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Encarna Sánchez empieza el día con un vaso de agua acompañado por «una pastilla para la tiroides, media hora antes de desayunar». A sus 81 ... años, esta vecina de Cehegín toma también «dos medicamentos distintos para la diabetes, junto a un protector estomacal». Por la noche se pincha insulina. Para la hipertensión toma otra pastilla por la mañana, sin olvidar el Adiro (ácido acetilsalicílico) para la circulación y las estatinas para el colesterol. «Tampoco faltan algunos días calmantes, paracetamol y diclofenaco (Voltaren) para los dolores, como el que sufre en la rodilla porque tiene una prótesis», detalla su familia.
Como Encarna, el 47,7% de la población mayor de 74 años está polimedicada en la Región de Murcia, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad. Son pacientes que consumen al menos cinco fármacos al día para el tratamiento de enfermedades crónicas. Ninguna otra comunidad autónoma, ni provincia, presenta unas tasas tan elevadas. La media nacional se sitúa en el 29%.
Son cifras que preocupan, aunque no sorprenden a los expertos. En primer lugar, reflejan «una mayor carga de enfermedad», subraya Asensio López, ex director gerente del Servicio Murciano de Salud y actual coordinador del programa de actividades preventivas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). La Región es una de las comunidades más jóvenes de España, pero pese a ello presenta peores indicadores de salud. Y, con ello, mayor consumo de medicamentos. «En general, es algo que vemos en las comunidades con menor producto interior bruto» (es decir, en los territorios más pobres), destaca Asensio López. El propio informe del Ministerio así lo subraya: la polimedicación aumenta en la zona sur del país y se dispara entre las rentas bajas. En concreto, en los segmentos de la población con menos ingresos, las tasas triplican a las registradas entre las rentas altas. También hay un mayor consumo de medicamentos en mujeres que en hombres.
Los altos índices de obesidad, sedentarismo, diabetes o tabaquismo se traducen «en una carga negativa sobre el estado de salud» de una población que, con el paso de los años, se convierte en polimedicada.
Medicamentos crónicos más usados
Antiúlcera
péptica
Antihipertensivos
9,4%
11,4%
Vitamina D
Estatinas
6,8%
7,2%
Psicoanalépticos
Antitrombóticos
6,5%
6,7%
Antianémicos
Psicolépticos
Diuréticos
4,3%
4,5%
5,3%
Medicamentos crónicos más usados
Antiúlcera
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6,8%
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4,3%
4,5%
5,3%
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Antihipertensivos
Estatinas
5,3%
7,2%
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6,7%
Psicolépticos
4,5%
Antiúlcera
péptica
Vitamina D
Psicoanalépticos
6,8%
6,5%
Antianémicos
9,4%
4,3%
Pero el médico de familia Abel Novoa, presidente de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública (ADSP), apunta también a otro factor: «La ausencia de políticas de uso racional de medicamentos». «La polifarmacia es un grave problema de salud pública», avisa. Tomar más de cinco medicamentos al día «incrementa el riesgo de visitas a Urgencias y de mortalidad». Las elevadas tasas de la Región representan –advierte– «un problema de seguridad para el paciente».
Más del 10% de la población total de la Región está polimedicada, la mayor tasa por comunidades. Pero, además, casi un 2% de los murcianos son 'polimedicados severos'. Es decir, consumen al menos diez fármacos diarios. Manuel Martínez, un vecino de Puente Tocinos de 79 años, es uno de estos pacientes. «Tomo cinco pastillas por la mañana, con el desayuno, y otras cinco por la noche, con la cena. Y una al mediodía», relata. En su caso, a diferentes problemas crónicos se une una reciente intervención para amputarle la pierna izquierda, después de que la colocación de una prótesis de rodilla se complicase con una infección que finalmente resultó imposible controlar. La importante cantidad de fármacos que toma genera inevitablemente efectos secundarios. «Me dieron Vimpat (un anticonvulsivo) para el síndrome del miembro fantasma (los dolores que sentía en la zona amputada), pero tuve que dejarlo», explica Manuel. Le afectaba al habla, a la movilidad, le dejaba muy adormilado.
Uno de los principales riesgos en población mayor polimedicada es el de las caídas, que pueden terminar con fracturas de cadera, recuerda Abel Novoa.
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Para Asensio López, la clave está en desarrollar «intervenciones sobre los pacientes crónicos y polimedicados» para estudiar su situación. Hace una década, él mismo estuvo trabajando en esta dirección, cuando se encargaba del área de Planificación en el Servicio Murciano de Salud. Pero estas políticas «han ido decayendo», admite.
Asensio López aclara que polimedicación no es sinónimo de sobremedicación, pero explica que hay mucho margen para racionalizar el uso de fármacos. Es el caso de los protectores del estómago (los inhibidores de la bomba de protones), que «se usan muchas veces por encima de las indicaciones». Además, «con seguridad, estamos sobretratando con benzodiacepinas, creando situaciones de riesgo». La Región es una de las comunidades con más consumo de estos fármacos.
La lista continúa «con la vitamina D, que se ha puesto muy de moda y quizá se está prescribiendo a pacientes que no lo necesitan», y con las estatinas para el colesterol. «Hay estudios que indican que se está sobreutilizando en pacientes que no presentan otros factores de riesgo cardiovascular», explica. El presidente de la ADSP, Abel Novoa, coincide en esta lista de fármacos a revisar y añade los opioides, cuyo consumo es también especialmente elevado en la Región.
Para Novoa, es urgente actuar. «Que nuestra tasa de polimedicados en mayores de 74 supere en casi veinte puntos la media nacional es una barbaridad», resume.
Un estudio elaborado en 2024 por el grupo de Economía de la Salud de la UMU para el Consejo Económico y Social (CES) ya advirtió de que la «sobremedicación» es uno de los problemas de la Atención Primaria regional. Un ejemplo: el 14,8% de los mayores de 65 toman benzodiacepinas de acción prolongada, una tasa que solo superan Asturias y Andalucía. También la ADSP ha puesto el foco en este asunto en sus informes. Esta asociación habla de «ineficiencia», y de un exceso en el gasto farmacéutico de 200 millones anuales por la ausencia de políticas de uso racional del medicamento.
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