Autoficción

La autoficción es un género literario que combina la autobiografía con elementos de ficción. Mientras que la autobiografía se caracteriza por tratar de ofrecer un relato objetivo de la vida de la escritora, la autoficción se centra en experiencias concretas y en la reflexión sobre la propia identidad. La autora se convierte en narradora y personaje principal. Este término comenzó a utilizarlo el escritor, también francés, Serge Doubrovsky para referirse a sus escritos. En concreto, el término nació con su libro 'Hijos' en 1977.

Sin embargo, hay quien considera que la autoficción existe desde mucho tiempo atrás. Jean-Jacques Rousseau, otro francés, relata su vida en 'Las confesiones', publicada en 1782, donde incluye sus reflexiones y experiencias. Tal vez Defoe o Kafka también incluyeron pinceladas de autoficción en algunos de sus escritos.

La autoficción está viviendo un momento de esplendor. Varias razones lo han hecho posible, entre ellas, el escepticismo que impregna nuestra sociedad. El racionalismo de Descartes ha dado paso al escepticismo de Pirrón. Dos milenios después de la muerte del filósofo griego, sus reflexiones sobre la incapacidad de los seres humanos para alcanzar la verdad tienen más seguidores que nunca. La verdad no existe, somos presa de nuestras creencias y limitaciones, presa de nuestra subjetividad.

El feminismo también ha ayudado al desarrollo de la autoficción. La feminista radical Carol Hanisch popularizó el argumento 'lo personal es político' en un ensayo del mismo título publicado en 1970. En él se pone de manifiesto el impacto de las estructuras de poder en la vida de las personas. Las experiencias personales sirven para hablar de estructuras sociales. La parte ayuda a comprender el todo. Esta posición aporta una visión crítica, la autoficción sirve para reflexionar sobre una sociedad.

Pero el actual triunfo de la autoficción también se debe a otras razones. La influencia del individualismo y la inmersión digital han propiciado la pérdida del pudor y de la intimidad. En una sociedad que promueve la libertad personal a la vez que la uniformidad, la autoficción puede convertirse en la exaltación del yo, una vía hacia la insolidaridad, la falta de cooperación y la fragmentación social.

La autoficción vive un momento dulce. Este género ofrece la posibilidad a la autora y la lectora de posicionarse de una manera crítica frente a sus propias vidas y al sistema, o de manera complaciente y narcisista, secuaces del sistema.