Escritura y decisiones

Para triunfar en la literatura debes tener suerte, por supuesto. Sobre todo si no tienes muchos seguidores en redes sociales, si no hay una buena agente editorial que apueste por ti, o si no tienes talento. Sin embargo, todo será más fácil si conoces tu oficio (esto se aprende) y si tienes, como dicen los franceses, un 'je ne se quoi' (ese es el toque divino).

Pero, como casi en todas las facetas de la vida, el éxito se consigue si tomas las mejores decisiones. Un escritor vive en un constante dilema o trilema o tetralema. ¿Qué es más interesante, que mi personaje hable con el sospechoso o que pinche su teléfono? ¿Debo buscar agente editorial o representarme yo misma? ¿Es mejor elegir un pseudónimo o seguir con el nombre poco glamuroso que me asignaron al nacer? ¿Tengo que pasar horas subiendo fotos y vídeos a Instagram para conseguir más seguidores o dedicarme a escribir para mis escasos lectores? ¿Debo autopublicarme o esperar 'sine die' a que una editorial se interese por mis manuscritos?

La toma de decisiones es crucial a la hora de trazar una carrera literaria, y nadie da garantía de que una decisión sea la adecuada.

Un escritor siempre está en la cuerda floja.

Y un escritor es una persona con una creatividad desbordante. Con ideas que no paran de borbotear en su cabeza, con intereses múltiples, con curiosidad insaciable. Por eso, las decisiones más difíciles de un escritor no consisten en elegir los pasos del protagonista de la historia o si publicar con una editorial literaria u otra de corte más popular.

La decisión más difícil para un escritor siempre es la de elegir, de entre todas las historias agazapadas en su mente o apuntadas en libretas, aquella a la que va a consagrar los próximos meses o años de tu vida.