Un sello de solidaridad y conciencia
El libro de la semana de Ababol ·
'Kabul (Crónica de un silencio)'. Este Kabul, que nos acerca un Afganistán que parece objeto de una maldición cíclica, pone ante nuestros ojos temas, motivos y realidades acerca de los que conviene reflexionarMontserrat Abumalham
Sábado, 14 de octubre 2023, 07:51
Es de agradecer que, de vez en cuando, aparezca un libro como este de verso claro y directo, sin expresiones herméticas, hoy tan al uso, ... que más bien parecen acertijos, o cuajados de expresiones pedantes y términos técnicos vacíos con los que se pretende encubrir lo que no es sino oficio sin alma.
También es de agradecer que el objeto poético no sea la queja de lo cercano, lo romo, lo inmediato, sino una llamada de atención a una desgracia terrible que le ocurre a un país y que, en un abrir y cerrar de ojos, desaparece de los noticiarios y del interés general. Allá aquellos que nos quedan tan lejos como si el opio o el litio no fueran materias que se persiguen desde los despachos. Poner en pie la denuncia es la obra más noble en que puede desempeñarse el arte y, en particular, el grito poético.
Este Kabul, que nos acerca un Afganistán que parece objeto de una maldición cíclica, pone ante nuestros ojos muchos temas, motivos y realidades acerca de los que conviene reflexionar en profundidad. Es un texto localista y localizado, pero, al mismo tiempo, universal. En él se pone en cuestión el flaco servicio que unos ignorantes fundamentalistas le hacen a la hermosa y rica espiritualmente religión que dicen defender; el Islam. Esas mentes retorcidas y enfermas han rebuscado bajo las resecas piedras del desierto, donde no habitan sino los escorpiones, para hallar justificación a que su dios no sea el Todo Misericordia del Corán
Del cobarde atentado del suicida que asesina
Por un Dios que defiende, ante todo, la vida
sino una especie de policía resentido que busca en los demás cómo borrar sus inseguridades. Es como si la virilidad estuviera en juego o en riesgo y por eso hay que perseguir a mujeres y homosexuales, con la excusa de que dios lo quiere. Para que no se note la ignorancia se prohíbe el estudio, para que no se note la violencia se asesina a todos los que protestan o disienten.
En los versos ágiles, sencillos y claros, que a ratos se elevan llevados por su liviandad y a ratos se dejan caer como piedras o plomos que se deslizan a las profundidades más oscuras, suceden todos los gritos, todas las esperanzas y desesperaciones; todos los futuros cercenados y todos los sueños clavados a las paredes.
Todo era lluvia y verde en su horizonte.
Todo tenía que ser verde.
Como la bandera de su tierra.
El verde por encima del rojo de sus miedos.
...
Tarde.
Inútilmente
tarde.
La gran esperanza es simplemente el suicidio para no perder la dignidad o el exilio:
Guardar cerca el veneno. Tenerlo siempre cerca.
Morir antes de caer en sus manos.
Mantener intactos el orgullo y la dignidad
Ya que no es posible conservar la vida
Mientras, el polvo y la podredumbre se ceban en las casas de la infancia y de los anhelos:
El polvo se apoderará de nuestra casa.
Así como la náusea de la comida
Que, minuto a minuto, se pudre en la cocina
La vida en medio de otra lengua, otras costumbres, otro paisaje nos remite a la dureza del exilio, en el que sin duda se conserva la vida, pero en el que una parte de nuestra identidad profunda yace muerta:
Lejos de su tierra.
Lejos de su vida.
Lejos de su lengua.
Este es, sin duda, un libro para dar gracias al poeta que no se ha mirado su ombligo, sino su conciencia de ser humano y responsable. Un texto hermoso a pesar de su dureza, un texto cuajado de imágenes que se repiten con insistencia para que comprendamos que esta es una tragedia sin paliativos y, al mismo tiempo, un canto a la esperanza tantas veces negada. La obra poética de José Manuel Lucía Megías es consolidada y hermosa, pero este último libro la redondea y le imprime un sello de solidaridad y conciencia humana. Un hermoso libro, 'Kabul (Crónica de un silencio'), que merece ser leído y comentado.
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