El PP tenía un as en la manga contra el órdago PSOE-Cs
¿A qué se debía la tranquilidad de López Miras? Los populares contaban desde el primer momento con diputados naranjas dispuestos a evitar la moción de censura
En el terremoto con epicentro en Murcia que ha convulsionado durante tres días la política nacional, hay tres elementos clave que los negociadores de Ciudadanos ... y del PSOE no sopesaron adecuadamente cuando armaron la moción de censura: la fuerte división interna en la formación naranja, tanto a nivel regional como nacional; la enemistad entre Ana Martínez Vidal e Isabel Franco; y el perfil político de la propia Vidal y del concejal de Murcia Mario Gómez. Unos factores que sí supo manejar el PP cuando preparó su contraataque y desactivó la operación con tres disidentes de Cs. Aunque la moción de censura sigue viva hasta el día 18, la vuelta a la tortilla está del lado de López Miras, que ha contado con la labor decisiva del secretario general del PP, el ciezano Teodoro García Egea. Los dos se jugaban sus cabezas en este envite.
La punta del iceberg asomó la noche del pasado martes, cuando los diputados de Ciudadanos y los cuatro concejales de Murcia fueron convocados a las 20.30 horas a una reunión urgente en la sede del partido, donde se encontraron con Martínez Vidal y el vicesecretario general Carlos Cuadrado. Los citados se llevaron la «sorpresa» cuando se les puso sobre la mesa la moción de censura pactada con el PSOE. La 'automoción' de censura como la llamaron. Un órdago de los naranjas contra sus socios de Gobierno.
En la discusión, que duró varias horas, Valle Miguélez declaró que esa operación era «un suicidio» y que iban a cometer «una locura» porque el voto en la Región es mayoritariamente conservador. Cuadrado dijo que no se activaría la moción si no iba firmada por todos. Y todos firmaron: Martínez Vidal, Juan José Molina, Alberto Castillo, Isabel Franco, Valle Miguélez y Francisco Álvarez. Los tres últimos justificaron después su disidencia diciendo que firmaron por disciplina de partido, pero que en el fondo no estaban de acuerdo con este vuelco que iba a poner fin a 26 años de poder del PP, y menos en plena pandemia.
La operación llegó casi de inmediato a conocimiento del PP, y probablemente uno de los cauces fue el aviso de dos diputados naranjas. El chivatazo puso a los populares a trabajar para anular el mazazo, como se demostró 48 horas después. Ese aviso no era casual, y revelaba una relación más que fluida desde hace tiempo.
Todo apunta a que esos dos diputados eran Francisco Álvarez e Isabel Franco. El avance lo dio la Cope, y así lo narró Carlos Herrera a primera hora de la mañana: «Hemos sabido que algo se está cociendo políticamente en la Región de Murcia. Un par de diputados de Ciudadanos le han hecho llegar al PP la intención de Arrimadas y de la dirección del partido de pactar una moción de censura con el PSOE, para desalojar al PP, tanto del Gobierno de la Región como del Ayuntamiento de Murcia». Este es un elemento clave que los negociadores de PSOE y Cs no supieron calibrar. Estos siguieron adelante con la moción de censura, pese a saber que había dos diputados naranjas que habían alertado al PP y, por consiguiente, existían muchas posibilidades de que hicieran fracasar la operación, como así ocurrió cuando se les unió Valle Miguélez.
Convulsión en la política nacional
El experimento de Murcia y el efecto dominó
La Región se despertó el miércoles con un tsunami político que alcanzó al resto del país. A primera hora de la mañana, los 23 diputados del PSOE y Ciudadanos registraron en la Asamblea la moción de censura contra López Miras y la candidatura de Martínez Vidal a la presidencia de la Comunidad. Se basaban en el abuso de poder y la corrupción del PP por el 'Vacunagate', en la pérdida de confianza en el seno de la coalición de gobierno, con una relación deteriorada e insostenible, y en el conflicto municipal en Murcia.
La cepa murciana de este coronavirus político tuvo un efecto contagioso inmediato sobre las otras comunidades gobernadas en coalición por PP y Cs. Esa misma mañana, Isabel Díaz Ayuso rompió con sus socios, ordenó la disolución de la Asamblea madrileña y convocó elecciones. En Castilla y León, los socialistas registraron otra moción; mientras que en Andalucía, Juan Manuel Moreno y Juan Marín comparecieron juntos para afianzar su pacto.
