Lo perdurable del mundo de María Teresa Cervantes
'En los grises del Rhin'. En los 58 poemas de su último libro están presentes el secreto, la hondura, el misterio y los diferentes espacios: el real del río, el de las aulas, los espacios indefinidos de la lejanía o el horizonte, los espacios de grandeza, los que ocupan los sueños; el lienzo mismo es un espacio porque narra instantes y abstrae pedazos de vida
María Victoria Martín González
Sábado, 25 de noviembre 2023, 07:51
María José Vázquez y Francisco de la Iglesia han impulsado y han estado al cuidado de la edición de 'En los grises del Rhin' (Torremozas, ... 2023), de María Teresa Cervantes, libro presentado en Cartagena el día de su 92 aniversario. Ellos fueron los editores de la edición facsimilar y no venal de 'Ventana de amanecer', bellamente ilustrada por la artista Virginia Bernal, además de responsables y admirables guías de la exposición en torno a esa ópera prima de María Teresa, un generoso regalo que se hizo en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy en el mes de abril de este año.
Casi no sería necesario presentar a María Teresa Cervantes. Sabemos que toda regla tiene su excepción y en el caso de nuestra escritora, la regla de «nadie es profeta en su tierra» no va con ella. En su ciudad natal la queremos, la conocemos, y la reconocemos; por eso: ha sido homenajeada en numerosos actos públicos; tiene una plaza con su nombre, su imagen y sus versos; el Ayuntamiento de la ciudad le regaló la edición de su poesía completa desde 1954 hasta 2019 publicada por Torremozas, ha sido galardonada con el Premio de Literatura en la Gala de los premios de Cartagena, por su intensa trayectoria vital y literaria. Claro es que ella también nos ha regalado algo muy especial, además de su inmensa obra: en 2016 legó a la ciudad de Cartagena su archivo documental y gráfico, que tuve el honor de catalogar altruistamente durante algunos años, y digo honor porque aquello me permitió conocer verdaderamente a la poeta, a la mujer, a la amiga. Esa misma tarea la realizan actualmente con esmero Francisco de la Iglesia y María José Vázquez. El fondo documental y gráfico, como toda la obra de María Teresa, se conserva en el Archivo Municipal de Cartagena.
María Teresa Cervantes es la autora de 'Ventana de amanecer', 'La estrella en el agua', 'Lluvia reciente', 'El viento', 'A orillas del Rhin', 'Edificio póstumo', 'El bostezo del león', 'El desierto', 'Sin testigos', 'El tiempo es todo mío', 'Nubes de otoño', 'Chopin nocturno', 'La palidez del eco', 'Al fondo de la escena', 'Cartas a un apátrida', 'Ocaso musical', 'Los rostros del silencio', 'La sombra que me acompaña', 'La travesía de los sentimientos', 'La emoción del espacio', 'La luna a media noche', 'La noche sobre el hombro', 'Vuelvo a encontrar mi azul', 'Cuando la luz se apague', 'Noches y singladuras', 'En la otra orilla', 'El regreso imposible', 'En qué estás pensando', más otras prosas magníficas, ensayos y biografías. 'En los grises del Rhin', su último poemario, estaba proyectado para la conmemoración del centenario del pintor Manfred Weil, nacido el 29 de noviembre de 1920. Pero en marzo de 2020, aquel intruso devastador llamado Covid nos confinó y, durante un tiempo, nos cambió la vida. Cuando volvimos a la libertad del aire, llegaron varias publicaciones pendientes, más actos y homenajes, hasta un documental ['María Teresa Cervantes: la eternidad de las palabras', disponible en Fundación Integra y Youtube] sobre su vida realizado por el director y académico de cine Primitivo Pérez, que pudimos disfrutar en marzo de este año 2023.
