A Sus Majestades de Oriente
PRIMERO DE DERECHO ·
Habría que dejar un gran saco de carbón a la actual clase dirigente de nuestro paísQueridos Reyes Magos. En primer lugar, pido disculpas por llegar unos días tarde, pero estoy seguro que con vuestra magia podréis suplir el extravío. Como ... ya sabéis, 2021 ha vuelto a ser un año complicado por culpa de la pandemia. Ciertamente, la vacuna ha ayudado a que estas Navidades hayamos estado algo mejor que las anteriores y, aun con cautelas, hemos podido rebajar la distancia social para reunirnos en familia. Por eso, quería pediros que les dejarais un primer detalle a todos esos científicos que han consagrado su vida al estudio y la investigación; a los conciudadanos que responsablemente han acudido a vacunarse para protegerse a sí mismos, pero también para prevenir el contagio de otros; y, muy especialmente, a aquellos sanitarios que llevan trabajando a destajo desde el inicio de esta pandemia, en muchos casos con contratos precarios que, sin embargo, no merman su voluntariosa dedicación. Algo que se reproduce en muchos otros servidores públicos.
Pero el buen funcionamiento de nuestros servicios públicos no puede depender del empeño y del sacrificio personal, sino que habría que aspirar a una Administración pública más eficaz, reduciendo ineficiencias, y, sobre todo, espacios de corrupción. Así que a ver si nos pudierais traer algunas reformas de la función pública, entre otras, para despolitizar la alta dirección pública, y del funcionamiento de la Administración, para mejorar la gobernanza e integridad públicas.
También os escribía para que cuidéis de todas aquellas personas que están pasando dificultades. En especial, de nuestros mayores, a quienes debemos atender con mimo, y de tantos empresarios y trabajadores que están viendo afectados sus negocios y empleos. Por eso, agradezco la solidaridad que han demostrado nuestros vecinos europeos, articulada a través de la Unión, que seguramente ayudará a amortiguar los daños económicos y sociales de la crisis sanitaria. Si hace unos años, con la Gran Recesión derivada de la crisis financiera de 2008, se pusieron cicateros y hubo que enviarles carbón, la respuesta europea actual merece reconocimiento.
En todo caso, la tarea de afrontar los grandes desafíos que se ciñen sobre nuestro país es nuestra. Y vamos con retraso. Llevamos al menos una década perdida sin acometer las reformas necesarias: debemos pensar grandes infraestructuras e inversiones para vertebrar mejor España, hay que cerrar un modelo de organización territorial y su financiación, retocar cuestiones institucionales para mejorar nuestra democracia... Debemos impulsar un gran pacto educativo que aspire a formar ciudadanos virtuosos, en lugar de consumidores aptos para desempeñar trabajos mecánicos, para lo cual la formación humanística es fundamental. Hay que enfrentarse a los desafíos medioambientales y a una revolución tecnológica que no solo está cambiando el modelo económico, sino que está llamada a transformar todos los ámbitos de nuestra vida.
Es por ello que, en un momento en el que el futuro se muestra incierto, cuando no directamente amenazante, creo que es muy importante que le deis ilusión y esperanza a los más jóvenes. Como relatara Chávez Nogales de la Alemania de los años treinta del pasado siglo, vuelve a repetirse la imagen de jóvenes que han consagrado su vida a formarse y que ahora se ven sumidos en la precariedad, sin que la sociedad les haya ofrecido la ocasión de demostrar su valía. Sienten que el pacto intergeneracional se ha roto ante las dificultades para desarrollar su proyecto vital y para alcanzar un bienestar como el de sus padres.
Una realidad que erosiona el propio orden democrático. Porque la legitimación de la democracia no solo pende de su superioridad moral frente a otras formas de organización, sino también de su eficacia en la gestión para que los ciudadanos puedan satisfacer sus ideales de progreso.
De esta guisa, creo que habría que dejar un gran saco de carbón a la actual clase dirigente de nuestro país. A esa 'joven' generación política que anda enredada en problemas del pasado y en guerras culturales, en lugar de afrontar los desafíos del presente. Queridos Reyes, tengo que confesaros que me preocupa que el futuro de nuestra 'res publica' esté en manos de auténticos desechos de tienta. Políticos ayunos de las mínimas virtudes necesarias para el sostenimiento de una democracia (tolerancia, espíritu de diálogo, sentido institucional...) y a los que dudo que empresa alguna hubiera dado empleo. Por eso, para terminar, me gustaría pediros que animéis a todos aquellos que puedan aportar comprometiéndose en pro de lograr la revitalización de nuestro proyecto colectivo como país.
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