Oportunidades de segunda mano
Dos usuarios de la entidad coinciden en señalar que «la sociedad no es consciente del bien que hacen estas ONG» Traperos de Emaús forma cada año a decenas de personas en riesgo de exclusión social para que encuentren un empleo
Entre sus vidas y las de los electrodomésticos o los muebles que recogen hay un paralelismo casi poético. Como si de una cosa vieja y usada se tratase, los usuarios que aprenden la profesión de peón de reciclaje o se forman en otras áreas gracias a Traperos de Emaús también reforman y renuevan sus vidas dentro de la ONG.
«Para mí llegar aquí fue como agarrarme a un flotador», relata Julio Tena, a quien su alcoholismo había dejado casi sin nada. «Gracias a Traperos no solo he recuperado la ilusión, sino que además he aprendido un oficio nuevo que tiene que ver con contribuir al medio ambiente. Y eso es muy bonito», reconoce. Él es una de las dieciséis personas que viven en la comunidad de Traperos de Emaús y uno de sus sesenta usuarios. Tras estar dos años en el paro y haber pasado por distintas asociaciones, Julio llegó a Traperos, donde lleva unos catorce meses participando en los distintos cursos formativos del proyecto 'Integrando' de la entidad. Gracias a eso, ha podido optar a uno de los contratos subvencionados por el Instituto Murciano de Acción Social y se encuentra, desde hace un par de meses, trabajando en la ONG, «aunque apenas gasto nada. Casi todo me lo guardo para poder volver a sacarme el carné de conducir», dice con una sonrisa.
Una bocanada de aire fresco supuso también para Mª José Martínez encontrar Traperos de Emaús. Donde se ha formado en gestión de residuos y se encuentra inmersa en dos cursos externos a la ONG, uno de auxiliar de comedor escolar y otro de educación especial, «que me estoy sacando con la ayuda de los formadores de aquí», cuenta.
La ONG dispone de un servicio de psicólogos que, además, también colaboran con otras entidades
Desde Traperos reclaman más implicación institucional para la creación de empleos
Ella trabajaba como auxiliar de geriatría en una residencia de ancianos, pero «me divorcié, se me acabó el contrato, me quedé en el paro y apenas salía de mi casa». Como a la mayoría de usuarios, que son remitidos a la ONG por los servicios sociales, fue una trabajadora social «quien me dijo que viniera. Para mí ha supuesto un mundo, no solo porque me están ayudando a formarme, sino porque venir a Traperos cada día es una motivación muy grande. Cuando tienes algo que hacer, eso te hace salir adelante», explica Mª José.
Tanto ella como Julio creen que «la sociedad no es consciente» de lo necesarias que son organizaciones como Traperos de Emaús. «Se piensan que aquí solo hay gente mala y es todo lo contrario. Yo aquí he encontrado personas maravillosas, gente buena que no hubiera conocido en otro sitio», apunta Mª José. Julio, que recorrió otras organizaciones antes de llegar a esta, asegura que, «si realmente se tuviera constancia de lo importantes que son estos sitios, serían públicos como lo son los hospitales o las cárceles. Pero no, la mayoría parten de iniciativas privadas», constata.
Una atención personalizada
'Integrando' tan solo es una parte del programa de atención integral e inserción social que desarrollan en Traperos de Emaús, destinado a ayudar a personas en riesgo de exclusión. Durante 2018, la ONG ayudó a 79 personas a renovar sus vidas. De ellas, 68 participaron en el proyecto 'Integrando'.
Además de formación laboral y acogida, la entidad también pone a disposición de sus usuarios atención psicoterapéutica, actividades de voluntariado e incluso les da oportunidades de empleo. Sin embargo, «que nos subvencionen algunos contratos está muy bien, pero echamos de menos que las instituciones se impliquen un poco más a la hora de lanzar ofertas de empleo con apoyo, porque esa es la forma de salir de la exclusión», destaca Ámbar Montesdeoca, trabajadora social de la ONG.