La noche pesa y crece a medida que recuerda al pintor Manfred Weil. Apenas una luna, un resplandor y algunas estrellas iluminan un ambiente sereno, mientras traza una crónica, a modo de acuarela, sobre un lienzo de tiempos imprecisos
Hablando del prólogo que abre las páginas de este libro, María Teresa me recordaba que sus versos «tan sencillos [estaban] dedicados a un pintor artista más sencillo todavía como lo fuera Manfred Weil que, con sencillez, siempre ponía hasta sus pinceles en tela de juicio y, cuando le alabábamos alguno de sus cuadros nos decía: «¿Ustedes creen?». Y también afirmaba María Teresa: «Con él solo aspiro a ofrecer un gesto de gratitud a su memoria por lo mucho que aprendí de él... solía darme ánimos y, alguna que otra vez me hacía una sugerencia que siempre le agradecía. Con él aprendí un nuevo estilo: el suyo, aunque claro, nunca lo llegaría a alcanzar. He continuado siendo siempre una aficionada...».
Los poemas de 'En los grises del Rhin' nos van conduciendo por la memoria de hace cuatro décadas, cuando María Teresa decidió «no abandonar la pluma», caminar con firmeza por la que será su verdadera travesía, profundizando en la belleza de su legado lírico vital, donde hallamos siempre una decidida e inexcusable apuesta por la vida, en la que el arte juega un papel principal. Pocas personas como ella han sabido hallar un camino cósmico por el que transita magistralmente a su antojo, localizando en su recorrido a los seres intocables, los seres añorados del gran lienzo de su vida para situarlos en otra eternidad, la del poema. Esta vez es Manfred Weil el evocado.
De él traza un sutil retrato que nos deja entrever tanto al hombre de corazón acelerado, de alborotados cabellos «al viento de los días», como al pintor de mirada serena y silencios hondos que empatizó con sus propios silencios. En los cincuenta y ocho poemas de 'En los grises del Rhin' están presentes el secreto, la hondura, el misterio y los diferentes espacios: el real del río, el de las aulas, los espacios indefinidos de la lejanía o el horizonte, los espacios de grandeza, los que ocupan los sueños; el lienzo mismo es un espacio porque narra instantes y abstrae pedazos de vida; el fondo de sí misma y el de las cosas es el otro gran espacio de referencia aquí y en su poesía total. Simultáneamente, María Teresa juega con su paleta del tiempo, como ha hecho desde siempre.
La sombra inunda
Aquí la noche pesa y crece a medida que recuerda al amigo desaparecido. Apenas una luna, un resplandor y algunas estrellas iluminan un ambiente sereno, tenue, nostálgico, mientras va trazando una crónica, a modo de acuarela sobre un lienzo de tiempos imprecisos: cuando la sombra inunda, cuando la luz declina, cuando la voz se alza, un día de septiembre, un día de invierno, los días de ahora, un día soñado... Además, María Teresa extiende en su paleta-poema los infinitos instantes; los combina, los mima y los arropa con bellísimas metáforas. El lector de María Teresa sabe que nunca falta el color en su poesía. Aquí encontraremos carmines serenos, azul cobalto o azul quebrado, violetas o verdes muy intensos, rojos secretos, oros y platas, colores imprevistos o intensos, color horizonte, color invocación apasionada. Pero cuando llega al gris, se encapricha de él, se recrea en su gradación: el gris de la serenidad, el que se abraza, los grises del misterio, los grises plateados, los grises renanos, el gris de la belleza, el gris apresurado, los grises de oscura arena. Solo una poeta-pintora que continúa escrutando la dimensión de su tiempo y del tiempo del mundo, «creciendo hacia el fondo de sí misma», atrapada tantas veces en el espejo de su vida, puede realizar con singular belleza esas vivaces pinturas construidas con palabras.
Así es 'En los grises del Rhin': un caleidoscopio lírico que María Teresa conoce y domina, con el que nos invita a compartir sus silencios poblados de la emoción del recuerdo y de lo perdurable del mundo. Muchas, muchas gracias una vez más y siempre, querida María Teresa, por tus poemas, por tu palabra tan plena de vida.
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