El puñetazo que hizo estallar el Boom
'Los genios' ·
Casi cincuenta años después, aquel suceso con Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez como protagonistas, no escapa de la materia literaria, que lo impregna todo. Ha sido Jaime Bayly quien ha conseguido remontarse a los hechos confusos, un secreto a voces en los mentiderosEn 1976 el Boom estalló en pedazos. Ocurrió en la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, en Ciudad de México, minutos antes de que se ... estrenase 'La odisea en los Andes', un documental sobre los supervivientes del equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en las montañas más altas del continente. Era una sesión reservada solamente a periodistas. Gabriel García Márquez esperaba arremolinado en su asiento, junto a Mercedes Barcha, su esposa, a que se iniciase la proyección. En ese instante apareció Mario Vargas Llosa, afamado guionista del film. Ambos escritores llevaban tiempo sin verse. Habían sido íntimos, desde que se conocieron en el aeropuerto de Caracas, en agosto 1967. Se idolatraban. Se respetaban. Amaban sus obras y respiraban la escritura del otro. El peruano vio de lejos al colombiano. Gabo se alzó y levantó los brazos hacia su encuentro. Varguitas se acercó con paso firme, hasta alcanzar la presencia de su amigo. En ese instante le soltó un puñetazo en el ojo izquierdo que lo noqueó, como en un ring de boxeo clandestino. Se acabó el Boom, adiós muchachos compañeros de mi vida, se jodió el Perú, sin otra oportunidad sobre la tierra. El final de la amistad más literaria del siglo XX acaeció en México, la ciudad donde todo es posible. Nació, sin embargo, el misterio de aquel puñetazo que protagonizaron dos genios sin igual de las letras españolas.
Casi cincuenta años después, aquel suceso tampoco escapa de la materia literaria, que lo impregna todo y arrasa con la historia. Ha sido Jaime Bayly quien ha conseguido remontarse a los hechos confusos, un secreto a voces en los mentideros literarios de varias décadas, medio siglo después de la lección de artes marciales que propinó el escritor peruano para la memoria del mundo editorial. Y se ha atrevido en un libro que no podía titularse de otra forma que 'Los genios', publicado por Galaxia Gutenberg, porque lo que se narra en la novela no es solamente el final del boom, sino su inicio, su días de gloria en París, Londres y Barcelona, la respiración constante de una generación que puso patas arriba el mercado editorial y las librerías de todo el mundo.
No es un reportaje
Jaime Bayly no ha escrito un libro de historia, y esto es importante remarcarlo. Su novela trasciende la crónica de sucesos. No es una reportaje periodístico, sino una novela de pleno derecho, a pesar de narrar las cotidianidades de Vargas Llosa y García Márquez. Ahí reside uno de sus éxitos, el haber convertido a las personas en personajes, en haber transmutado la carne, los hechos, en materia ficcional. Por las páginas se mueve el escritor de 'Cien años de soledad' como un dios perezoso que ha encontrado el éxito al escribir en una hamaca, que vive intensamente las discotecas barcelonesas, la noche española del final del franquismo, que conquista los lupanares queriendo encontrar en cada habitación a Remedios la Bella. En cada capítulo se respira la efervescencia de Vargas Llosa, que aspira a escribir la novela perfecta, como un arquitecto de la palabra, enamorándose de varios miembros de su familia, la tía Julia, la prima Patricia, generando dinastías macondianas resueltas entre las sábanas.
Radiografía distorsionada
El libro bebe de los hechos históricos, pero los supera. El camino para esquivar la realidad es el humor. Cada frase destila socarronería. Las acciones de los personajes están limitadas por las extravagancias de personalidades exageradas. Es la radiografía distorsionada (el esperpento simpático a lo peruano) del Boom. Alguien tenía que contar la historia del puñetazo y la elección no podía haber sido más afortunada: la anatomía de una hostia contada con sarcasmo y disparate.
Incluso, más allá del momento cenital, 'Los genios' es también la constatación de unos de los momentos dorados de las letras españolas. Quien ame la lectura y la literatura hispanoamericana disfrutará con el deambular de autores consagrados, ya mitos del olimpo literario. Un Cortázar al que no le crece la barba, un Edwards obsesionado con las embajadas, un Octavio Paz elegante y viajero, un Carlos Barral deseoso de ponerle escenario a las golfadas de Vargas Llosa, un Bryce Echenique canino, cuyos perros destrozan los testículos de los visitantes de su casa, un Neruda incapaz de amar en la cama. Todo ello en la década de los sesenta, mientras el mundo hispanoamericano se debatía entre dictaduras de todo signo, con Fidel Castro metiendo las barbas en el tintero y la amistad de los genios, con golpes de Estado cronificados.
Una época que tuvo los mejores narradores posibles, que atestiguaron la violencia y la belleza de un mundo cambiante. Una literatura novedosa, que puso al español en el mapa. Jaime Bayly ha escrito una oda a aquellos años, al Boom del que nacieron Macondo, el Leoncio Prado, Comala y las rayuelas en el suelo. Ha narrado los pasos hasta que el ojo de Gabo se puso morado. Y dentro de ese ojo hay una gran carcajada.
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