Si Díaz Ayuso consigue adelantar las elecciones, puede propinarle un golpe fatal a Ciudadanos, que pagaría cara su operación en Murcia y su alianza con el PSOE. Conforme se encajaban las piezas, el mismo miércoles se comprobó que el pacto de Murcia formaba parte de una estrategia a mayor escala del PSOE y Ciudadanos como consecuencia del resultado de las elecciones de Cataluña. Inés Arrimadas necesita mover ficha, dar un golpe de timón y frenar al sector crítico de su partido. Pablo Casado quiere recomponer el centro derecha; mientras que Pedro Sánchez intenta abortar esta estrategia de los populares y empujarlos a los brazos de Vox para acentuar su derechización y achicar espacio en el centro. Una forma de hacerlo es dinamitar los pactos autonómicos de PP y Cs.
El lugar elegido para iniciar esta operación ha sido Murcia, donde la crisis en la coalición de Gobierno, con el 'Vacunagate' aún reciente, era fruta madura. El pacto PSOE-Cs tenía toda la legitimidad democrática y buscaba la alternancia en el poder, aunque resultaba inoportuno debido a la crisis sanitaria y económica.
Sintonía entre Vélez y Vidal
Los pesos pesados del PSOE tutelaron la operación
La Moncloa y Ferraz estaban en la operación, de ahí su alcance nacional. Pedro Sánchez llamó varias veces a Diego Conesa para hablar de la moción, que se activó con rapidez cuando las filtraciones pusieron en alerta al PP, que podía reaccionar adelantando las elecciones.
El ministro y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos; el diputado y miembro de la Ejecutiva Federal Santos Cerdán; y Félix Bolaños, secretario general de la Presidencia y mano derecha de Sánchez, fueron los tres pesos pesados que llevaron las negociaciones desde Madrid con Carlos Cuadrado e Inés Arrimadas. En Murcia, las negociaciones las dirigió el delegado del Gobierno, José Vélez, con Francisco Lucas y Jordi Arce.
Los contactos de Vélez con Martínez Vidal empezaron meses atrás, cuando esta fue elegida por Arrimadas. El PSOE comprobó que Vidal era proclive a un cambio político para acabar con el largo periodo de gobierno del PP en la Región. Para hacer lo que no se hizo en 2019. Para ello hubo que vencer los reparos de los socialistas murcianos, ya que había que entregar la presidencia de la Comunidad a Martínez Vidal, pese a que Diego Conesa ganó los últimos comicios. Este tenía reservada la vicepresidencia con plenos poderes, a la espera de que se archivara su causa judicial por presunta prevaricación. Se autoexcluyó el jueves, gesto que fue agradecido por Vidal. Conesa y Vélez quedarán ahora en una situación muy comprometida ante Pedro Sánchez y el PSOE si el día 18 fracasa del todo la operación, lo que puede generar conflictos internos en el PSRM.
La militancia popular, conmocionada
Vidal y Molina se confiaron, mientras los díscolos callaban
PSOE y Cs avanzaron el reparto de consejerías –tres para los naranjas y seis para los socialistas– mientras cocinaban el desalojo de toda la estructura del PP en la Comunidad. Los populares, conmocionados, se veían fuera esperando respuestas de López Miras, Teodoro García y Pablo Casado. Entre lamentos y acusaciones, se guardaban un as en la manga.
Martínez Vidal compareció junto a Mario Gómez para justificar la moción. «No podemos seguir siendo cómplices» del PP, dijo la futura candidata a la presidencia, que basó su argumento en la corrupción que todavía existe en el seno del PP. El partido Ciudadanos, hasta entonces soporte de los populares, estaba a punto de cargarse al segundo presidente de la Comunidad, después de echar a Pedro Antonio Sánchez en 2017, acorralado por los casos judiciales.
El primer contacto fue con Álvarez. «El jueves por la tarde ya estaba la cosa bastante encaminada», relata el secretario general
Martínez Vidal y el portavoz parlamentario Juan José Molina estaban convencidos de que no se rompería la disciplina de voto, ya que la moción iba firmada por todos. Salvo ellos, ninguno de los otros cuatro diputados se pronunció al respecto, y menos la vicepresidenta Isabel Franco.
Por si acaso, el PSOE tenía garantizados los dos votos de Unidas Podemos, cuyo coordinador regional, Javier Sánchez Serna, se mostró dispuesto a desalojar al PP y cerrar el paso a Vox. Eran necesarias tres deserciones en Ciudadanos para hacer fracasar la operación, una posibilidad que se consideraba muy remota, pero que era una amenaza. Y muy real como se comprobó en 48 horas.
