Mutu Coulibaly: «Son personas agradecidas que quieren trabajar»
Uno de los intérpretes de Accem en el Naval conoce bien el drama de la inmigración: llegó a Cartagena con solo 4 años para encontrarse con su padre
Mutu Coulibaly nació en Mali hace 26 años, pero se siente cartagenero. Tenía cuatro años cuando llegó a la ciudad con su madre y hermanos para reencontrarse con su padre a través del servicio de reagrupamiento familiar. El hombre entró a Europa por Francia antes de recalar y afincarse en Cartagena. La familia recibió ayuda de Accem, encima de cuya sede residían. Ahora, Mutu es intérprete en el campamento del Hospital Naval y trabaja para la ONG haciendo de intermediario entre los «zagales» que, como su padre hizo en el pasado, se juegan la vida en una patera para encontrar un futuro mejor.
El joven se comunica con los usuarios del Naval en francés y bambara, uno de los idiomas más empleados en su país de origen, aunque advierte de que «hay muchos dialectos» entre los más de 4.600 inmigrantes que han pasado por el dispositivo de emergencia humanitaria desde su apertura hace ya un año. A estos les da confianza encontrar a alguien que hable su mismo idioma tras llegar a tierra después de semanas de dura travesía y encontrarse con una realidad inesperada.
La prioridad de los usuarios es regularizar su situación en el país de acogida y conseguir un primer empleo
Estancias diferentes
En su mayoría, los que llegan son jóvenes de entre 18 y 25 años, procedentes del Sahel y de África Occidental. Sobre el tiempo medio de estancia en el centro de acogida de emergencia y derivación para inmigrantes (CAED) de Tentegorra, la ONG reconoce que es «muy variable», dependiendo de las redes de apoyo que tenga cada inmigrante. De no tener familiares o amigos con los que marcharse, su estancia en este centro es más prolongada o acaban siendo derivados a otros centros de las mismas características que Migraciones tiene en funcionamiento en Andalucía, Extremadura y Madrid, hasta que Accem encuentra una solución habitacional para su futuro más inmediato. También hay un alto porcentaje que acaban siendo derivados a otros servicios, como los demandantes de asilo y de protección internacional por sus especiales condiciones.
En la ONG aseguran que la mayoría de inmigrantes que han pasado por el campamento del Naval no residen en la Región de Murcia, aunque no dan datos oficiales ni del número de usuarios ni de sus destinos. Y, sobre todo, que nadie queda en situación de calle, la máxima preocupación, según dicen, del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
«Vienen para salir adelante, a buscarse la vida e integrase en una sociedad desconocida para ellos. Preguntan por los trámites que tienen que realizar para regularizar su situación y empezar a trabajar. Intento transmitirles que las cosas van poco a poco. Muchos llegan sin nada y se encuentran perdidos y en Accem estamos para acompañarlos. Aparte de que todos hemos sido inmigrantes alguna vez», afirma Mutu.
«Lo que buscan es un porvenir, un trabajo que les permita justificar que llevan determinados años viviendo en España para solicitar arraigo, un permiso de trabajo y poder trabajar de manera legal en las mismas condiciones de igualdad que el resto de personas», añaden desde la ONG.
Interés por el castellano
Entre las primeras palabras que quieren aprender del castellano destaca la locución «muchas gracias», porque «son personas agradecidas, que valoran cualquier gesto ante su falta de recursos. Solo quieren trabajar», relata el joven intérprete, que se ve reflejado en ellos y en las experiencias de su familia.
Muchos insisten en las palabras que deben emplear para salir a buscarse la vida. «Hay que recordarles que su prioridad depende de un proceso. Para muchos es complicado aceptar que no es tan fácil y rápido cómo les gustaría», dice Coulibaly.
De los cerca de 500 profesionales a los que da trabajo el campamento de inmigrantes del Hospital Naval, de forma directa o indirecta a través de empresas de servicios auxiliares, hay un alto porcentaje de empleados que salen del paro, así como de recién titulados que trabajan por primera vez y tienen sueldos muy superiores a los de la media de su sector. Los intérpretes suelen ser inmigrantes como Mutu, que se desenvuelven con distintos dialectos y conocen bien la realidad en sus países de origen. Por otra parte, entre los usuarios del campamento del Naval el castellano es el taller más demandado para iniciar su camino hacia una integración real, de la cual Mutu Coulibaly es un ejemplo.
LA ONG destaca que no hay problemas en la convivencia
El centro de acogida de emergencia y derivación para inmigrantes (CAED) está abierto de 10 a 22 horas. Los usuarios se levantan a las siete de la mañana y desayunan de 8 a 10 horas. A partir de ahí, comienzan una rutina de actividades durante el día para ocupar su tiempo y no caer en la desidia, que se divide entre las citas con los especialistas y los diferentes talleres, como castellano, contextualización para conocer la realidad social del país de acogida y deporte. También hay «charlas motivadoras, porque muchos de ellos están desanimados, y sesiones psicológicas para tratar los frecuentes problemas del sueño», dice Mutu Coulibaly. Accem organiza excursiones para conocer la ciudad y su oferta cultural y de ocio. Asimismo, es frecuente ver a grupos de jóvenes jugando en pistas deportivas de los barrios aledaños y paseando por la ciudad. En este primer año, ha trascendido la expulsión de dos acogidos por incumplir las normas internas. La ONG insiste en que no ha habido problemas de seguridad, ni dentro del Naval ni en su entorno, y que la convivencia de diferentes nacionalidades ha «sido muy positiva» desde el principio. No obstante, este diario tiene constancia de varios conflictos entre usuarios y el personal que los atiende.