Luis Balairón: «Las noches sin dormir por el calor hacen más efecto que mil discursos científicos»
El físico considera que «hay que abordar el cambio climático como una guerra, ponerlo todo patas arriba; pero esa conciencia no está en la calle»
Cuando el problema del cambio climático empezó a tratarse en convenios internacionales, Luis Balairón (Toledo, 1953) ya estaba ahí. Físico y meteorólogo del Estado jubilado, ... Balairón ha sido uno de los asesores de referencia de los diferentes gobiernos españoles, instituciones y empresas en las últimas décadas en relación a este «problema para la humanidad», define. Con 70 años recién cumplidos y más de media vida dedicada al estudio del clima, aboga por incidir en las «oportunidades» que supone el cambio climático, promoviendo además una mayor concienciación.
-Tenemos más información que nunca, y al mismo tiempo crecen los discursos negacionistas como nunca. ¿Por qué?
-Las encuestas indican que la preocupación de los españoles por este tema es mayor que la media europea. Algo falla luego. ¿Qué ocurre entre lo que sabemos, de cualquier tema, y lo que acaba pasando en la calle? Las redes sociales se imponen sobre la posición y la información seria que se recoge en un periódico o un medio tradicional. Y estoy convencido de que la mayoría de la gente no opina eso, pero sí puede suceder en sectores determinados, como los jóvenes, o en sectores como el agrícola, que se puede ver afectado a corto plazo a nivel económico por las medidas de la Unión Europea. Y puede haber errores. Si se ataca mucho al coche de gasoil, y afecta a un sector de pymes que tiene ese coche como herramienta, y encima han comprado furgonetas diésel hace poco, y una de esas medidas contra el cambio climático le afecta económicamente... Son personas que se levantan a las seis de la mañana y no tienen mucho tiempo para esto. Pero si viene alguien a decirle que todo esto es mentira, es fácil comprar el discurso. Institucionalmente creo que se ha hecho bien. España tiene ahora una cantidad enorme de grupos de investigación y las empresas están totalmente alineadas, salvo excepciones. Pero el problema no podemos resolverlo los españoles solos. El proyecto de rehabilitación de edificios debería ser mucho más intenso, pero un solo país no puede hacerlo. Hay mucho dinero de Europa, un billón de euros, que se paralizó por la pandemia. Pero hace falta una planificación entre universidad, empresa y función pública. A veces hay presupuesto, pero hay trabas administrativas o leyes obsoletas. Por mi experiencia, he visto que las empresas son las que mayor atención ponen cuando planteas los problemas con seriedad. Reaccionan rápido.
«Me preocupa la reacción de los partidos, que deben dar ejemplo y aportar seriedad»
-¿Y cómo se combate un discurso negacionista que tampoco atiende a los datos científicos?
-Aquí me preocupa la reacción de los partidos. Los partidos son instituciones de la sociedad que tienen que dar ejemplo y aportar seriedad. Aquí soy muy combativo. En España ha habido un momento en que no había discrepancia en el discurso, aunque cada partido aporte soluciones diferentes. Hay más unanimidad de los expertos en relación al cambio climático que en educación o en sanidad, que suelen acaparan los grandes pactos nacionales. Aquí no es que haya que pactar. Es un problema de la humanidad. El negacionismo del cambio climático es como lo de la tierra plana. Es hasta ofensivo a estas alturas. Organizaciones como la NASA ya consideraban el cambio climático como un problema para la humanidad a medio y largo plazo en los años 60. No es un problema actual. Este negacionismo es muy ignorante, muy ignorante. En un debate serio, no tendría argumentos.
-¿Por qué cuesta aumentar la concienciación sobre el problema?
