¿Debió ordenar Felipe González que «volaran por los aires» a la cúpula de ETA?
El expresidente del Gobierno confiesa en un documental que «aún tiene dudas» de si hizo bien al no autorizar en 1989 que se acabara con los dirigentes de la banda reunidos en un piso en Francia
Koldo Domínguez
Jueves, 16 de octubre 2025, 17:19
Han pasado más de 30 años pero Felipe González guarda un recuerdo nítido de aquel día. Era «1989 o 1990, a comienzos de la década ... de los noventa» y acababa de ganar sus terceras elecciones generales. Como presidente del Gobierno, había logrado la integración de España en la Comunidad Económica Europea y la permanencia de España en la OTAN y había puesto en marcha una brutal reconversión industrial que derivó en una conflictividad laboral inédita en la historia reciente del país.
Pero pasado el tiempo, cuando se le cuestiona al Felipe González actual qué le viene a la memoria de aquella época se remite a una decisión que tuvo que tomar relacionada con la lucha contra ETA, que en aquellos años se encontraba en una espiral de violencia con asesinatos continuos. Su dilema fue claro: acabar en una noche con toda la dirección de la banda terrorista. Así lo reconoce en una serie documental, 'La última llamada', estrenada por Movistar y en la que entrevistan a los cuatro presidentes del Gobierno vivos –González, Aznar, Zapatero y Rajoy–.
Según narra González, recibió una llamada de teléfono en la que le informaron «muy directamente» que la cúpula de ETA estaba reunida en un piso de una localidad del sur de Francia sin identificar. «Estaban perfectamente localizados y ubicados», explica el expresidente del Gobierno. Su interlocutor, algún miembro de los servicios de inteligencia o la Guardia Civil, le asegura que los terroristas estaban «planificando atentados» y que la opción de detenerles no era posible. Descartaron la posibilidad de recurrir a las autoridades galas para solicitar su colaboración –el trabajo conjunto en la lucha antiterrorista se consolidaría años más tarde– y la única opción era «eliminarlos volándolos a todos juntos» colocando una bomba en ese inmueble.
Recriminación de compañeros
Ese es el momento en el que González tiene que adoptar una decisión que sólo él puede tomar. «Dudé de cuál era mi responsabilidad. Si daba el visto bueno a la operación quizá se podían salvar 50 o 60 vidas (en atentados posteriores). Finalmente rechacé intervenir por todas las implicaciones que podía tener un acto de ese tipo, realizado además en territorio extranjero», detalla el exlíder del PSOE, cuyo partido estaba ya bajo investigación por las actividades los años anteriores de los GAL y toda la guerra sucia contra ETA, según publica El Correo.
«Pero 33 años después vuelvo a pensarlo y vuelvo a tener dudas de si lo hice bien o mal. La gente no me perdona que lo dudara, incluso algunos compañeros», reconoce.
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