«En unos siglos dirán de nosotros: 'Estos no se enteraban de nada'»
Verónicas acoge hasta mayo una retrospectiva sobre el caravaqueño, figura esencial de los nuevos comportamientos fotográficos en España
Tomy Ceballos (Caravaca de la Cruz, 1959) es el fotógrafo con mayor querencia científica que hemos conocido en mucho tiempo. Su trabajo es lo más ... parecido a esa transmutación maravillosa e increíble que es la alquimia. «Mira, hay una cosa –dice, como si estuviera a punto de revelar un secreto– de la que estoy muy orgulloso». Te pide que te acerques, y guarda silencio. Pasados unos segundos, que se hacen eternos, irrumpe: «La base de la historia es que son haluros de plata. Cuando les pega la luz se convierten en plata, y donde no les da, al lavar con el revelador, se disuelve la sal y se va. Y es así como deja el blanco. Donde no ha dado la luz hay millones de grises, que se convierten en metal con la luz. Ese es el mejor sensor, mejor que el de las cámaras. Por eso digo que a veces, cuando avanzas, pierdes cosas muy potentes. Gracias este planteamiento se descubrió la radioactividad: en un cajón había papel fotográfico y dijeron, '¡pero si no le ha dado la luz!'».
«Estamos atravesados por rayos y ondas, continuamente, y no nos damos cuenta»
Queda mucho por descubrir, insiste: «Estamos atravesados por rayos y por ondas, continuamente, y no nos hemos dado cuenta. Vivimos rodeados de luces invisibles. Yo creo que dentro de cuatro o cinco siglos dirán de nosotros: 'Estos no se enteraban de nada'».
La retrospectiva 'La huella es el molde de la ausencia' –en la iglesia desacralizada de Verónicas, en Murcia, hasta el 8 de mayo– es la demostración de que Ceballos es un investigador infatigable de las posibilidades artísticas de la fotografía. Según el comisario, Pedro Medina, el caravaqueño es «una figura esencial de los nuevos comportamientos fotográficos en España. Es reconocido como el gran renovador del uso del fotograma –no mediando cámara alguna en la producción de la fotografía–, gracias al uso poético y onírico que hace del mismo». Dice Medina que esta propuesta es «el intento de captar la esencia de la imagen fotográfica, entendida como la 'presencia de una ausencia', tal y como describe Plinio el Viejo el término 'imagen'. De hecho, la ambigua formulación del título de la exposición intenta identificarse con esta definición, planteando un escenario de reflexión donde aparecen simultáneamente presencia y ausencia, rastro pasado y potencia futura, sin querer fijar una única aproximación a la obra».
«Me encantaría una entrevista con Man Ray. Seguro que haría muy buenas migas con él»
De haber oportunidades de revivificación, Tomy Ceballos no duda que volvería a dar vida a Man Ray, el fotógrafo dadaísta y surrealista, que ya hace cien años experimentó con rayogramas. «Me encantaría una entrevista con él, porque él era muy plano, todavía no habían descubierto los volúmenes. Haría muy buenas migas con él, seguro. Pero también me encantaría entrevistarme con el poeta Tristan Tzara [poeta y ensayista rumano] y toda esa pandilla de locos, apasionantes todos, del dadaísmo». Tantos años después, todavía le llama la atención a Ceballos que la fotografía vaya un paso por detrás de todas las demás artes. «Tú te puedes imaginar la pintura sin Rothko y sin los abstractos, y lo mismo sucede con la música y con la poesía. Pero en la fotografía, ¿conoces a algún fotógrafo abstracto que sea Premio Nacional de Fotografía? Todavía hay detractores de esto, no solo no nos quieren sino que van a por nosotros. Me quiero presentar al Premio Nacional para ver si se reconoce que también somos fotógrafos. Parece que solo existe la fotografía documental, como en el siglo XIX».
Luz roja
En 'La huella es el molde de la ausencia' encontramos, detalla Medina, «varias de las piezas que otorgaron a Ceballos fama internacional, destacando sus fotogramas corporales como una apología de la intimidad y de esa distancia cero entre objeto y huella». Pero también dos piezas audiovisuales: 'Humano', acción fotográfica realizada en el Centro Párraga en 2006 con el público como testigo en directo durante el revelado completo, y música de Schwarz; y una segunda rodada en el Parque de Calblanque para presentar una técnica inventada por Ceballos: los 'olagramas'.
«¿Conoces a algún fotógrafo abstracto que sea Premio Nacional? Todavía hay detractores»
La alquimia del laboratorio fotográfico está representada en Verónicas representada por la luz roja que domina el ambiente de la sala y, además de los fotogramas con otros medios como rayos X y escaneados, hay, como novedad, una capa digital, visitable 'online' con otras series como 'Rumor binario' (1999-2006) y 'Océanos Pacíficos' (2017-2020). Además, se ha editado un catálogo con textos de Enric Mira, Manuel Santos y Pedro Medina. Esta semana la experiencia se completa con el encuentro 'Espectros de la imagen fotográfica', en colaboración con la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia y el Cendeac, para debatir sobre el uso artístico y experimental de la imagen.
Tomy Ceballos, un artista presente en destacadas colecciones de arte –aquí se pueden ver algunas de ellas–, ha investigado sobre la huella del futuro, sobre la fragilidad de la imagen, sobre la ausencia y los amores fósiles, sobre la sombra y otras escabullidas.
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