-No es un problema fácil de entender. El cambio climático tiene una causa cuyo efecto no es inmediato, pero supone una amenaza constante. En Holanda, muy amenazada por la subida del nivel del mar, se hicieron estudios psicológicos en los años 90 sobre la capacidad del ser humano para soportar la amenaza vital constante en relación a posibles catástrofes a medio y largo plazo. Hay determinada población que no soporta esa amenaza constante. Es decir, 'actúa ahora para que dentro de 20 o 30 años no te pase'. Y hay gente que esto no lo hace ni en su vida privada. La parte buena es que hemos llegado a un grado de conciencia del problema que es del cien por cien. Conciencia positiva o negativa, pero no hay personas que ahora no sepan de qué hablas. Aunque también es imposible convencer de algo al cien por cien de la población. Yo intuyo que este año va a haber un avance, porque este verano no ha habido discursos, ha habido noches sin dormir por el calor. Este verano no ha hecho falta explicar a mucha gente por qué es terrible solo medio grado más de temperatura media. Uno de los efectos del aumento de temperatura es que las mínimas suben más que las máximas. El día lo aguantas, pero la noche no. O pones el aire acondicionado, o no duermes. Estas noches sin dormir por el calor valen mucho más, son más efectivas, que mil discursos científicos.
«Hay determinada población que no soporta la amenaza constante en relación a catástrofes»
-Usted aboga por convertir la amenaza en una oportunidad...
-Sí. Y creo que muchos sectores ya lo están haciendo. Hay empresas que han convertido el problema del cambio climático en una clara oportunidad. Empresas energéticas amenazadas que han convertido la energía eólica en la bandera de su negocio, por ejemplo. Se les podrá criticar, y el ecologismo les critica por otras cuestiones. Pero la realidad es que han tomado el cambio climático como el eje de su transformación. Otras empresas, como las petroleras, que van más lentas, ya tienen claro que van a tener que pasar de ser suministradores de petróleo a suministradores de otra cosa. Y los fabricantes de coches están centrados en el vehículo eléctrico, porque es imparable, aunque sea lento.
Economía, energía y población
-¿En qué aspectos tendríamos que poner más el foco para mejorar la situación?
-Nosotros trabajamos con predicciones sobre tres escenarios: la evolución de la economía, la evolución de las fuentes de energía y la evolución de la población mundial, que no se pone encima de la mesa porque es políticamente incorrecto, y además cada país es soberano y es difícil actuar de forma global. Cada vez que se incorporan 500 millones de personas, y queremos que vivan mínimamente bien, se produce un aumento de las emisiones energéticas. Y la población seguirá creciendo hasta finales de siglo. Y aquí es donde están los problemas más graves. Por ejemplo, en la transferencia de tecnología. La tecnología suele ser propiedad de las empresas, no de los países. Y no le puedes pedir a empresas americanas, por ejemplo, que regalen tecnología a competidores asiáticos. Este es un grave problema y hay que abordarlo. No puede ser que una parte del mundo siga emitiendo de manera sucia, por resumirlo, cuando hay tecnología limpia disponible. Desde que empezamos a hablar de cambio climático, la población ha aumentado en 4.000 millones de personas, esto hay que tenerlo en cuenta. Por eso se dice que esto tiene que ser una acción como si se tratara de una guerra. Ponerlo todo patas arriba. Y esa conciencia no existe. La tenemos los científicos, pero no está realmente en la calle.
«No puede ser que una parte del planeta emita de manera sucia cuando hay tecnología limpia»
-Y cómo ciudadanos, ¿qué podemos hacer a nivel individual?
-Aquí sí que ha habido mejoras. En general, en la medida que uno puede, compra el aparato que consume menos energía y emite menos. Poner el aire acondicionado a 26 grados en vez de a 24 en verano, y estas cosas... Tengo amigos en Canarias, por ejemplo, a los que no hay que decirles nada sobre el agua. Y no entienden cómo en la Península nos dejamos el grifo abierto mientras fregamos o nos lavamos los dientes. Pero esto tiene un límite. La buena conducta ciudadana no creo que esté más allá del 5% de la reducción de emisiones, y soy muy optimista. La reducción hay que hacerla en ese 45% de emisiones que representan el transporte individual y el gasto energético de los hogares. Por eso he sido muy crítico con la pérdida de oportunidades que se produjo con el 'boom' de la construcción en España, que se podía haber hecho con normas energéticas más duras. En relación al transporte público, yo creo que ha habido un gran cambio que a veces no lo vemos. El transporte público en las ciudades ha mejorado de forma espectacular con todos los gobiernos. Pero esto también tiene un límite. Consumiendo la mitad de energía de lo que consumimos los españoles, seguiríamos teniendo un enorme problema. Tiene que haber adaptación, mitigación, reducción y acciones puntuales muy fuertes.
