La casa verde del PSOE
Puño en alto y cinturón desabrochado. Y a cantar los himnos de amor junto a la Internacional
La España del puticlub ha vuelto. O nunca se fue, dirán algunos. El tremendo esfuerzo de este Gobierno por limpiar el país de corrupción ha ... encallado con la realidad, sórdida, maloliente, como una noche de farra y alegría. Ha explotado en la cara de la nación, a tres meses de las elecciones autonómicas, un escándalo de proporciones mayúsculas, solamente atenuado por la naturaleza de los malhechores. Qué duda cabe de que si hubieran pillado a un diputado popular en estos términos se hubiera paralizado el país. El estereotipo tan español que pone al fiel votante de derechas saliendo de misa un domingo cuando el sábado estuvo en un lupanar ha mutado. Ahora, el sujeto en cuestión aprueba por la mañana una moción contra la prostitución y por la noche se consuela en los templos del amor. Qué gran giro ideológico nos han deparado estos cuatro años de legislatura. Como el PSOE ya se ha convertido en una religión, solamente los sacerdotes más fieles son capaces de sostener esta pirueta moral. Y le harán creer a usted que nada de esto ha ocurrido, como en 'La casa verde', la novela de Vargas Llosa en la que la historia de Piura sucede a través de un prostíbulo.
Patxi López y Andrea Fernández apuntalan ambos extremos del escándalo, como buenos creyentes. El primero lo hace con palabras torpes. No está pagado ser Patxi López, ni «por un puñao de parné», como dice la canción. Debe de ser muy duro defender ante los españoles una ley que ha beneficiado ya a 700 violadores y a los pocos días cuestionar la pertinencia de un periodista que indaga sobre los tratos de diputados socialistas con prostitutas y cocaína. A Patxi deberían forjarle una escultura con el bronce que le sobra de su perfil y ponerlo en la puerta del Congreso, entre los leones. Es el tipo de político que llega lejos, porque no le importa habitar el barro y masticar arsénico. En el lado opuesto está Andrea Fernández, secretaria de Igualdad del PSOE. Lo suyo es un silencio conmovedor. Es mucho más joven que Patxi. Con tan solo treinta años ya se maneja en el hemiciclo con desparpajo. Afirmó hace un par de años en sus redes sociales que pagar por tener sexo se asimilaba a violar. Se prodigó mucho en los medios sobre este tema, hasta que sucedió lo inevitable y apareció 'Tito Berni' y sus cenas en el Ramsés. Hoy su activismo convive con el sonrojo, mientras el país aguarda en vilo el nombre de esta procesión de puteros. Puño en alto y cinturón desabrochado. Y a cantar los himnos de amor junto a la Internacional.
Pensará usted, querido lector de periódicos, que el Partido Socialista ha vuelto a las andadas. Es larga la lista de políticos afiliados que han pasado noches de luna llena en las casas verdes de nuestra geografía. En Lorca se fueron hasta Sevilla para probar los sabores de La Casita. En esas mismas latitudes, se montó toda una red de corrupción que tenía como desenlace el polvo blanco y el amor pagado. Ahora, el caso apunta alto. Tan alto, que un diputado en activo disfrutó de los oficios de Venus a la par que conseguía contratos millonarios para amiguitos. Lo hizo en plena pandemia, mientras su propio partido aprobaba un estado de alarma que comprometía las libertades individuales de todos los ciudadanos. En aquellas fechas, a las once había que estar en casa, como Cenicientas, y los restaurantes no permitían más de siete comensales por mesa. Hoy sabemos que 'Tito Berni' juntaba a más de quince, entre políticos, empresarios y guardias civiles. Tras el mercadeo de millones, reuniones en los despachos del Congreso y cenas de todo lujo en el Ramsés, llegaba el turno de las chicas. Veladas con perspectiva de género, ironizaría alguien si el tema no fuese tan serio.
Se sospecha que otros diputados socialistas asistían a estas fiestas lujuriosas. Las imágenes que han aparecido en prensa nos recuerdan a una España que creíamos extinta, esas bacanales de poder que se publicaban en los años noventa, con Luis Roldán a la cabeza. Lo del 'caso Mediador' parece sacado de una película de la saga 'Torrente', pero con el arcoíris de la agenda 20-30 rodeando la imagen. Pasan las décadas y el PSOE es incapaz de desprenderse del binomio putas-cocaína. El partido se empeña en emular, a pocos meses de las elecciones, esa Casa Verde en la que Vargas Llosa ficcionó la historia de todo un pueblo, un burdel al que acudían respetables señores de la gobernación. De momento, leemos los primeros capítulos de esta novela. Aunque sospecho que, por costumbre lectora, muchos ya saben cómo va a acabar la trama. Solo falta conocer el nombre de los protagonistas. Su afiliación está clara. Y no van precisamente a misa los domingos.
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