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Miembros de Ametse toman nota de los datos registrados por la estación meteorológica del Majal Blanco y del pluviómetro.

La vegetación, una foto fija de la climatología regional

La climatología y los fenómenos meteorológicos asociados despiertan pasiones en un amplio sector de la población, que pese a no tener, en la mayoría de los casos, ninguna vinculación profesional ni lucrativa relacionada con la meteorología vive pendiente de anemómetros, barómetros, pluviómetros, higrómetros y termómetros. «Todos hemos perseguido alguna vez alguna tormenta», admite Ginés Mirón, presidente de la Asociación Meteorológica del Sureste (Ametse), aunque reconoce que en la piel de toro la fiebre cazatormentas no se puede comparar con la que existe en Estados Unidos.

PEPA GARCÍA

Viernes, 17 de junio 2016, 09:54

La Asociación Meteorológica del Sureste cumple cinco años siguiendo los fenómenos meteorológicos con el objetivo de conocer cómo afecta el cambio climático a la Región y a su flora

Precisamente esta afición es lo que dio origen en 2008 a Ametse, que celebró su primera asamblea en marzo de ese año, en el Centro de Visitantes de El Valle. «Un grupo de aficionados integrábamos un foro meteorológico en internet y se realizó una reunión en el Noroeste en la que se planteó la creación de una asociación a nivel regional», comenta Mirón, que explica que al meteoencuentro en el que nació la asociación acudieron personas de provincias cercanas, del sureste español, y de clima parecido. Por eso hoy, esta asociación la integran aficionados de Jaén, Alicante, Almería, Albacete y Granada.

La primera estación meteorológica que se puso en marcha en la Región gestionada por Ametse, que colabora estrechamente con Aemet de la Región y en cuya instalación participó el Ayuntamiento de Murcia, fue la del Majal Blanco, una estación automática y que transmite su información en tiempo real y, además del uso puramente meteorológico, tiene un uso didáctico. «Es habitual que nos pidan a los miembros de la asociación que acudamos a la estación para explicarles a grupos de escolares o a familias que acuden al aula de naturaleza del Majal Blanco cómo funciona y para qué sirve cada aparato», comenta Ginés Mirón, que nos ilustra con un detalle que encanta a los pequeños. «¿Ves estas cuerdas del termohigrógrafo?», comenta señalando el aparato que sirve para medir la temperatura y la humedad ambiental. «Es pelo de mujer rubia, que parece ser que es el mejor, porque se contrae y se estira dependiendo de la humedad que absorbe», ilustra sobre esta curiosidad.

Le siguieron la estación de El Sequén (en funcionamiento desde diciembre de 2009), con la que además se recuperaba una serie histórica de datos que ya existía, desde 1944 hasta 1977; la de El Relojero, en marcha desde el 31 de diciembre de 2011, con webcam y que facilita en la red la información diaria; la de Bullas, en el paraje de La Rafa, y la del Carche, junto al Albergue de La Peña, instaladas este mismo año; y una última, en la Sierra del Picarcho (Cieza), que todavía está en proceso.

Según explica Ginés Mirón, la importancia de estas estaciones radica en que están instaladas en zonas elevadas de las sierras de la Región, ya que «hasta hace poco las zonas de sierra regionales eran zonas blancas -por la ausencia de datos-, ya que las estaciones estaban colocadas en valles, excepto en Sierra Espuña».

Y añade José Antonio López Espinosa, de Ametse, que «la importancia de todas estas estaciones que se gestionan desde la asociación radica en que están situadas en plena naturaleza y los datos que recogen no están influidos por la contaminación del tráfico, el efecto de los aires acondicionados o el de las zonas urbanizadas». Un dato que no ha pasado por alto el grupo de Modelización Atmosférica Regional de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU), que ha instalado en la estación meteorológica del Majal Blanco y la del Carche unos captadores de contaminación para el estudio de contaminación atmosférica en el sureste de la Península Ibérica; proyecto para el que «necesitan contar también con datos meteorológicos», detalla Ginés Mirón.

La idea de Ametse es que los datos recopilados, de los que también se sirve Aemet, agencia estatal con la que colaboran muy estrechamente, y la Confederación Hidrográfica del Segura -algunas de las estaciones de Ametse integran el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH)-, sirvan para conocer cuáles son los efectos del cambio climático en la vegetación y los animales de la zona. Porque lo que ya tienen claro, con los datos recopilados en los cinco años de funcionamiento, es que el clima se diferencia bastante del de las zonas de valle y que «las precipitaciones de la vertiente sur del Valle y Carrascoy son hasta un 30% inferiores que los de la vertiente norte, al igual que la temperatura», detallan. «La vegetación es una foto fija de la climatología regional», concluye Mirón.

Paralelamente, desde Ametse están empeñados en completar la red de seguimiento meteorológico actual y para ello han establecido contactos con diversos ayuntamientos de la comarca del Noroeste con el fin de ofrecer una herramienta efectiva de interpretación del medio natural, que se convierta en un valor añadido y permita mejorar la calidad de la oferta turística, al tiempo que se da a conocer al público en general la importancia de estas ciencias para comprender nuestro entorno. Asimismo, destaca Mirón, la idea es generar un sistema de predicción efectivo, que limite los fallos de los grandes modelos meteorológicos, que desconocen las particularidades climáticas de nuestro entorno, y que permitirá, con actualizaciones casi continuas y de corto plazo en momentos críticos, la generación de alarmas efectivas y el seguimiento de episodios meteorológicos de especial interés.

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