La verdad sobre el Mar Menor

–Pues, con esas urgencias, poco se puede inspeccionar.

Quizás por eso ha dicho Miras de ir a verlo. Pero enseguida de saber que quiere emprender viaje, Vélez ha replicado que lo que hace Miras es ocultar la verdad sobre el pequeño mar. Sostengo que eso es imposible. En el caso de Miras, pero también en el caso de Vélez. ¿Por qué opino así? Pues porque, a mis cortas luces, ni Miras ni Vélez tienen la verdad. Y quien no la tiene, ¿cómo va a trasmitírsela a nadie?

–Lo veo a usted muy radical.

Perdóneme el lector, pues todavía no he terminado. Lo que percibimos sobre el agonizante mar es que está agonizando. Más allá de eso (y por lo que se deduce después de tantos ríos de tinta y palabras que son aire), ¿quién posee la verdad sobre el Mar Menor? ¿Miras? No creo. ¿Vélez? Tres cuartos de lo mismo. Entonces, ¿por qué disputan a ciegas? Pues porque ambos viven de la política. Y no tienen otra que recurrir al rifirrafe para ir tirando.

–Entonces, dígame: ¿posee alguien esa verdad?

Me sospecho que no. Y que me perdonen los científicos. Es probable que cada experto tenga su propia verdad. Y se me ocurre que, entre tantas verdades diferentes, quizás haya una con marchamo de verdad verdadera. ¿Pero a cuál le otorgamos el crédito?

–¿Cómo el crédito? ¿Es que estamos hablando de los préstamos a interés bestial para comprar turrón en Navidad?

Me refiero a que quizás haya dos o tres científicos que coincidan en el diagnóstico cabal. La verdad que compartan podría ser más verdad que la defendida por uno solo. Es de cajón, ¿no?

–Entonces, ¿Miras & Vélez?

Ni puta idea.