'De Senectute'
NADA ES LO QUE PARECE ·
Bergman aseguraba que «envejecer es como escalar una montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena»Los ancianos, esa gente de una cierta edad que cada día abunda más en un mundo en el que escasea la natalidad y aumenta la esperanza de vida, han sido las grandes víctimas de la pandemia. Los más olvidados. Los conejillos de indias sobre los que se ha cebado el virus. La vejez, pese a los adelantos y comodidades de ahora, nunca ha sido un plato que apetezca a nadie. Te miras al espejo y, en ocasiones, cuesta reconocerse. Y recurrimos a los recuerdos como el mejor de los medicamentos, como único lenitivo. Decía cierto escritor aragonés que a partir de los cuarenta uno siente nostalgia hasta de lo malo.
En el mundo del cine la vejez es todo un drama. Hasta hace bien poco, los que iban cumpliendo años y no podían ocultar el paso del tiempo en sus rostros, sólo les quedaban dos posibilidades: retirarse definitivamente a sus cuarteles de invierno o aceptar papeles insignificantes en una película de gente joven y activa en la que tenían que hacer de abuelito gruñón en zapatillas y bata de casa. Sólo así se explica que muchos de estos artistas se estiren la piel hasta convertirse en verdaderos monstruos de caras deformes que nada tienen que ver con su imagen de antaño. Llegar a viejo es el mayor drama para un actor. De ahí que gente como Robert de Niro se esté reinventando a sí mismo en cada película, eludiendo de este modo un destino aciago. Pero como Robert de Niro hay muy pocos, con esa capacidad camaleónica y esa inteligencia natural para meterse en la piel de quien representa.
En un sola semana he podido ver tres películas en las que los protagonistas son ancianos: 'Una historia verdadera' (1999), 'Nebraska' (2013) y 'Lucky' (2017). Tres actores mayores haciendo virguerías frente a una cámara que suspira por ellos: Richard Farnsworth, Bruce Dern y Harry Dean Stanton, respectivamente. En las tres cintas el lazo de unión es, sin duda, el deseo de todos ellos por cumplir su sueño, así como la manera un tanto heroica de enfrentarse, como un aguerrido soldado espartano, a lo que saben que les espera, a lo que les aguarda a la vuelta de la esquina. Resulta curioso, por ejemplo, que Harry Dean Stanton aceptara el papel que le ofreció el director de la película, John C. Lynch, aun sabiendo que le quedaban unos meses de existencia. De hecho, ni siquiera pudo asistir al estreno por su fallecimiento. Y, sin embargo, su papel resulta un verdadero canto a la vida. En el cartel de esta cinta, Dean Stanton aparece en calzoncillos y camiseta interior, con unas piernas que parecen doblarse como un junco al viento, intentando regar un cactus con una manguera. Todo un símbolo de la resistencia. Su sonrisa, aseguraba cierto crítico, merecería figurar como Patrimonio de la Humanidad.
Llegar a viejo es el mayor drama para un actor. De ahí que gente como De Niro se esté reinventando a sí mismo
Richard Farnsworth, el protagonista de 'Una historia verdadera', en donde se recoge un hecho real –el viaje, a bordo de una máquina cortacésped, que hizo un anciano de 73 años desde Iowa hasta Wisconsin para ver a un hermano enfermo con el que no se hablaba desde hacía décadas–, se suicidó meses después del estreno de la película, pegándose un tiro en su propio rancho.
'Nebraska' ha sido calificada de drama majestuoso. De nuevo, el viaje como metáfora de la vida. En esta ocasión, para recoger un premio inexistente que hace que un alcohólico, representado por el genial Bruce Dern, se descubra a sí mismo y se reconcilie con su propio hijo, que le acompaña.
Ninguno de los tres actores consiguió ser galardonado en los Estados Unidos, que, como se sabe, no es país para viejos. Cicerón, que fue el autor del libro titulado 'De senectute', dejó escrito que «un viejo no puede hacer lo que hace un joven; pero lo que hace es mejor». Y el ya casi olvidado director de cine Ingmar Bergman aseguraba que «envejecer es como escalar una montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena».