Escritores y estrellas del rock
A CARA DE LIBRO ·
Tal vez los adultos nos hayamos convertido en seres pragmáticos, sin espacio para idolatríasAcabo de leer 'Si yo me pierdo', la última novela de Víctor Amela, que trata sobre la breve estancia de Federico García Lorca en La ... Habana de 1930. A su llegada a Cuba, Lorca fue agasajado como una gran estrella, la gente llenaba el auditorio para escucharle y tuvo la oportunidad de conocer a mucha gente del mundo intelectual cubano.
En 1956, también en Cuba, Ernest Hemingway dejó la medalla del Premio Nobel como ofrenda a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de aquellas tierras, en agradecimiento al país que le inspiró la escritura de 'El viejo y el mar'. La prensa cubana acudió en masa y la gente del pueblo también.
En 1990, en España, Camilo José Cela recorrió las carreteras españolas en un Rolls Royce con una chófer para anunciar la Guía Campsa en un spot televisivo. Diez años duró la colaboración entre la empresa y la estrella literaria. No entraremos a analizar cómo Cela cambia el nombre a su chófer negra, llamándola Oteliña en referencia a la tez oscura de un famoso personaje de Shakespeare, y animándola con paternalismo a que coma más porque está muy flaca.
Al margen de racismos y machismos, la televisión española de los años 70, 80 y 90 se llenaba de escritores, con espacio en las tertulias y en programas propios. Terenci Moix, Gloria Fuertes, Francisco Umbral... Escritores seguidos por masas, agasajados como reyes, reclamados para vender productos. En definitiva, escritores que recibían el trato de grandes estrellas del rock.
Hace unos meses tuve la oportunidad de cenar con María Dueñas. Le pregunté si le molestaba que la atosigaran con autógrafos y selfis. Me contestó que la gente no la solía reconocer y que podía hacer una vida completamente normal.
Una amiga me contó que había ido a la Feria del Libro de Murcia con su hija adolescente. Un gentío rodeaba una de las casetas. Una 'youtuber' reconvertida en escritora de género juvenil firmaba libros. Compraron la novela e hicieron cola para la firma. Ya en casa, la niña se lanzó a la lectura. Al poco apareció con el libro en la mano y le dijo a su madre que no le volviera a comprar algo tan malo. Te engañan una vez, me dijo mi amiga, dos no.
Tal vez los adultos nos hayamos convertido en seres pragmáticos, sin espacio para idolatrías. O quizás la cultura se desarrolle en una esfera paralela que no se cruza con los simples mortales.
Los escritores ya no son estrellas del rock.
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