Gracias, doctor Piqueras
CRISTINA CREMADES SOLANO
Viernes, 24 de octubre 2025, 00:21
Hay momentos en la vida en los que el cuerpo se detiene, como si de pronto recordara su fragilidad. Entonces una siente miedo. El mundo ... se encoge, el tiempo se vuelve lento y todo lo que antes parecía importante se desvanece. En ese estado de vulnerabilidad, la medicina se convierte en un acto de confianza y los médicos, en guardianes de algo tan sagrado como la esperanza.
Tengo 48 años y, hace unas semanas, fui intervenida de una operación en la cabeza que duró dieciséis horas. Mientras yo dormía, el doctor Piqueras y su equipo de Neurocirugía del Hospital Virgen de la Arrixaca permanecieron allí, concentrados, atentos, respirando al compás de una misma tarea: curarme.
No creo que exista forma de agradecerle lo suficiente la pulcritud y la precisión impecables de su intervención, la generosidad con su tiempo y la humanidad que dejó en cada gesto. Recuerdo que, unos días después, le pregunté si estaba satisfecho con el resultado y me respondió que sí. ¿Cómo debería sentirme yo, si no contenta y eternamente agradecida?
Discreto, franco y directo al explicar el diagnóstico y sus riesgos, el doctor Piqueras me inspiró desde el primer momento una serenidad que solo pueden transmitir quienes comprenden la responsabilidad que tienen entre sus manos y a quienes la vocación les tocó un día el corazón, convirtiendo su trabajo en una entrega diaria.
Por eso escribo esta carta como muestra de gratitud y reconocimiento, con el compromiso personal de aprovechar esta oportunidad como lo que verdaderamente es: un regalo.
Gracias infinitas, cómo no, a todos los profesionales sanitarios que me atendieron antes, durante y después de la intervención: en el quirófano, en reanimación y en planta. No sé si sois conscientes del impacto que tenéis en cada gesto, cada palabra o cada sonrisa que regaláis a un paciente.
Y gracias de corazón a tantos familiares, amigos y compañeros que, cada uno a su manera, revolucionaron el cielo durante todo este proceso: unos rezando, otros simplemente pensando en mí, pero todos deseando que las manos del doctor Piqueras hallaran el camino adecuado en una operación tan compleja y laboriosa.
Así fue. Gracias, Claudio.
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