«¿Cómo que se va en un furgón?»
La última romería suspendida fue en 2003, cuando se trasladó a la Morenica en un camión, lo que causó un tremendo revuelo entre los fieles
ANTONIO BOTÍAS
MURCIA.
Martes, 15 de septiembre 2020, 02:15
Aunque llovía a cántaros aquel 6 de mayo de 2003, cuando la Patrona debía regresar a su santuario, volteaban las campanas como si fuera ... a celebrarse la romería. Y se hizo, pero a bordo de un furgón, lo que causó una improvisada revuelta en la Catedral por parte de sus fieles.
Joaquín Vidal, cabo de andas de la Virgen, tras mirar al cielo durante la eucaristía que concelebró el obispo Ureña, concluyó con buen tino que sería peligroso intentar subirla a hombros. Encima, estaban en obras las siete cuestas del santuario. Pero la decisión última era del buen deán Antonio Martínez, quien hizo lo correcto. Suspendida. Aunque eso causara una escandalera ante los fieles.
Nunca después, que se recuerde, se ha suspendido una romería ni en primavera ni en septiembre. Salvo cuando la Morenica se marchó a Zaragoza. Porque en carro de bueyes y a escondidas, de madrugada o en furgoneta, espantada por la lluvia, bajo plásticos o soportando casi siempre una tremenda calorina, la imagen pocas veces ha faltado a su cita septembrina con Murcia desde el siglo XVII.
La imagen tampoco regresó al monte en septiembre de 1940 porque se la llevaron de peregrinación a Zaragoza
Siempre la trajeron, sobre todo cuando la ciudad se sentía amenazada por plagas, riadas o pandemias, como la que nos ocupa en este tiempo aciago. Otra cosa es que luego retornara en romería, pues en muchas ocasiones resultó imposible por precaución.
Hasta diciembre en Murcia
La primera vez que bajó la Fuensanta a Murcia, con motivo de una rogativa porque no llovía, fue el 16 de enero de 1694. Y lo hizo por decisión del Cabildo, a cuyos miembros excomulgó el obispo, más partidario para esas lides de la antigua patrona del Reino, la Virgen de la Arrixaca.
Así se inauguró una retahíla de traslados, no siempre para invocar la lluvia. A veces, para que la intercesión de la Morenica detuviera riadas o plagas de langostas, como la de 1753 y 1757. En 1859, ante una epidemia de cólera, la trasladaron de noche por evitar aglomeraciones.
Lo mismo sucedió en 1865, cuando murieron más de 700 murcianos por la misma enfermedad. La imagen retornó al santuario a las ocho de la mañana, pero eso no evitó que unas 30.000 personas la acompañaran.
Durante la terrible epidemia de gripe de 1918 mantuvieron a la Patrona en la Catedral hasta el mes de diciembre de 1919, cuando se celebró su romería un día 10, martes como manda la tradición. Otros años hasta la bajaron cuatro veces, como sucedió entre 1800 y 1803. Durante la Guerra de la Independencia se mantuvo en su santuario. Lo mismo ocurrió más tarde durante la revolución cantonal y la guerra carlista.
Hubo traslados por cuestiones ínfimas, como aquel que se acordó para inaugurar una fuente en la plaza cardenal Belluga en 1887. O cuando la nombraron Generala de Murcia y su Reino en 1808, en plena invasión de los franceses. Ahí surgieron los Caballeros de las Fuensanta.
También hubo romerías suspendidas con urgencia. Eso ocurrió cuando en 1879 la vega murciana padecía una terrible sequía y decidieron atrasar el traslado un tiempo a ver si la Patrona solucionaba el entuerto. Y se mantuvo, como hoy, en la Catedral.
A comienzos del siglo XX volvieron a traerla en rogativa y se quedó en el primer templo de la Diócesis, como ahora. Eso ocurrió en 1923 y 1926, octubre de 1927 o noviembre de 1930. En 1940 tampoco regresó al monte por septiembre. Porque inició un peregrinaje a Zaragoza. En 1986 viajó en autobús a Torreciudad (Huesca) junto a las peñas huertanas.
Desde la Guerra Civil a la actualidad, salvo estas, ninguna vez se ha suspendido la romería al monte. Otra cosa es que la lluvia no haya querido perderse el acto. Pero es sabido que a los murcianos, porque en su genética esta el temor a la sequía y el amor al agua, nunca les ha importado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión