Jóvenes escritores destruidos por el dinero

En una entrevista para 'ABC', Banville afirmaba que había visto «a escritores jóvenes destruidos por el dinero y por las miles de entrevistas en la televisión en las que no paran de repetirles que son unos genios». Él pone como ejemplo la gira norteamericana del 'Ulises' como el fin de la genialidad de James Joyce.

El mundo de Banville es el anglosajón, pero ¿ocurre lo mismo en España? ¿Ha habido jóvenes españoles talentosos cuya prometedora carrera se haya ido a la porra por culpa del dinero y los aduladores?

En España se da una curiosa circunstancia: quienes tienen éxito comercial no suelen contar con el apoyo de la crítica. Por tanto, mi pregunta queda respondida.

Hay escritores jóvenes que ganan mucho dinero con la literatura, por ejemplo, Javier Castillo, con sus thrillers de inspiración anglosajona. Pero apenas he encontrado críticas de sus obras en los medios convencionales. De hecho, él mismo señalaba en una entrevista para 'La Voz de Galicia': «En parte agradezco que la crítica no esté de mi lado». ¿Quizás por la fábula de la zorra y las uvas? ¿Quizás porque así se ha evitado la autodestrucción que señalaba Banville?

Otro caso es el de Virginia Feito y 'La señora March' (Lumen, 2022). Su libro contó con mucha atención mediática en España, tal vez por la anomalía de que publicara en inglés y porque la actriz Elisabeth Moss ('El cuento de la criada') se interesara por la obra. Y, aunque las ventas han ido bien, o más o menos bien (ya sabemos lo opacos que son los datos de ventas), la crítica no ha sido unánime y el apoyo de los lectores tampoco. Aunque la compararon con Highsmith, la comparación no dejaba de ser injusta para ambas.

También me viene a la cabeza el caso de un libro por el que su autor fue aclamado como genio de las letras, tanto por lectores como por críticos, y es Fernando Aramburu con 'Patria' (Tusquets, 2016). Pero claro, ya tenía casi sesenta años cuando el éxito llamó a su puerta.

Estoy segura de que habrá autores españoles jóvenes que hayan caído en la autocomplacencia, y cuya carrera se haya visto truncada por ello. Pero como dijo Banville, «el arte es duro, es difícil, y antes de considerarte artista tienes que ser un artesano».