos de eso, del esfuerzo que cuesta muchas veces salir de tu entorno de confort. Siempre creo que también te tiene que acompañar la suerte. Pero con un poco de esfuerzo, constancia y sacrificio creo que todo se puede lograr.
«Aquel día que vino Julissa Reynoso a la Región de Murcia fue increíble. Me sentía como en una película. De repente me dijo que iba a Murcia, y nos vinimos ella y yo, con todo su equipo de seguridad, y yo le organicé una agenda paralela»
-Cuando sus padres la dejaron en Madrid no imaginaba estar hoy donde está, en el Prado.
-Me dejaron en aquel piso de psicópatas en Alonso Martínez del que tuve que salir corriendo meses después. Y yo iba con una beca de 700 euros del Ministerio. Es verdad que Madrid es duro, pero es acogedor y yo ya la considero mi ciudad. A veces pienso que soy una murciana de Madrid o una madrileña de Murcia. Yo sigo siendo la misma persona que entonces, y me gusta ser así.
-Hoy todo el mundo le reclama desde Murcia, quieren contar con usted para mil iniciativas...
-El otro día fui a ver 'Memorias de Adriano' en el Festival Internacional de Teatro de San Javier, y el director del festival, David Martínez, subió a Instagram un post donde me llamaba «persona ilustre». Me hizo mucha gracia. ¿Qué ha pasado en este rato que yo me he perdido? Lo cierto es que yo me sigo viendo la misma de siempre, y siempre he estado ahí. Me siento superquerida por la gente de la Región de Murcia, es verdad [es miembro del Consejo del Patronato del Museo Ramón Gaya de Murcia y miembro del Comité Asesor del 1.200 Aniversario de la Ciudad de Murcia, entre otros]. Murcia me tira porque es una tierra muy buena y con muy buena gente, como insistí en el foro de 'Región de Talentos' organizado por LA VERDAD en el Teatro Real de Madrid. Me gusta ayudar, y si puedo ayudar lo voy a hacer siempre.
-¿En qué nos puede mejorar la experiencia de visitar un museo?
-En un museo puedes encontrar la historia de la humanidad. A mí me emociona que haya obras de arte que tantos años después de haber sido creadas nos sigan contando cosas. Mi sitio favorito en el Prado está en la galería central, en el epicentro del Edificio Villanueva. Ese punto es mágico. Es mágico darte la vuelta, ponerte de espaldas a 'Carlos V a caballo en Mühlberg' de Tiziano, y mirar a 'Las meninas', y empezar a entrar desde ahí en la sala XII. Con la museografía juegas al final con muchas cosas; Velázquez mira a su maestro, que es Tiziano, y ves cómo Tiziano, a través de su Carlos V, está mirando a Velázquez. Hay una energía ahí, cuando han pasado tantos años, sigue estando ahí, y en eso la humanidad es potente. Es bonito.
-Acompañó a Murcia a una de sus mejores amigas, la abogada y diplomática dominicana-estadounidense Julissa Reynoso Pantaleón [fue embajadora de Estados Unidos en España, Andorra y Uruguay, jefa de Gabinete de la primera dama de los Estados Unidos con Biden y Copresidenta del Consejo de Política de Género de la Casa Blanca con el Partido Demócrata].
-Vino a la Región de Murcia en mayo de 2024, entonces de España había estado en todas las regiones menos Murcia y La Rioja. Aquel día que vino aquí fue increíble. Me sentía como en una película. De repente me dijo que iba a Murcia, y nos vinimos ella y yo, con todo su equipo de seguridad, y yo le organicé una agenda paralela. Visitó el Teatro Romano de Cartagena con Elena Ruiz Valderas, fue a una misa en la Catedral con mi primo José, canónigo en la Catedral... Es una mujer extraordinaria. Ha vuelto a su bufete de la firma de abogacía Winston & Strawn LLP, en la oficina de Nueva York. Julissa tiene una extensa trayectoria como diplomática, política y abogada, hace dos semanas estuve con ella en Madrid. Ciertamente una tipa genial.
«De repente, un día en el Prado puedes respirar el mismo aire que Jeremy Irons. Vino a Madrid a grabar una película sobre El Bosco, y me lo encontré en las salas de Goya. Es un tipo altamente simpático, aparte de escandalosamente guapo»
-¿Qué le gusta compartir?
