Ser culto

Nativel Preciado fue la pregonera. Contó que en sus años como periodista entrevistó a algunas personalidades que alcanzaron el éxito en su carrera, pero que lamentaban no tener una vasta cultura. Que si pudieran volver atrás, intentarían cambiarlo. Porque la cultura no es algo que se consiga en poco tiempo, aunque existen libros con títulos que prometen convertir a cualquiera en culto en diez días. Pero esto es solo un artificio del capitalismo para sisarnos quince euros. La cultura es otra cosa.

Ser culto significa ser cultivado. Por eso decía Samuel Becket que alguien es culto por los libros que ha leído, por las películas que ha visto e incluso por los viajes que ha realizado.

La cultura no es pedantería, no es saberse citas y fechas, sino disponer del saber y la experiencia necesarios para tener una concepción del mundo. Una persona culta es aquella que posee conocimientos, capacidad de reflexión y que muestra empatía hacia los demás. Ser culto es no sentirse inferior ni superior a cualquier persona con la que nos relacionemos, sea un dependiente, una premio nobel o el rey.

Para tener una amplia cultura necesitamos comenzar pronto a atesorarla. Sin embargo, en un mundo de padres sin tiempo para charlar con sus hijos, de aulas masificadas, de leyes educativas mutantes, de maestros que no siempre son vocacionales, de borrado en el currículum académico de la filosofía, de la cultura clásica, la artística y la musical (pero con la asignatura de religión imperturbable), de robadores de tiempo como las redes sociales y los videojuegos, de planes educativos empeñados en crear trabajadores y no ciudadanos, de tener que elegir a una edad temprana entre ciencias o letras, cuando ambas ramas son necesarias para la cultura..., ¿qué apoyo tienen las nuevas generaciones en su camino hacia la cultura?

Quien consigue alcanzar el estadio de persona culta es porque ha dado con maestros vocacionales, nacido en una familia que da importancia a la cultura, o por un empeño personal extraordinario.

La cultura dota al individuo de seguridad, y eso es peligroso. ¿Qué élite quiere una población con la suficiente confianza para reclamar sus derechos?

La cultura está en manos de las élites. Y no nos equivoquemos quienes ya peinamos canas, en tiempos pasados fue diferente, pero no fue mejor.