El riesgo de la evaporación
-¿Está más expuesta la Región de Murcia a los efectos del cambio climático que otros territorios?
-Las zonas de España con altos índices de aridez tienen una amenaza potencial. La reducción de precipitaciones, global y estable, puede tardar un tiempo. Uno de los principales riesgos está en la evaporación, y los agricultores lo saben. Si el agua se evapora, necesitas más para regar. El mayor riesgo para la agricultura, sin duda alguna, es el aumento de la evapotranspiración. Esto tiene que estar en la agenda como un problema principal. Otra cosa que no termina de ir deprisa son los acuerdos sectoriales para poder optimizar soluciones por sectores. Muchas veces no se habla con los agricultores porque parece que da miedo, y luego, cuando hablas con ellos, la cosa cambia. Aquí también hay una pérdida de oportunidad extraordinaria. Hay mucho terreno por recorrer. En aspectos como la desertificación, no se ha hecho nada en los últimos años.
«El mayor riesgo para los agricultores de la Región está en la evaporación, y ellos lo saben»
-¿Qué papel juegan los trasvases y las desaladoras para paliar las sequías? ¿Hay más alternativas?
-Los trasvases hasta Valencia, por ejemplo desde el Ródano, con el agua bajando en gravedad, se podrían plantear. En el caso de Valencia hasta el sur, los trasvases tienen un coste energético importante. Yo dejaría que los técnicos apliquen las mejores soluciones. Yo haría caso a los técnicos. Siempre me ha preocupado que las universidades de Aragón tengan una opinión, y las universidades de la otra parte tienen otra totalmente distinta. Esto me hace sospechar. En el caso de las desaladoras, siempre me han parecido bien. Con el mejor tipo de desaladoras que pueda haber. Pero claro, desalar para una ciudad entera es un asunto mayor. Para reducir el consumo de estas infraestructuras, habría que poner en marcha proyectos piloto con el hidrógeno, por ejemplo, y no esperar. Y, si fracasa, pues lo utilizamos para aprender.
«Yo vivo frente al mar y siempre temo que mis hijos o mis nietos no puedan heredar esa casa»
«Fenómenos impredecibles»
-¿Es compatible la agricultura intensiva de la Región de Murcia con este clima árido?
-Lo será cada vez menos. Un aumento de la temperatura media por encima de los tres grados tendría un impacto muy negativo para zonas como la Región de Murcia. Pero hay que entender que una cosa es el calentamiento global, y otra el cambio climático. Como un cambio económico y un cambio de sistema económico. Sería un cambio de clima total, que no podemos predecir. Hemos pasado el grado y medio y ya nos estamos acercando a los dos grados de calentamiento. A partir de los tres grados más de temperatura media, empiezan a producirse fenómenos bastante impredecibles.
«Cuanto más cálido y húmedo es el aire en superficie, más frío hay en altura y mayor es la convectividad»
-¿Por ejemplo?
-Un problema serio con el aumento del nivel del mar. Que puede ser lento, pero es inexorable si se superan los tres grados, y tendría un gran impacto en zonas del Mediterráneo. Yo vivo frente al mar, y siempre temo que mis hijos o mis nietos no puedan heredar esa casa.
-También preocupa el aumento de la temperatura del mar. ¿Esto hará que nos enfrentemos a DANA cada vez más violentas y habituales?
-Esta es una pregunta muy bien hecha y muy importante. Porque esto afecta al Mediterráneo y es cosa nuestra. El calentamiento global calienta la superficie del mar, pero la temperatura se enfría arriba. Cuando se calienta la superficie, se enfría en altura para compensar. Cuanto más caliente y húmedo está el aire en superficie, y más frío está el aire en capas altas, mayor potencia tiene la convectividad. El cambio climático induce las condiciones, así que aumenta la probabilidad. Ocurrirá con más facilidad.
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