-Aquello que creo que es bien, que hace bien, como el libro 'Audición', de Katie Kitamura, que describe tan bien la complejidad de las relaciones humanas y cómo cambiamos cuando crecemos. Lo recomendé el pasado domingo en la columna que tengo en LA VERDAD, y sé que Kitamura la ha leído porque la subió a Instagram. El actor Ginés García Millán, buen amigo mío, ya lo tiene también. Me gusta mucho, además, conectar personas. Me resultaba extraño que Maru Quiñonero, estupenda artista murciana, que había llevado sus obras a Nueva York, a Londres, a Madrid o a París, no hubiera expuesto aún en su Murcia natal, y por fin conseguimos que lo hiciera en el Palacio Almudí.
-Un verano especial.
-Los veranos en el Mar Menor. Hasta los 12 años yo veraneé en Torrevieja, donde mis abuelos tenían una casa. Yo nací en mayo y en junio mis abuelos me montaron en un Cuatro Caballos y me llevaron a la playa. Luego compraron una casa en Lo Pagán, y aquí hemos estado, en estos baños terapéuticos del Mar Menor, todos metidos en el agua. Recuerdo mis veranos de jovencita en La Curva de Lo Pagán. Los veranos de la carrera iba a los pueblos de mis compañeras; una era de Cieza, otra de Caravaca, otra de Santomera... íbamos pululando por los pueblos de la Región de Murcia. Y ellas venían a Beniel y también a Lo Pagán. En Madrid vivía con tres flacas de la talla 34, y muchos veranos bailamos en La Curva. Incluso llegamos a meternos en una boda en el Venezuela y bailamos con el novio y todo. Otros tiempos.
«Siempre estoy deseando volver a casa para reírme con mi marido y mi hija»
Trabajar entre la belleza
-¿Qué es una suerte?
-Trabajar en el Museo del Prado. Es una suerte de vida, sí. Un lujo. Porque ya no solo tienes una colección, que es lo más importante, sino la posibilidad de transitar por la belleza. De repente, tienes un día no demasiado bueno, y en dos minutos mejora mi vida. Bajo por el ascensor, me planto en el Edificio Villanueva, y eso es magia, una pasada. Pasear y transitar el Prado es bello. Esa gran suerte de trabajar en el Prado se acrecienta por la posibilidad de conocer a muchas personas. Esa es otra suerte.
-En quién está pensando...
-De repente, un día puedes respirar el mismo aire que Jeremy Irons [ganador del Óscar a Mejor Actor en 1990 por 'Reversal of Fortune', protagonista de 'La Misión' de Roland Joffé, y Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián]. Vino a Madrid a grabar una película sobre El Bosco, y me lo encontré en las salas de Goya. Es un tipo altamente simpático, aparte de escandalosamente guapo. Si alguna vez tengo nietos les podré hablar de eso.
-También ha respirado el mismo aire que Ancelotti...
-Sí, también, ¡y de Butragueño! Porque el Prado te acerca a muchas personas. De todos sitios. Pero, volviendo a Jeremy, qué alto y qué esbelto es, ¡qué guapo!... lo imaginaba con el atuendo de fraile en 'La Misión'... Es una oportunidad muy chula conocer gente así.
Fascinación por Paolo Veronese
-La exposición dedicada a Paolo Veronese (1528-1588) puede visitarse hasta el 21 de septiembre. Una gran oportunidad.
-Sí, porque cierra como un círculo dedicado a los pintores italianos. Yo creo que la pintura moderna aparece con los pintores venecianos, el Prado ya hizo una exposición a Tintorretto, a Tiziano, a Lotto y, ahora, a Veronese [comisariada por Miguel Falomir, director del Museo del Prado]. De 'El Veronés' a mí me ha fascinado el color, era el más joven de todos, y para mí el más diferente, incluso en esas construcciones a lo Palladio, hay una obra que ha venido del Louvre y llegamos a contar más de 40 personas dentro del mismo cuadro.
-¿Lo más importante que tiene?
-A Blas [Galera, artista VFX criado en Aljucer, miembro del equipo de El Ranchito ganador de un Emmy por 'Juego de Tronos', «mago en el arte y oficio de los efectos visuales» como lo describió Gema Escobar], mi marido, y a Olivia, mi hija de 11 años, ellos son todo. Estoy deseando volver a casa siempre para reírme con ellos.
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