A Vidal y Molina les resultaba difícil explicar cómo días antes presentaron la reforma de la ley del Presidente para satisfacer a López Miras y que pudiera volver a presentarse como candidato. Quizás era para entretener a los populares con este caramelo mientras ultimaban su pacto con el PSOE por la puerta de atrás. También chirriaba que el vuelco se produjera en el peor momento, algo que también les costó trabajo justificar. Asimismo, Ciudadanos ya se había cobrado la dimisión del exconsejero Manuel Villegas y de la cúpula de Salud, al igual que la renuncia del concejal de Murcia Felipe Coello, pero lo consideró insuficiente. Su alianza con los socialistas no era una fuga hacia adelante debido a las bajas expectativas electorales, recalcaron.
Malestar en otros municipios
Incompatibilidad de Gómez y Ballesta, ¿quién ganará?
En el Ayuntamiento de Murcia, PSOE, Cs y Podemos se unieron para desbancar a José Ballesta con otra moción que se debate el día 25, para poner como alcalde al socialista José Antonio Serrano. El apoyo imprescindible de Podemos se le hace cuesta arriba a algunos sectores naranjas. El jueves, José Ballesta despojó de sus competencias a los cuatro concejales de Ciudadanos, entre ellos Mario Gómez, totalmente incompatible con el alcalde. De verse fuera del equipo de gobierno, ahora tiene la oportunidad de desbancar a Ballesta en el caso de que fructifique la moción. Si les ha fallado la Comunidad, Conesa y Vidal echarán toda la carne en el asador del Ayuntamiento, aunque puede pasar cualquier cosa, visto lo visto.
El acuerdo PSOE-Cs ha dejado en el aire los gobiernos de coalición en Ceutí, Caravaca, Fuente Álamo y Pliego, con cierto malestar en las filas liberales. Hay discrepancias entre Conesa y Martínez Vidal sobre posibles cambios.
Aumenta la crisis de Ciudadanos
La venganza se sirve en plato frío: Franco versus Vidal
Mientras la sociedad murciana seguía impactada y expectante por los acontecimientos, Inés Arrimadas se enteró de que Diego Conesa estaba siendo investigado por presunta prevaricación, cosa que no le gustó. El relato de Ciudadanos sobre la corrupción del PP murciano chocaba con la situación judicial de Conesa. Al mismo tiempo, se sacaron a relucir los ERE de Andalucía.
Arrimadas también tuvo que defenderse de unas declaraciones suyas durante la segunda ola de la pandemia, cuando consideró una «irresponsabilidad» presentar una moción de censura. Quien lo hiciera tenía «un problema moral», añadió. El jueves también afloraron las voces críticas por parte de algunos dirigentes, como Toni Cantó (Valencia), Begoña Villacís (Madrid), Fran Carrillo y Juan Marín (Andalucía), entre otros. La líder naranja contestó que había hecho «lo responsable» y que no pensaba variar el giro que había emprendido, aunque al final ha convocado a la ejecutiva de su partido para tratar de sofocar el incendio interno.
La lucha en el seno de Ciudadanos es otra clave importante que quizás no haya sabido evaluar el PSOE, tanto en la Región como a nivel nacional, con varios hilos conductores. El anterior secretario de Organización, Fran Hervías, facilitó la entrada en el partido de Martínez Vidal y de Valle Miguélez. Esta última está muy relacionada políticamente con aquél, quien puede haber influido en su deserción. Miguélez, junto con Isabel Franco y Francisco Álvarez, conforman el 'clan de Alcantarilla', enfrentado a Martínez Vidal. De ahí a frustrar la moción de censura solo había un paso.
Las claves
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Avance en la Cope Pese al chivatazo que le dieron al PP dos diputados de Cs, los autores de la moción siguieron adelante
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Fallos de estrategia ElPSOE no valoró las divisiones internas en Ciudadanos y la clara enemistad de Vidal e Isabel Franco
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Apuesta de la Moncloa Sánchez, Ábalos y Bolaños están detrás de la operación, con una estrategia de alcance nacional
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Consecuencias El fracaso de la moción le puede pasar factura a Diego Conesa y José Vélez dentro de su partido
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El contraataque El primer indicio de que el PP pactaba con los disidentes fue que Franco siguió como vicepresidenta
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Debate de la corrupción Arrimadas se disgustó al saber que Conesa tiene una causa por presunta prevaricación
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Los próximos pasos ¿Acabarán los tránsfugas afiliados al PP? ¿Se guarda el PP otro as para evitar la moción de Murcia?
