Tren para todos
Empiezan las rebajas y algunos nos tememos que serán muchas, y aquí nadie respira excepto los mismos críticos de siempre
Ha llegado un AVE a Orihuela, ya podemos ir desde Murcia a cogerlo con un tren lanzadera. Tres horas y poco tarda, poco ahorro para tanto pájaro, así que aprovechen las ofertas del inicio que luego no se volverán a repetir, pues esos 130 kilómetros que vamos a echar de más se los van a cobrar a precio de oro en próximos viajes.
A la capital del reino en tren, por Alicante, a bajarnos en Atocha, como la canción del Sabina, 'con su todo es ahora, con su nada es eterno', como lo demuestran nuestras vías por Albacete cuyo abandono pagaremos caro los murcianos. No ha sido más que despertar con el anuncio y ya nos han quitado uno de los dos Alvia que tanto nos costó conseguir, e iban a ser cuatro.
Empiezan las rebajas y algunos nos tememos que serán muchas, y aquí nadie respira excepto los mismos críticos de siempre. Ya avisaron, en este mismo periódico, del problema de las pendientes y los costes derivados de los mismos para las mercancías y añadiríamos también para los pasajeros. A pesar de las advertencias, parece que no escarmentamos y vamos camino de que nos desmochen la línea como hicieron en los setenta primero y después en los ochenta. La cosa ya sabemos cómo va, primero nos quedamos sin trenes y al final por los antiguos trazados nos crecen como setas vías verdes.
Se ha repetido muchas veces la importancia de la línea de Albacete-Cartagena, tantas que se debió de olvidar cuando se negoció el actual trazado en aquella famosa reunión por Valcárcel. Se acuerdan, aquella época de vacas gordas y ensueños majestuosos, que nos han dejado aeropuertos sin aviones, desaladoras a millones y tantos otros fracasos, que han arruinado la Región y que pueden acabar con nuestro futuro si el murciano medio no despierta y empieza a pensar más en el Paseo de Alfonso XIII en Cartagena que en la carrera de San Jerónimo en Madrid.
La Región es algo más que Murcia, es Cartagena y su puerto, que necesita de una conexión directa para sus mercancías con la menor pendiente y con las mejores conexiones; es el turismo al que le hacen falta unas vías capaces de traer pasajeros desde Madrid a la costa y no a la capital a velocidad alta; es el noroeste con Calasparra a la cabeza, al que le hace falta una conexión con Murcia; es el Valle de Ricote; es Cieza y, si me apuran por región económica, es Hellín, es Tobarra y también Albacete, cuyos estudiantes antes venían a nuestras universidades y ahora ya no llegan como antes, pues ¿qué trenes nos unen con Albacete? ¿Qué medias distancias tenemos?, ¿qué cercanías se articulan entre Murcia y Cartagena que se complementen con los de Alicante?, ¿qué medidas se han tomado para articular el transporte público? Ya se lo digo yo, ninguna.
Pensar en el futuro implica planificar. Tenemos una oportunidad si vamos todos a una y esto implica ir, como diría el filósofo, ¡a las cosas! y no a los ensueños de construir macropuertos sin haber diseñado sus infraestructuras primarias, de hablar de nuevas conexiones o nuevos ramales, sin haber conseguido electrificar Camarillas y Calasparra y haber desdoblado las líneas. Aquí deberían estar todos juntos, Gobierno, empresarios y oposición, pero parece que los primeros siguen en los ensueños y los murcianos votando por lo que pasa en la Carrera de San Jerónimo y, mientras tanto, perdemos conexiones y, lo que es peor, lo que conseguimos en el XIX. Va siendo hora de despertar, antes de que sea tarde.