Morales al final de la escapada
Las horas que pasó borrando archivos de los ordenadores recuerdan a otros personajes siniestros de nuestra España y de nuestra localidad
Francisco Morales ha llegado al final de la escapada, pero a diferencia de la película de Godard, no había una americana guapa que lo esperase. ... Triste desenlace para la mayor aventura política de su vida. Y a la vista del resultado, diría que la última. El hasta la semana pasada vicealcalde de Lorca se atrincheró en su despacho, ya con la cabeza cortada por Diego J. Mateos, y comenzó a borrar discos duros de los ordenadores, en el momento en el que una patrulla de policías locales ascendía la escalera del Consistorio. Todo muy Nouvelle Vague, con el minutero salpicando el ambiente y la papelera cibernética devorando documentos. Él luego diría que se trataba de archivos personales. La intimidad de cuatro años dedicados a la cosa pública, imagino. En la Plaza de España lo esperaba una marea de curiosos. Espectadores que comían palomitas mientras su Consistorio explotaba.
El matrimonio que han formado el PSOE y Ciudadanos durante esta legislatura ahora niega conocerse. En España sucede. Gente que se jura amor eterno luego se pasea por las televisiones no reconociendo ni el cuerpo ni el espíritu de sus ex. Estamos hechos para lo nuevo, pero no para rememorar las batallas de amor y los campos de plumas. Diego J. Mateos dio una rueda de prensa muy sobria y contundente, tanto que parece que nunca han existido estos últimos cuatro años. Adiós a las escenas conyugales, a las cenas románticas de los presupuestos comunes, a las fiestas multitudinarias de moros y cristianos, los pregones de Semana Santa, en los que ambos mostraban de la mano su pasión plural y bicolor. El amor es eterno, mientras dura.
No sé si le quedan lágrimas a Ciudadanos, ni si conoce ya la longitud de su caída, que dura varios años y no encuentra el fondo. El cementerio del partido se ha llenado de cruces, pero antes de que comience la guerra. Su ejército, hoy en día comparsa, se vacía a fuerza de deserciones, cambios de bando y muertes súbitas por corrupción. Esta renovación tan pregonada en los últimos meses se topa con esta mancha en la camisa, una prenda tan ajada que ya no queda espacio libre para la pureza.
No sé si le quedan lágrimas a Ciudadanos, ni si conoce ya la longitud de su caída
Y mientras tanto, Pencho Gil, el líder del PP lorquino, antigua novia plantada en el altar del Teatro Guerra, el día en el que Morales decidió vivir su idilio de poder junto a Mateos, se frota las manos. Debe de estar repitiéndose estos días, con un sabor dulcísimo en la boca, que Lorca no paga a traidores, él, que tal vez se cree un Cicerón o Cincinato. Hoy acaricia su gato demoscópico, sentado en el sillón del pleno, sin ni siquiera haberse manchado las manos de sangre, porque la traición a Morales le ha venido por el lado rosa de la vida, y no por el pico de la gaviota. Desde luego, el mejor director de campaña no lo encontrará entre sus filas, sino en el binomio Morales-Mateos. A ellos agradecerá eternamente que, a tres meses de las elecciones, hayan organizado este bochorno que ha costado a los lorquinos cerca de cien mil euros.
Falta por dilucidar si Francisco Morales ha sido negligente, o también sinvergüenza. El tiempo lo dirá. Las horas que pasó borrando archivos de los ordenadores recuerdan a otros personajes siniestros de nuestra España y de nuestra localidad, tan acostumbradas ambas a políticos que, huyendo en desbandada, arrasan con su pasado dirigente como un Atila sin caballo. Y por si quedan crédulos en nuestra ciudad, les confieso que nunca he creído en esas parejas que, viviendo juntos, habiéndose declarado amor eterno bajo los focos municipales durante cuatro años, niegan conocerse tras la ruptura. La vida política no es una canción de Sabina ni una película de Godard. Morales ya llegó al final de su escapada, a costa del erario público, pero Diego J. Mateos aún pretende revalidar la alcaldía. Y no suena muy convincente jurar desconocer lo que sucedía al otro lado de la cama, a tres meses de las elecciones.
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