La venganza se sirve en plato frío. Hay una cuestión de supervivencia política. El choque entre Franco y Vidal es público y notorio. Resultó patente con la lucha por la dirección regional del partido, y después con la intención de Vidal de desalojar a su contrincante de la vicepresidencia de la Comunidad, y quizás del Gobierno, enviándola al ostracismo. Hace un mes, Franco acusó a Vidal de «graves errores», y le reprochó su ninguneo a los consejeros naranjas. Lo hizo tras la dimisión de la consejera de Transparencia Beatriz Ballesteros, quien dio un portazo por sus desavenencias con Vidal. La propia Ballesteros dijo el miércoles que Ciudadanos había presentado una «automoción de censura», por actuar contra el gobierno del que formaba parte.
Tanto Arrimadas con Vidal consideran que el abuso de poder del PP, la corrupción derivada del 'Vacunagate' y los modos de los populares, «que contratan espías y denuncian a sus socios», son motivos suficientes para la moción. Mantienen su discurso, y más ahora con «la traición» de los tres díscolos, a los que acusan de «venderse por 76.000 euros anuales y un chófer». Consideran que este es «el mayor caso de corrupción política en la Región».
López Miras juega al despiste
Llamadas y presiones a los diputados naranjas
Desde el miércoles, varios diputados y concejales de Ciudadanos vienen recibiendo un sinfín de llamadas, sugerencias y presiones, sobre todo para que no apoyen la moción de censura, según reconocen algunos de ellos.
Isabel Franco, Francisco Álvarez y Valle Miguélez permanecieron callados y casi invisibles hasta el viernes. Mientras que el presidente de la Asamblea, Alberto Castillo, no se ha pronunciado en ningún sentido. La primera pista de que el PP estaba preparando su contraataque y negociando en la sombra con los tres díscolos hay que situarla el mismo miércoles, tras el primer bombazo político, cuando López Miras decidió cesar como consejeros a Martínez Vidal y a Gabriel Torregrosa –que ha durado pocos días en el cargo– argumentando que forman parte de la dirección autonómica de Ciudadanos. Sin embargo, mantuvo en su puesto a la vicepresidenta Isabel Franco, junto al titular de Empleo, Miguel Motas, aunque fue cesado dos días después para dejar el sitio a los nuevos socios.
Desde el primer momento, López Miras se mostró demasiado tranquilo ante el desafío que tenía por delante. Una actitud propia de su carácter, pero nada acorde con la gravedad del momento. Es más, el jueves, en un acto oficial en Cartagena, se mostró resignado a dejar el cargo, y a preguntas de los periodistas negó que existiera cualquier negociación con diputados de Ciudadanos para desactivar la moción de censura. Estaba ocultando la verdad, ya que la negociación con Franco, Álvarez y Miguélez estaba en todo su apogeo y prácticamente cerrada.
El voto de Vox es ahora decisivo
Santiago Abascal llena la plaza Belluga de seguidores
Ante la decepción que crecía en el seno del PP, y las críticas latentes por su aparente falta de reacción, como no haber adelantado las elecciones, López Miras se limitó a contestar que tenía «el apoyo de Génova». Lo cierto es que en su partido le estaban esperando con la guadaña si el día 18 perdía la presidencia de la Comunidad, razón de más para que estuviera preparando el contragolpe, como se supo a las pocas horas.
Antes de que se desencadenara la moción de censura, López Miras recibió varias llamadas del presidente de Vox, Santiago Abascal, para que adelantara las elecciones, habida cuenta del deterioro de las relaciones con Ciudadanos. El presidente murciano le comentó que no era prudente hacerlo debido a la pandemia. Con el foco político nacional centrado en Murcia, Santiago Abascal acudió el jueves a la plaza de Belluga, donde había convocado una rueda de prensa, pero a la postre se convirtió en un mitin multitudinario en el que animó a sus simpatizantes a salir a la calle contra «la traición de Ciudadanos». A partir de ahora, el único escaño de Vox en la Asamblea se ha convertido en decisivo para el PP, que probablemente lo tenga como socio en la próxima legislatura.
Gabinete de crisis en Génova
El PP envió a González Terol para sondear el terreno
Al final, el PP sigue aferrado al poder tras 26 años ejerciéndolo. Y López Miras ha hecho la remodelación de Gobierno, pero de qué manera... Pablo Casado, Teodoro García y López Miras han salido reforzados de esta crisis, sobre todo de cara a su partido. El jueves por la tarde, el PP ultimó su contragolpe. Teodoro García se subió al coche y se plantó en Murcia para reunirse con López Miras y cerrar esa noche el acuerdo con Valle Miguélez, Isabel Franco y Francisco Álvarez. Fue el colofón a una negociación contra reloj que comenzó la noche del miércoles cuando López Miras, García y Pablo Casado se enteraron del pacto PSOE-Cs por los diputados naranjas. «Era un movimiento tan a traición que dudamos al principio de que fuera real, pero a las dos de la mañana se confirmó. No pegamos ojo en toda la noche», explica García. Previamente, Casado llamó a Inés Arrimadas para aclarar la situación y si era posible buscar una solución, pero no pudo hablar con ella.
