Carmen Robles: «Hay que ser solidario»
Estío a la murciana ·
La decana de la Facultad de Medicina de la UMU cree que «quien tiene suerte, tiene la obligación de ayudar a quienes no la tienen»Por su lugar de descanso, a orillas del Mar Menor, corretean cinco nietos, tres de ellos trillizos. Tienen dos años, los mismos que ella lleva ... al frente del decanato de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia (UMU). Es la primera mujer en ostentar este cargo en los 50 años de historia del centro: «Hemos llegado demasiado tarde», considera Carmen Robles (Murcia, 1956). Luchó de joven por emprender una carrera científica y no una profesión «más de mujeres», como entonces le decía su padre. Hoy no sabe si se jubilará «algún día», ríe. Por el momento, sigue dando clases de Anatomía: «Dentro de una sala de disección, todos somos iguales, todos», defiende.
«Mi padre me decía: '¿Pero, por qué no te haces enfermera o maestra, quees más de mujeres?'. Yo respondía que quería algo que me llenase»
–En su caso, ¿está siendo un verano tranquilo?
–Está siendo un verano raro en un año complicado, pero trato de relajarme un poco dentro de que hacerlo es difícil dada la situación que tenemos.
–¿Cómo intenta relajarse?
–Entre la playa del Carmolí, en el Mar Menor, donde tenemos una casa familiar, y aquí en Murcia, en la huerta. Aunque en la playa es difícil: estoy con mis cinco nietos, tres de ellos trillizos. A Murcia vengo una vez por semana, tengo un pequeño huerto con tomates, pimientos y berenjenas para consumo propio, y vengo a regarlos y a ver cómo va la cosecha. También leo mucho, es mi afición favorita.
–De todo lo que sucede, ¿qué le sorprende?
–De forma positiva, el modo en que la ciudadanía está tomando esta crisis tan terrible que tenemos, y cómo los españoles somos capaces de hacer memes y reírnos de nosotros mismos siendo conscientes de lo que tenemos encima. Y negativamente, cómo hay gente inconsciente que pone en peligro a los demás. Estamos en un verano tan raro que la incertidumbre en la que vivimos es una sorpresa continua.
–¿Qué actitud es mayoritaria?
–La positiva. Hemos salido de otras peores, y ahora también saldremos; seguro.
–¿Por qué estudió Medicina?
–Siempre me ha gustado curar y ayudar a los demás, y si conjugas tratar de curar enfermedades con ayudar a los demás, tienes Medicina. Ha sido una vocación.
–¿A la docencia se dedicó desde el principio?
–No, fui siete años médico de atención primaria, y estuve en varios pueblos. Me gustaba la atención pero también la investigación. Tenía curiosidad y me metí en la Universidad. Conjugué ambas tareas, pero al final pudo más la investigación y la docencia.
–¿Cómo fueron sus años de estudio?
–Era una época diferente. Entonces había muy pocas chicas en Medicina. Era un mundo de chicos, y para mí fue un poco impactante porque venía de un colegio de niñas, de las Carmelitas. Entonces también se fumaba en el aula y había una nube de humo, como si fuera una capota, en todas las clases. Yo no he fumado nunca, me costó un poco acostumbrarme, pero disfruté mucho aquella época.
–¿Qué ha sido gratificante?
–Comprobar que si luchas y persigues lo que quieres, lo consigues. En general, las mujeres lo tenemos un poco más duro porque se nos valora un poco menos, pero se logra. Se lo digo a mis hijos: si luchas, lo consigues.
–¿Cuántos hijos tiene?
–Tres. El pequeño tiene 26 años.
–¿Cómo fue compaginar trabajo y vida familiar?
–Difícil. En este sentido, si no tienes una pareja que te apoye y que esté concienciada, no tienes nada que hacer. Yo tengo la suerte de que mi marido siempre estuvo a mi lado.
–Es usted la primera decana en 50 años de historia de la Facultad de Medicina de la UMU. ¿Demasiado tarde?
–Sí, demasiado tarde, y no entiendo por qué. El problema no es a nivel de decanato, sino también a nivel de representación estudiantil: hay más chicos que chicas a pesar de que hoy, en las aulas, hay más mujeres. Creo que es porque faltan referentes. En casa, mi padre me decía: '¿Pero, por qué no te haces enfermera o maestra, que es más de mujeres?'. 'Pero, vamos a ver, ¿por qué tengo que hacer algo que sea más de mujeres? Yo quiero hacer algo que me llene, y me da igual que sea de hombres o de mujeres', respondía. Después, por casualidad o por mi empeño, he sido la primera en muchos sitios: en Alguazas fui la primera médico, y en el Comité de Seguridad y Salud de la Universidad, la primera presidenta. Hoy es paritario.
