El tránsito hacia el carnaval de hoy
José Sánchez Conesa
Miércoles, 7 de febrero 2024, 00:42
Cartagena Futuro, que preside Ana Cristina Martínez, dedicó su última jornada cultural a la historia y actualidad del carnaval en Cartagena. Como ponentes Eduardo Pignatelli, ... presidente de la Federación del Carnaval de Cartagena; Esther Escolar, presidenta de la chirigota femenina Las Chochonis; Lola Chacón, responsable de coreografía de Paraíso, del Polígono Santa Ana; Ginés García, chirigotero veterano; Drag Nébula y quien esto escribe.
Como toda fiesta es una evasión de la cotidianidad, de la monotonía y una búsqueda del placer colectivo, un elevarse juntos con cierto vuelo poético con expresión de una cierta solidaridad. Caro Baroja afirmaba que cualquier fiesta popular que se considere ya no es lo que fue, trasmutada en una copia como se reconstruye una fiesta medieval o un auto sacramental. Tiene ya un sentido recordatorio más que vivencial, certificando la mecanización de la fiesta, la planificación industrial de Navidad, Reyes o carnaval.
El potente carnaval de antaño formaba una unidad en fuerte oposición binaria con la larga y austera cuaresma, donde todo era más intenso. Recuerdo de niño cómo mi madre nos llamaba al orden cuando con mis hermanos elevábamos el griterío en nuestros juegos un Viernes Santo. El Señor estaba muerto. Nos lo anunciaba bajando la voz, como si estuviese siendo velado en la habitación de al lado. En el templo las imágenes de los santos estaban cubiertas por una tela negra en señal de duelo. Todo era tan real.
Con raíces en antiguas fiestas romanas, los carnavales gozan de gran pujanza, como en época modernista
Casi todos los textos nos remiten a las fiestas romanas de las Saturnales o las Lupercales como antecedente del carnaval, recuerdo de una quimérica Edad de Oro, de igualdad plena entre los humanos. Por unos días se sentaban a la mesa los esclavos que eran servidos por los señores. Se pronunciaban discursos satíricos contra los amos, se elegía un rey de la fiesta que era quien mandaba al encontrar el haba en una especie de pastel. Hoy le llamamos roscón de Reyes. La Iglesia no podrá suprimir estas viejas costumbres paganas. En la Hispania visigoda del siglo VII san Isidoro critica que los fieles «adquieren monstruosas apariencias, se disfrazan a modo de fieras, otros toman aspecto mujeril (siempre se dio el travestismo)... hacen gritería y danzan y con torpe inquinidad se unen los de uno y otro sexo formando cuadrilla, y la turba de depauperados espíritus se excita con el vino». La Iglesia impuso en el Medievo un final fijo a los desmedidos festejos con el miércoles de ceniza, arranque de la potente cuaresma.
Esplendor Modernista.
Las últimas décadas del XIX y las tres primeras del XX conocieron una verdadera explosión. Años de minería, comercio e industria en Cartagena y comarca. Se registró en 1868 una mina en el término cartagenero con el nombre de Carnaval de Venecia y otra fue nominada en 1871 como El Carnaval.
Pérez Rojas, en su obra 'Cartagena 1874-1936. Transformación urbana y arquitectura', daba cuenta de las máscaras que recorrían la Puerta de Murcia y la colina del Molinete. Hecho desaprobado por la prensa conservadora y reaccionaria, como comprobamos en 1919: «Venganzas escondidas, la maldita blasfemia, asquerosa embriaguez, paganismo, resucitada lupercales». La factura del alumbrado se incrementaba por la ornamentación extraordinaria con motivo de estas fiestas en toda la calle Mayor. El profesor presenta información sobre bailes en mansiones burguesas, como la celebrada en 1884 en casa de los señores de Togores, donde participaron vestidos de pavera de Normandía, reloj, pierrot, maja, aldeana italiana, primavera o caballero de Luis XV. En los intermedios del baile diversas señoritas ofrecían actuaciones al piano. Este mismo ambiente lo podíamos encontrar en casa del capitán general o del gobernador militar de la plaza.
Prohibiciones
El 'Eco de Cartagena' (1883) nos advierte de que las sociedades Monroy, Cervantes y Artesanos son salones en los que es difícil transitar. El domingo la Estudiantina amenizará el baile de piñata del Casino. Por su parte 'Cartagena Ilustrada' (1919) explica que los niños se disfrazan sin máscaras, eligiendo en su mayoría el del payaso Pierrot, trajes regionales, bailarinas de charlestón. De esa guisa concurren al baile infantil en el Teatro Principal, abriéndose paso entre confetis y serpentinas.
En cumplimiento de la orden de 3 de febrero de 1937 del Ministerio de Gobernación se prohíbe el carnaval en la zona controlada durante la guerra por el bando franquista. 'El Noticiero de Cartagena' (5-3-1946) publica el artículo 'Viejo y nuevo aquelarre. Carnaval'. Alerta del antiguo temor de los niños a las grotescas máscaras que cruzaban las calles en una forma disparatada de divertirse. Borracheras de color y de música. Orgías escandalosas. Trasunto decadente de las antiguas bacanales. Ocultar el rostro, el exceso etílico y los exabruptos callejeros se prohíben, aunque se terminarán tolerando los disfraces.
En 1948 se abre expediente sancionador con multa de 2.500 pesetas al propietario del cine Avenida de San Antón al llamarle la atención el celador municipal por haber en el salón varias señoras disfrazadas con trajes de baile de carnaval. Había mil personas y el dueño propuso proseguir bajo su responsabilidad para evitar protestas porque los disfraces eran honestos.
Con la democracia los ayuntamientos apostarán en toda España por esta manifestación cultural. Un ejemplo de crítica sociopolítica la llevará a cabo la Real e Ilustre Comparsa de Vista Alegre, que desde 1981 sale a la calle. En su momento escenificaron la quema de la Asamblea Regional vestidos de antidisturbios y cargando contra el público. Organizan unos sanfermines para hablar de las vacas locas. Nada escapa a su filo, como el escándalo de los hermanos Guerra, la guerra de Irak o un partido de fútbol Murcia-Cartagena.
Ignoro si sería capaz de convencer al bueno de don Julio Caro porque el carnaval de Cartagena convoca a más de medio centenar de grupos que idean y diseñan cancioncillas, coreografías y vestuarios elevando la creatividad y provocando momentos de encuentro entre personas. Ya es mucho.
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