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Desaparecidos

NADA ES LO QUE PARECE ·

Hasta que no fui adulto no advertí que mi abuela seguía esperando el regreso de su hijo, de mi tío. Así lo hizo hasta poco antes de su muerte

Viernes, 7 de enero 2022, 08:22

Acabo de perder a 'Tula', mi joven gata, de apenas un año, que, hace unos días, salió al patio y aún no ha regresado. Yo ... también veo, siquiera por puro morbo, los programas de investigación y crímenes, y en ellos se insiste, una y otra vez, en que las primeras setenta y dos horas –¿por qué no unas horas más o unas horas menos?– son claves para resolver el enigma y hallar a los culpables. Ha pasado más de ese tiempo y empiezo a hacerme a la idea de que ya no va a volver, a pesar de lo mucho que la queríamos, de su vida regalada, del trato estupendo que le dábamos y de la comida abundante y de los juegos con los que contaba. Al margen, claro, de permitirle, como nunca había hecho ni siquiera con mis propios hijos, que se afilara las uñas en el sofá o que se subiera a la mesa de la cocina y, por puro capricho, arrojara sobre la superficie los vasos colmados de agua.

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