Así fue el homicidio de Bourama Dembélé, un vecino de Murcia tiroteado en Málaga
La investigación de la Policía Nacional resuelve el caso de este maliense que vivía en la capital de la Región
El maliense Bourama Dembélé, de 39 años, se levantó ese día muy temprano, antes de las cinco de la mañana ese 1 de marzo, tenía que hacer un viaje importante y tenía que prepararse. A las ocho de la mañana, seguía en su casa del barrio del Carmen de Murcia y media hora más tarde ya estaba en ruta. Cruzó Almería, Granada, y llegó a Málaga a mediodía. No iba a hacer turismo. Tampoco iba a visitar a nadie. Viajaba para cerrar un trato.
Por el posicionamiento de antenas móviles es detectado en Marbella a las dos de la tarde. Un movimiento que encajaba –horas después lo confirmarían– con la declaración de uno de los detenidos, Michael P.. Aquel día, el negocio no pudo hacerse en Málaga porque «el tío no estaba disponible». Antonio F. B. propuso entonces intentarlo con «otra gente de Puerto Banús». Pero a las cuatro, cambiaron los planes. El tipo del negocio inicial ya estaba listo para «el trato». Volvieron a Málaga.
A las 18.01 horas, el teléfono de Bourama se conectaba ya en la zona de La Palmilla. Era sábado. Nadie vio llegar al grupo de forasteros. Venían desde fuera de Andalucía. El maliense vivía en Murcia, aunque viajaba frecuentemente a Alicante. En la denuncia de desaparición presentada por su pareja cuatro días después, ella diría que trabajaba en el campo, normalmente en la zona de Blanca. «No sé qué hacía en Marbella», declaró. Tampoco sabía que no había llegado solo.
Su pareja denunció la desaparición el 5 de marzo en la comisaría de San Andrés. Dijo que su novio se había ido a Marbella
Por la calidad del material, por la cantidad de la mercancía, por un cambio repentino del precio inicial... no se sabe, pero el negocio se torció en la planta doce de un edificio de la calle Deva. Allí vivía uno de los detenidos. Dentro del piso, en el salón, hubo una pelea. El mobiliario desplazado, los objetos por el suelo y la sangre en las paredes lo dejaron claro a los investigadores. Luego vinieron los disparos.
Balas tipo 'wadcutter', munición civil, de plomo, sin punta. Dos de ellas, al menos, partieron desde el salón. Luego otro tirador –tal vez el dueño del piso– respondió desde el dormitorio. Disparó primero hacia el pasillo, como aviso. Después salió del cuarto y pegó al menos ocho tiros más. Uno de ellos impactó en Bourama. Herido de muerte, sangrando, salió de allí por su propio pie. Descendió ocho pisos, aferrándose a la barandilla. Su teléfono seguía en la zona.
Aviso de disparos
A las 18.47 horas aún se conectaba con la antena próxima a la calle Deva. Poco después, Bourama se desplomó. Lo hallaron en el rellano del cuarto piso. La Policía Nacional acudió tras varios avisos de vecinos que alertaban de un tiroteo. Dentro del piso hallaron una escopeta, munición y restos de droga. También estaba uno de los implicados herido por arma de fuego.
Fue trasladado al hospital y detenido tras recibir el alta. Más tarde cayeron otros cinco. La investigación concluyó que aquello fue una venta de droga fallida o un vuelco. O ambas cosas. Las detenciones llegaron en mayo, dos meses después, tal y como publicó LA VERDAD el pasado mes de junio. Uno de los arrestados, el que resultó herido, Fernando F. R., entró en prisión provisional por un delito de homicidio por orden la jueza del Juzgado de Instrucción número 5 de Málaga.
Los otros cinco fueron acusados de encubrimiento. La versión oficial reconstruye una venta fallida entre un grupo malagueño y otro murciano-alicantino. Bourama estaba con estos últimos. La familia de Bourama negó que estuviera implicado en actividades delictivas. Pero la hipótesis de los investigadores no cambia.
¿Dónde está Bourama?
La pareja del maliense denunció su desaparición el 5 de marzo en la comisaría de San Andrés de Murcia. Dijo que su novio se había ido a Marbella el día 1 a las cinco de la mañana. A las 14.30 habló con él. A las 16.30 horas recibió un emoticono con un corazón. Ese fue su último mensaje, luego ya no hubo respuesta. Intentó llamarlo esa misma noche. El teléfono sonaba, pero nadie contestaba.
El móvil siguió encendido hasta el 3 de marzo. Ese día, el dispositivo empezó a moverse sin propietario por varias localidades malagueñas. Primero apareció en el municipio de Cártama, después en Casarabonela, y finalmente en Ardales. Entre ellas había una distancia de unos 20 kilómetros. A las 20.42 horas del día 4 se perdió definitivamente la señal. Nadie sabe quién lo llevaba. Ni dónde está ahora. Alguien lo llevó encima y alguien lo apagó después.
En su denuncia, su novia, que ha dejado en manos del abogado Álvaro Prieto la acusación particular, entregó una foto. Describió a Bourama como un hombre musculado, piel negra, tatuaje circular en el brazo izquierdo. Llevaban tres años de relación. No convivían, pero hablaban todos los días. El día de su desaparición, ella intentó localizar a un amigo suyo en Francia. Tampoco sabía nada.
La sangre salpicaba paredes y suelos. Era el rastro de una ejecución tras una tensa disputa
Ocho impactos de bala
La escena del crimen llevaba el sello de un tiroteo. En el pasillo del piso, los especialistas de la Policía Nacional localizaron ocho huellas de bala. El dormitorio tenía marcas de disparo en el enlucido de la pared. La sangre salpicaba paredes y suelos. Era el rastro de una ejecución tras una tensa disputa. Un negocio que se torció en segundos.
Mientras el cuerpo yacía en el cuarto piso, en la planta doce los investigadores trabajaban en silencio. La Policía acordonó el edificio. Buscó huellas. Recogió proyectiles. Revisó las cámaras.
Un hilo de sangre seca marcaba el camino escaleras abajo entre el disparo y el desvanecimiento. La última imagen que dejó el cadáver fue la de un cuerpo agotado, junto a un charco de sangre, boca arriba, con los ojos fijos en el techo del rellano. Había bajado ocho pisos del bloque con un proyectil incrustado en su pecho y en la cuarta planta, en el último tramo de la escalera, junto al ascensor, se desplomó.
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Los agentes hallaron cocaína de gran pureza en el piso de La Palmilla
La investigación del tiroteo ocurrido el pasado 1 de marzo en un piso del barrio malagueño de La Palmilla, que costó la vida a Bourama Dembélé, de 39 años, reveló la presencia de cocaína de alta pureza en la vivienda donde se produjo el enfrentamiento. Un informe del Laboratorio Toxicológico de la Policía Científica, remitido al Juzgado de Instrucción número 5 de Málaga, confirma que una de las bolsas incautadas contenía cocaína con una pureza del 77%, valorada en más de 4.800 euros por dosis en el mercado ilícito. Junto a la droga se halló un bote con 43 gramos de manitol, sustancia empleada habitualmente para cortar estupefacientes.
Los vestigios fueron intervenidos durante la inspección en el domicilio de Fernando F. R., uno de los detenidos, quien resultó herido de bala durante el tiroteo. Además de la droga, se encontraron una escopeta, munición y útiles para la manipulación de sustancias.