–¿Orgullosa?
–Sí, porque además lo he hecho sin darme cuenta. Yo no he ido a abrir el camino, pero si sirvo de ejemplo para las demás, maravilloso.
–¿Qué ha ido aprendiendo con los años?
–A ser conciliadora, y saber que los problemas se arreglan mejor hablando; y a que hay que ponerse en el lugar de la gente, porque no todo el mundo tiene suerte, y quien tiene suerte, tiene la obligación de ayudar a quienes no la tienen. Tenemos que ser solidarios y dejar este mundo un poco mejor de lo que nos lo hemos encontrado.
–Y en estos últimos meses, ¿qué ha aprendido?
–Nos merecíamos un baño de humildad y la pandemia y la crisis nos lo han dado. Estábamos sobrevalorando las cosas y lo básico, a veces, no lo veíamos. He aprendido que no podemos relajarnos, que tenemos que estar siempre pendientes de los demás, y también que, cuando de verdad hay un problema, la gente se une. Si somos capaces de unirnos, vamos a salir muy bien.
–¿Qué le quita el sueño?
–Los políticos no me gustan. Son quienes lo enredan todo. Nos meten ideas raras: que si izquierda, que si derecha, que si extremos o no... Que sea la clase política la que nos complique la existencia me preocupa un poco. Pero, sobre todo, cómo va a quedar el mundo después de esta crisis, y que haya quien piense que una persona, que llega a España en patera es una desalmada que quiere quitarnos lo nuestro. Siempre pregunto: '¿Tú cruzarías el océano con niños pequeños si no lo tuvieras muy mal? Si vienen es porque en su país lo tienen muy mal. Que seamos racistas en ese sentido me preocupa.
–¿Falta empatía?
–Sí. Todos somos humanos. Da igual del color que seas. Yo soy profesora de Anatomía, y en una sala de disección, todos somos iguales, todos.
–¿Por qué ha luchado?
–Por que las mujeres estén bien vistas y valoradas, por que haya justicia y por que mis hijos entiendan el mundo desde la humildad y la sencillez.
–¿Qué le dicen ellos?
–Que soy muy pesada [ríe], pero creo que eso lo dicen todos los hijos.
–¿Qué palabra le define?
–Luchadora. Me siento así en todo, incluso en mi huerto. Este año por poco se me secan los tomates, pero conseguí que no se secaran.
–¿Qué le genera paz?
–Mirar las estrellas sabiendo que mi gente está bien.
Exigente
–¿A qué momento de su pasado viajaría si pudiera?
–Quizá a mi época de juventud. En aquella etapa no hacía nada más que estudiar, quería demostrar tantas cosas a tanta gente que me obsesioné. Volvería para disfrutar un poco más de la vida.
–¿Demasiado exigente?
–En mi familia nadie había estudiado y mi padre no entendía por qué yo quería hacer una carrera. Tenía que demostrar que valía y que era una buena elección.
–¿Qué guarda de niña?
–Unos recuerdos muy bonitos de Punta Brava, donde veraneábamos. Ahora es una pena, pero antes el Mar Menor era una maravilla: había ostras y jugábamos con los caballitos de mar.
–¿Valiente?
–Los miedos siempre están ahí, no conozco a ningún valiente que no tenga miedo, pero yo tiro hacia delante.
–¿Cómo han sido estos dos años de decanato?
–Empezamos con mucha ilusión y ganas y se han vuelto duros. Desde marzo, llevamos una época complicada, pero tengo un equipo muy bueno.
–¿La vuelta a las aulas le inquieta?
–En junio lo dejamos todo planificado, pero aún así me inquieta. Me preocupa lo desconocido y no sabemos qué va a pasar.
–¿Por qué tienen seguidores las pseudociencias y los movimientos antivacunas?
–Hay gente a la que le gusta ir a contracorriente y también otra gente muy crédula. El otro día oí en la radio que todavía a quien está convencido de que la Tierra es plana. Hay gente para todo, el problema es que hace daño.
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