El Alhama ElPozo hace historia y se cuela en las semifinales de Copa

La primera parte fue intensa, vertiginosa. El Tenerife arrancó mejor, pero el Alhama no se amilanó por la valentía de su rival. En los primeros minutos el equipo de José Herrera demostró su calidad y velocidad arriba, aunque fue la local Astrid Álvarez la que puso un centro al área envenenado. El equipo canario daba más sensación de peligro, aunque fueron las de Randri las que golpearon primero. Fue a los diecinueve minutos y después de un rechace dentro del área que la panameña Aldrith Quintero convirtió en gol tras dejar sentada a una rival con un buen recorte y golpear con la izquierda un balón que acabó en el fondo de la red.

El tanto hizo que ambos equipos se desmelenaran. Mari José, por parte de las visitantes, puso a prueba a Laura Martínez, que atajó su disparo. La contestación fue de Jade Boho, aunque le faltó precisión a su remate. La alhameña Raquel Morcillo llegó hasta línea de fondo, pero no encontró ninguna compañera en el área pequeña. El choque era de ida y vuelta, aunque en las locales brillaba Aldrith Quintero, un auténtico seguro de vida para el equipo de Randri. Así hasta que llegó el descanso para un Alhama que tenía la mitad del trabajo hecho, aunque quedaba lo peor.

En la segunda mitad el Tenerife dio un paso más, aunque no consiguió crear ocasiones de peligro hasta el ecuador del segundo acto. Hasta entonces el choque siguió siendo de ida y vuelta, aunque el Alhama se asomó a la meta de Aline Reis con varios contragolpes peligrosos. Al equipo visitante no le bastaba y sumó más futbolistas a un ataque en el que Mari José, Blom y Koko Ange silenciaban a un José Kubala que contenía la respiración y que comenzó a sufrir más con el paso de los minutos.

Da Silva, defensora del Tenerife, cabeceó sola dentro del área murciana, pero no giró lo suficiente el cuello como para que su remate fuera hacia la portería de Laura Martínez. Fue la mejor ocasión de un equipo que ya llegaba a la meta local por todos los frentes. El Alhama necesitaba oxígeno, el que le daba de vez en cuando Carid, que no llegó por milímetros a un centro desde la derecha que pudo acabar con el 2-0. Hasta que el equipo de Randri comenzó a ver el final y tiró de casta y orgullo para sobrevivir a un final de partido que ya es historia del fútbol murciano.