Teodoro García:«Podíamos perder la Comunidad, pero no adelantamos elecciones por la pandemia y porque no se iba a entender»
«Teníamos dos opciones: convocar elecciones de inmediato o intentar parar la moción, las dos muy arriesgadas. Descartamos el adelanto electoral porque pensamos que los ciudadanos no lo iban a entender, y menos con la pandemia. No nos iba a favorecer nada. Además, toda la maquinaria del Gobierno central se nos habría echado encima. Tampoco teníamos un relato para explicarlo, ya que no bastaba con decir que PSOE y Cs iban a presentar una moción», apostilla Teodoro García al narrar los entresijos de esos tres días frenéticos.
En Génova no sabían exactamente cuándo se iba a presentar la moción en la Asamblea. García envió a Murcia al vicesecretario de Política Territorial del PP, el cartagenero Antonio González Terol, para que «hablara con mucha gente y recabara información sobre el terreno». La noche del miércoles, el PP convocó en Génova a su Comité de Dirección para evaluar la situación, entre ellos a Ana Pastor y Cuca Gamarra, con González Terol en videoconferencia.
Los populares creyeron que podían perder el Gobierno de Murcia con o sin convocatoria electoral. Optaron por desactivar la moción sabiendo que había diputados naranjas dispuestos a ello. La sintonía con los disidentes venía de atrás, y era una baza importante que aprovecharon al máximo. «El grupo del PP siempre ha tenido una buena relación con estas tres personas», indica Egea refiriéndose a Álvarez, Miguélez y Franco. «De hecho, uno de los movimientos que se hizo el miércoles fue no cesar como vicepresidenta a Isabel Franco. Eso sorprendió a mucha gente».
El acto institucional, chafado
Teodoro estaba con Miguélez y Conesa con Martínez Vidal
El PP detectó que «había mucho descontento en la base de Ciudadanos y una gran división interna», y trazó la hoja de ruta. «Primero había que aguantar estos tres días, aun sabiendo que me iban a hacer responsable de todo esto por tratarse de mi tierra», explica el político ciezano. «Hablamos mucho y nos centramos en la vigencia del pacto de gobernabilidad, con el que estos diputados se sentían identificados».
Las conversaciones las llevaron en secreto Egea y López Miras, informando a Casado. «El jueves vine a Murcia con la cosa bastante encaminada». El primer contacto se hizo con Francisco Álvarez, y el último con Miguélez, que estuvo el viernes por la mañana con Teodoro García en Murcia. En ese mismo momento, Diego Conesa y Martínez Vidal pronunciaban en Lorca una declaración institucional para sellar su acuerdo, que quedó en papel mojado cuando casi de inmediato se anunció el pacto del PP con los tránsfugas.
El número dos del PP niega un 'tamayazo'; dice que los díscolos «no han pedido nada, solo seguir con el pacto de Gobierno»
Teodoro García niega que se haya producido un 'tamayazo' y que el PP les haya ofrecido algo a cambio. Incluso un puesto en la próxima legislatutra. «No han pedido nada. Cero. Su único anhelo es seguir con el acuerdo de gobernabilidad y mantener sus cuatro consejeros. Me duele que se estén comentado cosas que son excesivas. Ellos han reflexionado mucho ante una decisión difícil; solo había dos caminos, y uno era darle todo el poder al PSOE y a Vidal», señala García. Días antes, este abrió las puertas del PP a los descontentos de Cs, en especial a estos tres. Ante la posibilidad de que se afilien al PP, García indica que en los próximos días «se sabrá qué decisión toman. Tienen todo mi agradecimiento».
El PP sostiene que la operación le ha salido mal al PSOE. «Es evidente que esta jugada es de La Moncloa, que tiene un plan, y su primera fase es desestabilizar los gobiernos de PP y Ciudadanos. Todo el que pacta con Sánchez sale dañado», apunta el dirigente popular. En cuanto a la moción en el Ayuntamiento de Murcia, el PP espera que algunos «reflexionen». Basta con un voto disidente para hacer fracasar también la moción de censura... ¿Tendrá el PP otro as en la manga?
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