No volveré a ser joven
Jesús Carrasco, autor de la celebrada 'Intemperie', vuelve por sus fueros
Aparecida en 2013, 'Intemperie' fue la obra que más sorpresa causó por aquel tiempo. En primer lugar, porque nada se sabía de su autor, un ... extremeño llamado Jesús Carrasco (Badajoz, 1972), y, por otra parte, porque la novela atesoraba una calidad incuestionable. Algo después, en 2016, sacó a la luz 'La tierra que pisamos', que pasó sin pena ni gloria, y, en el 2021, 'Llévame a casa', un libro en donde no está ausente la reconocida calidad del estilo de su autor.
Se trata de una obra escrita con la sencillez y claridad con la que nos tiene habituados. Y donde brilla la carga de profundidad de los temas que aborda. Todo transcurre, como en el caso de 'Intemperie', en un ambiente netamente rural. La ciudad –Toledo, en este caso, que no deja de ser una capital de provincia– queda lejos. Solo sirve para arreglar papeles –la consabida democracia que pone tan nerviosos a quienes acuden desde el campo– y para visitar, obligatoriamente, al médico, que casi siempre nos aguarda con malas noticias.
Jesús Carrasco sabe medir bien los tiempos. Por eso, aunque no narre hechos extraordinarios –se trata de retratar la vida común y corriente, en la que la enfermedad y los contratiempos le ganan la partida a las celebraciones–, es capaz de mantener la tensión de principio a fin. Y lo hace con más silencios que palabras, con simples detalles que aquí adquieren un gran significado. Como, por ejemplo, cuando analiza la palabra 'flamante', que emplea su madre, perteneciente a una generación pasada, ya a punto de extinguirse, cuyo vocabulario definía su distinto modo de vivir, mucho más reposado. El costumbrismo que se aprecia en estas páginas, inevitable, por otra parte, no es deliberado, ni entorpece el hilo de la narración.
Estamos ante un mundo en extinción, en el que se busca el modo más noble y honesto de luchar contra la enfermedad y la tristeza. En donde se pide perdón y se dan las gracias, aunque nunca lleguen a pronunciarse tales palabras. Un mundo de nombres sencillos, tradicionales, como Juan e Isabel, los dos hermanos, tan diferentes como complementarios, que forman parte del elenco de protagonistas.
El conocido y hermoso poema de Gil de Biedma, 'No volveré a ser joven', flota por entre estas páginas, como un intertexto imposible de evitar: «Pero ha pasado el tiempo / y la verdad desagradable asoma:/ envejecer, morir,/ es el único argumento de la obra».
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