La subida de los precios y la falta de fondos ahogan al Buen Samaritano de Cartagena
La ONG, que atiende a mil personas, se ve obligada a reducir las raciones y a poner en marcha una campaña para captar ayudas y alimentos
Si la situación de la ONG El Buen Samaritano ya era de «colapso» a finales del pasado año, ahora es ya casi «insostenible». Al aumento del número de atendidos a raíz de la pandemia se le suma ahora la falta de alimentos y de fondos propios por el aumento de los precios y de sus gastos. Por eso, el responsable de la institución, Juan José Sánchez, ha tomado una decisión drástica: reducir las raciones que reparten cada jueves por la mañana en su sede de la barriada Virgen de la Caridad. «El número de personas necesitadas no para de aumentar. Se nos hace difícil conseguir recursos para todos. Necesitamos alimentos, pero también dinero para comprar aquellos necesarios: como frutas, verduras y carne», dijo.
Especialmente duro fue el mes de agosto, cuando cerraron los bancos de alimentos de Cartagena y de Murcia, de donde se abastecen. Ahora, tras retomar la normalidad, de ellos les llega los productos no perecederos: legumbres, leche, harina y pasta, entre otros muchos, pero no en la cantidad que necesitan. «Como tienen tantas asociaciones y colectivos donde repartir nunca nos dejan lo que precisamos. Cada cuatro meses nos llega un pedido, pero una cantidad muy por debajo de la que les pedimos», según Sánchez.
El resto lo tienen que comprar en supermercados y buscar en firmas solidarias, como huevos, patatas, frutas y verduras. La subida del precio de este tipo de artículo y el incremento de sus gastos (gasoil sobre todo) han provocado que sus almacenes estén ahora más vacíos que nunca. Todo lo que tienen lo reparten los jueves entre los que acuden a pedir ayuda.
Lo que más necesitan es dinero, pero aceptan donaciones de cualquier tipo, porque sus almacenes están vacíos
Sin apenas recursos
Ese es el día en que su puerta principal se llena de personas en paro y sin apenas recursos con los que poder subsistir. Cada uno de ellos está inscrito en un registro controlado por el Ayuntamiento, para evitar duplicidades. En el suyo figuran cerca de un millar de personas.
«Nuestra capacidad antes de la pandemia era para cuatrocientas personas, pero con la crisis sanitaria, ese número se incrementó hasta los ochocientas, pero es que la cola no para de crecer, como nuestros gastos. Estamos en una situación crítica, nos sentimos muy mal porque hemos tenido que reducir los kilos de comida que damos a los que vienen a pedir ayuda», explicó.
Juan José Sánchez lanza un «SOS a las empresas, los ciudadanos, los comerciantes y las instituciones, para que nos ayuden».
El Buen Samaritano se mantiene con las ayudas públicas que recibe de las administraciones, aunque también de sus socios que donan una cuota mensual y de las personas que de manera altruista les proporcionan alimentos. Lo que más necesitan, explicó el responsable, es dinero «para comprar los productos perecederos, primordiales para hacer una comida en condiciones», pero aceptan donaciones de cualquier tipo. Para apoyarle económicamente se puede consultar la página web ongsamaritano.com. También recibe ingresos en varias cuentas bancarias, entre ellas, la siguiente: ES82 3058 0357 3927 2090 8557.
Personas de entre 30 y 50 años, con hijos y la mayoría extranjeros
El perfil de las personas que piden ayuda porque no tienen apenas para comer o dar a sus familia ha cambiado en los últimos años, y mucho más con la pandemia. Ahora, el mayor número de ciudadanos que llegan a la ONG son extranjeros, «muchos latinos, pero también africanos», explicó el presidente de la asociación sin ánimo de lucro El Buen Samaritano, Juan José Sánchez. Del millar, entre un 30% y un 40% son españoles, «familias enteras con cuatro y cinco miembros que no tienen nada para comer», detalló Sánchez.
La crisis sanitaria ha transformado el perfil de los beneficiarios de estas ayudas. Ahora, una mayoría de personas atendidas tiene edades comprendidas entre 30 y 50 años con hijos a su cargo que habían conseguido salir de una tesitura complicada tras la depresión económica de hace doce años y han vuelto a recaer o se encuentran por primera vez en dificultades.
Por eso, «no tengo más remedio que pedir ayuda a cualquiera que quiera dárnosla, en modo de alimento o de dinero. Necesitamos de todo», recordó el responsable de la asociación.
Para evitar duplicidades, cada uno está incluido en un listado centralizado en Servicios Sociales del Ayuntamiento. Lo hace a través de un sistema informático en red que permite compartir la información en una misma base de datos. Sirve para organizar el reparto de alimentos y para que los recursos lleguen a todos.