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La muralla de King Kong, en primer plano, con la densa pinada de la umbría de los Sánchez a sus pies, y Columbares y Los Mamellones, al fondo.
El desafío de las murallas de King Kong

El desafío de las murallas de King Kong

Recorran la cresta de la pared rocosa para disfrutar de una de las mejores vistas de El Valle

Pepa García

Viernes, 2 de octubre 2015, 18:46

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Vistas desde la Cresta del Gallo, las murallas de King Kong son una pared rocosa que destaca por la hendidura rectangular que se aprecia desde la lejanía, pero quien no se haya acercado hasta ella para recorrerla se pierde unas de las más increíbles vista que ofrecen las cumbres del Parque Regional de El Valle y Carrascoy, una manta verde de pinos carrascos que alfombra la umbría de esta cresta y desde la que se abre un horizonte infinito que pone a sus pies el Mediterráneo y el Mar Menor, y, por supuesto, el Paisaje Lunar, Los Mamellones, Columbares y la Cresta del Gallo.

Si son de los que en verano hacen un paréntesis en las rutinas diarias y se entregan al placer de los aperitivos, las siestas y la vida relajada, les recuerdo que el estío ya tocó oficialmente a su fin y les recomiendo volver a la actividad con esta ruta, corta (son poco más de 7 kilómetros), que les ayudará a eliminar toxinas y a darse cuenta de que deben ponerse las pilas. Si, por el contrario, su disciplina con el ejercicio es férrea, pasear por la cresta de esta pared de unos 50 metros de caída será un paseo con mucho provecho.

Para llegar al comienzo del itinerario solo tienen que iniciar la ascensión al puerto del Garruchal hasta cruzarse con la señal del Camino de Los Puros (un mosaico de azulejos), que encontrarán a su derecha. Cojan esa carretera y continúen por ella. Se acabará el asfalto y deberán continuar por una pista de tierra (la que encuentren más a la izquierda) un par de kilómetros más, hasta llegar a dos vallas verdes que impiden el paso de vehículos al parque. Allí deben dejar el coche e iniciar la marcha a pie.

Entren por la pista de la izquierda y, a apenas 20 metros, encontrarán un sendero empinado que deben continuar también a la izquierda. Discurre bajo una pinada y va ascendiendo, sin pérdida. Aprovechen para asomarse a un promontorio rocoso que encontrarán a la izquierda en una curva a la derecha. Es un mirador excepcional a Columbares y Los Mamellones y le pone a sus pies las tierras blanquecinas de los badlands del Paisaje Lunar, muchas aterrazadas y cultivadas con frutales y antiguos y pequeños huertos, y, al otro lado, la rojiza y aserrada pared de la Cresta del Gallo.

Saludos a El Relojero

A unos 400 metros, les saldrá a la derecha una pista empinada con piedra suelta y algún tronco de pino cruzado. Suban por ella e iniciarán la ascensión más dura del recorrido, que les llevará, sin dejar de subir, a coronar la cresta de la muralla.

Ya arriba y una vez hayan recuperado el aliento, la senda discurre sin pérdida por la parte alta de la muralla y se puede ver El Relojero, el pico más alto de El Valle, Carrascoy y Sierra Espuña, y si el día está despejado verán el Cabezo Gordo, el Mar Menor, el Mediterráneo y hasta la Isla Grosa. En este tramo del recorrido la sombra va y viene y las subidas y bajadas se suceden.

La erosión ha dibujado en este conglomerado calcáreo viseras y crestas, refugios que son ventanas al espectacular paisaje y desde donde no es extraño ver cómo campean la zona las rapaces que la habitan, como el ratonero común o el halcón peregrino, o escuchar el canto de las miles de aves que se refugian en el denso pinar que se extiende por la umbría y que las recientes lluvias han reverdecido lavando las copas.

Cuando, en la cresta, el camino se bifurque (lo que ocurre en varias ocasiones), escoja la senda de la derecha, que les lleva por la parte alta de la sierra, salvo la última de ellas (a algo más de 4 kilómetros del inicio del recorrido), que iniciará el descenso por la densa pinada para acercarles al PR-MU 23. Se toma justo cuando se encuentran, ya en la umbría, un cruce de caminos, cojan el de la derecha una vez más (el de la izquierda les conduce a El Relojero) y enseguida verán sobre el muro que bordea la senda, en el suelo, la confirmación de que van por buen camino.

Están recorriendo la Umbría de los Sánchez y, si miran a la derecha, podrán ver las rocas que la erosión y los cambios de temperatura han ido desprendiendo de la imponente muralla natural. Entre los pinos crece el palmito, también en la cresta, y abundan el romero, el espino negro y el lentisco. Las mariposas y los abejorros aprovechan estos días la benigna climatología y no dejan de danzar entre las flores.

Esta cómoda senda, de descenso, está ahora bastante deteriorada, fruto del paso constante de bicicletas de montaña, que han hecho surco en mitad del firme, agravado por las escorrentías de agua de las últimas lluvias.

Primero marcharán en paralelo a El Relojero, fácilmente identificable por las antenas, y luego discurrirán por el pie de la muralla alejándose de este pico para unirse a la pista forestal por la que accedieron al inicio de la ruta.

Cuando lleguen a ella, sigan hacia la derecha y en poco más de dos kilómetros llegarán al punto de inicio del recorrido, pero no dejen de dirigir su mirada hacia la muralla, para descubrir la belleza natural de un paisaje que atrajo al hombre desde tiempos remotos y que da refugio al águila perdicera y al búho real, que han hecho de estas tierras un espacio protegido e incluido en la Red Natura 2000.

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