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Media hora de caminata para comprar la cena o las pastillas en El Raal
El hundimiento del puente entre El Raal y Beniel obliga a los vecinos a dar un gran rodeo para acudir a los establecimientos en los que suelen abastecerse
Es de primero de estrategia militar que, en toda guerra, uno de los objetivos prioritarios es el de volar los puentes. Impides el avance del ... enemigo y le dificultas el abastecimiento de provisiones. Tampoco hay que olvidar que los ríos siempre han sido una de las fronteras naturales más socorridas a la hora de trazar límites territoriales. Estas cuestiones parecen guardar relación, en cierto modo, con la situación en la que han quedado los vecinos de El Raal tras el hundimiento de una de las vías que conecta esta pedanía murciana con la localidad de Beniel.
Algo más de un mes ha pasado desde que una hormigonera, con un peso muy superior a los límites marcados para la infraestructura, provocara el derrumbe del paso. «Desde entonces estamos desesperados», explica Matías, vecino de la zona, a los pies del puente, ya, fantasma. A sus 84 años, el incidente le ha trastocado su vida diaria, la de su mujer y la del resto de residentes de la zona, pensionistas en su mayoría. «Aquí no tenemos de nada; muchas de nuestras compras las hacíamos al otro lado dando un pequeño paseo de cinco minutos, pero ahora nos toca pegarnos una caminata para cualquier cosa, ya que muchos no tenemos coche o no estamos en condiciones de conducir», explica.
De hecho, el trayecto ha pasado a suponer una media hora a pie, solo ida, y como lamenta Matías, «tenemos una edad y estamos cansados». «La gente mayor está que echa chispas», puntualiza Lucía. Más allá del Segura se encuentra la farmacia y la tienda de comestibles más cercanas. Justo en ese momento cruzan por la zona, sobre dos ruedas, Carmen y Fina. Ambas han tenido que desempolvar sus bicicletas de paseo para llenar el frigorífico. «Antes cruzábamos a la carnicería con el carro de la compra y ahora tenemos que ponerlo todo en la cesta de la 'bici'», explican tras más de 20 minutos tratando con los tenderos en la carnicería Jesuso. «Y que no se te olvide nada, porque cualquiera vuelve», glosa Fina.
«Estamos desesperados», señalan los residentes más mayores, que capean la solución mediante favores y el reparto a domicilio
Tampoco tienen ya tan a mano el horno Nono, donde se acercaban a comprar dulces, ni el bar de enfrente. «Esta conversación podríamos tenerla con una cerveza en la mano, pero ahora no hay otra que tomársela en casa o darle a la 'pata'», explica.
Entregas semanales
Para facilitar la vida a todos estos vecinos, y no perder clientela, algunos comerciantes de la pedanía benielense de La Basca han apostado por realizar repartos a domicilio semanales. En 'casa Jesuso' lo hacen. También la boticaria de la zona, explica Matías. «Mi mujer anda esperando la caja para el colesterol», añade. Además, la solidaridad entre aquellos que no disponen de vehículo o la ayuda de los familiares tampoco falta. «Mi hija lleva tiempo diciéndome que me mude con ellos a Santa Cruz, para estar atendidos; yo me resistía, pero en esta situación, no lo descarto», concluye el pensionista.
En la parte murciana, las peluqueras de Valentina Estilistas recogen en coche a sus clientas de la zona de Beniel para mantener su nómina de fieles. Porque está claro que los grandes damnificados de la desaparición del puente son los vecinos de la pedanía murciana, pero eso no significa que los residentes del municipio vecino no sufran también las consecuencias, obviando el asunto comercial. Y es que en La Basca hay niños que acuden al colegio en El Raal y que han tenido que adelantar unos 30 minutos la hora de ponerse en pie. «Una conocida ha tenido que comprar un carro grande para llevar a clase a su 'crío' de cuatro años; es demasiado pequeño para pegarse esas caminatas de buena mañana», comenta Lucía, la peluquera.
Una situación para largo
Casi seis semanas llevan estos ciudadanos soportando la nueva situación, y ya empieza a hacer mella en ellos. Y el problema es que no parece tener una rápida solución. «Unos siete meses nos dijo el concejal de Fomento, Mario Gómez, que podía llevar el proceso para la construcción del nuevo puente», asegura Antonio. Lo cierto es que el proyecto, según apunta Gómez, «está prácticamente hecho» a falta de que se remate con los datos del estudio geotécnico pendiente para completar los cálculos estructurales. Gómez anuncia que se licitará por la vía de urgencia, pero eso no quita que los vecino se impacienten y desarrollen algún tipo de protesta, como han sugerido a este periódico.
Siempre cabría la posibilidad de opciones intermedias, que paliaran la situación ante la complejidad de la obra. Una sería instalar una pasarela provisional, como apunta el PP, para la que Gómez pide que aporten «un proyecto viable». Otra consistiría en habilitar un servicio de autobús que facilite el traslado. «Se están barajando varias opciones», apuntan desde el Consistorio. No obstante, el pedáneo, el popular, José Ramón Manzanera, asegura que de momento no ha recibido demandas vecinales en esa dirección, ya que los residentes se están organizando con sus medios y no hay «desabastecimiento». «Si la situación se complica pediremos medidas», concluye Manzanera. Mientras, cruzar de un extremo a otro supondrá 30 minutos de reloj.
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