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Un agente de Criminalística de la Guardia Civil accede a la casa del matrimonio, ayer. CARRIÓN / AGM G.

«Antonio dijo que cuando murieran sus padres iba a meterle fuego a la casa»

La Guardia Civil realiza el tercer registro de la vivienda de los dos ancianos hallados muertos el domingo en Sangonera la Seca

Jueves, 17 de octubre 2019, 02:45

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Por tercer día consecutivo, agentes del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil inspeccionaron la casa, en la calle Escultor González Moreno de Sangonera la Seca, donde el pasado domingo fueron hallados los cuerpos de Pedro y Trini, un matrimonio de ancianos, de 84 y 82 años de edad, asesinados a cuchilladas. En la inspección ocular intervienen expertos de la Benemérita que se han desplazado desde Madrid a la pedanía murciana. Los investigadores y técnicos no quieren dejar cabos sueltos y, por ese motivo, están recogiendo y analizando de forma minuciosa todos los vestigios y pruebas para esclarecer lo que les ocurrió a los ancianos.

Por el momento, buena parte de las gestiones de los investigadores se orientan en intentar dar con el paradero del hijo menor de la pareja, Antonio, del que nadie parece haber tenido noticias desde el domingo, cuando fueron hallados los cuerpos de sus padres. Ni siquiera habría retornado a prisión, lo que en su caso es obligatorio aunque disfruta de un tercer grado que le permite no estar en la cárcel salvo para dormir.

Aunque ningún dato ha trascendido hasta el momento que apunte a una posible implicación de esta persona, los policías judiciales que llevan las pesquisas pretenden localizarle, en primer lugar, para informarle del fallecimiento de sus progenitores, ya que ayer ni siquiera acudió a su entierro, pero también para averiguar si puede tener algún conocimiento o sospecha sobre lo que ocurrió en la vivienda. No en vano, tanto fuentes no oficiales de la Guardia Civil como los vecinos de la zona recuerdan que tiene un historial conflictivo. «Un día dijo que cuando se murieran sus padres iba a quemar la casa», recordaba ayer un residente de la zona donde vivían los fallecidos.

Los agentes también se están centrando en tratar de identificar el vehículo y al conductor que, según el relato de otro testigo, a las siete de la mañana del domingo se encontraba estacionado frente a la casa del matrimonio, con el motor en marcha. El vehículo arrancó segundos después de escucharse una deflagración, supuestamente provocada por una bombona de butano a la que le habían cortado el tubo que la conecta con la cocina. No descartan que ahí pueda encontrarse una de las claves del doble homicidio.

Por lo que respecta al carácter conflictivo de Antonio, de 34 años de edad, los vecinos recuerdan que fue detenido hace unos seis años, junto a su compañero sentimental, por arrojar piedras desde un puente a los coches de la carretera MU-30. También por protagonizar actos vandálicos, como quemar contenedores de basura y palés en la vía pública.

«Estaban en la casa de sus padres y dos agentes llamaron a la puerta. Les ordenaron que abrieran su coche, pero ellos respondieron que no tenían. Los guardias civiles sabían que el turismo que estaba aparcado en la puerta de la vivienda era suyo y, cuando abrieron el maletero y vieron que tenían productos para hacer fuego, maderos y piedras, los arrestaron», recuerda Francisco, un amigo de la familia.

Ese fue uno de los episodios más comprometidos del hijo menor de la familia. Pero no fue el único. Los esfuerzos de sus padres por conducirlo por el buen camino no tuvieron demasiado éxito, en apariencia. «Pedro, su padre, abrió un bar en uno de sus bajos, cerca de la calle Salzillo, para que su hijo lo regentara, pero al poco lo cerraron», afirma otro vecino.

Despedida multitudinaria

El entierro del matrimonio se ofició ayer por la tarde en el cementerio de Sangonera la Seca. Casi todo el pueblo acudió a la despedida entre muestras de dolor, ya que ambos eran muy queridos. «Pedro trabajó de chófer de autobús en Alcantarilla durante más de cuarenta años. Gracias a eso tenía algunas tierras y propiedades. Puede que guardaran algo de valor. Una vecina, que entró a la casa con los guardias civiles, dice que había una parte del techo caída, como si lo hubiesen roto para buscar algo. Puede que fuera lo que buscaba el asaltante», indica Toñi, amiga de los ancianos.

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