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Una carabela portuguesa avistada en el mar. EFE
La carabela portuguesa desaparecerá de la costa regional cuando suba la temperatura del agua

La carabela portuguesa desaparecerá de la costa regional cuando suba la temperatura del agua

Los expertos aseguran que la presencia de este animal es normal «ahora que el agua está aún fría, ya que es un hábitat propicio para su desarrollo»

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Sábado, 22 de junio 2019, 02:15

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Aguas frías para desarrollarse, y viento y corrientes que las empujen. Son las condiciones ideales para que el viaje a la deriva de la carabela portuguesa se mantenga. El primer requisito va a provocar que su presencia en la costa de la Región tenga las horas contadas. Conforme la temperatura del agua aumente en las próximas semanas, este hidrozoo sifonóforo irá desapareciendo. Así lo atestigua Emilio María Dolores, jefe del Servicio de Pesca y Acuicultura de la Consejería de Agricultura.

El especialista argumenta que su presencia en este momento es compatible con la temperatura del mar, «que ronda los 22 grados; aún es baja y puede sobrevivir», advierte el jefe del servicio, que aclara que lo habitual es que cuando suba la temperatura del agua, en las próximas semanas, el animal morirá. Acostumbrada a las temperaturas más bajas del Atlántico, cuando el agua aumente varios grados, «el hábitat será incompatible con su desarrollo, por lo que desaparecerá», precisa.

Su presencia cercana a la costa se debe al viento, que las acerca junto con las olas, ya que se trata de organismos «sin capacidad de nadar ni de gobierno en el agua. Cuando sopla poniente son arrastradas hacia Mazarrón, y cuando hay levante, se aproximan al litoral de La Manga».

Esta falsa medusa carece de la capacidad de nadar, por lo que está a merced de la brisa y del oleaje

La falsa medusa se detectó por primera vez en el Mediterráneo en 2010 con una llegada masiva de estos ejemplares. A los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) este hecho les resultó llamativo y estudiaron el fenómeno. Tras analizarlo, concluyeron que esa irrupción tenía más que ver con las condiciones meteorológicas que con el cambio climático. Aquel año se produjeron varios fenómenos meteorológicos que provocaron lluvias intensas y fuertes vientos de Poniente durante varias semanas, y llevaron a las carabelas a pasar del Atlántico al Mediterráneo. Desde entonces, su llegada se ha repetido año tras año y numerosos ejemplares de carabela acceden todas las temporadas al Mare Nostrum por el Estrecho de Gibraltar, impulsadas por el viento de Poniente, y avanzan en función de las distintas circunvalaciones de la corriente de entrada.

«Hay que tener cuidado según el viento que sople, porque arrastra a los sifonóforos hacia la orilla»

«Su ruta desde el Atlántico es imprevisible. Dependiendo del vórtice en el que se encuentre, la falsa medusa puede ir en paralelo a la costa africana, donde hay una corriente más allá de la isla de Alborán o, desde allí, girar hacia el norte a la parte de Málaga, Almería y la Región. Si llega más arriba de Cabo de Palos, allí hay otra turbulencia de circunvalación de agua que lleva hasta la costa de Alicante, Valencia y Baleares», explica Emilio María Dolores. Por eso, indica, es bastante normal verlas frente a las costas de la Región, principalmente desde Cabo de Palos hacia el sur.

El especialista indica, además, que es imposible atajar su presencia con infraestructuras que hagan de barrera en mar abierto. «No se puede poner un balizamiento estable en el Mediterráneo que impida la entrada de estos organismos. Por eso es importante tener precaución estos días, cuando sepamos que ha hecho viento, y estar pendiente por si las vemos. Al contrario que otras medusas que están totalmente sumergidas, este organismo se ve cuando el mar está plano», recomienda.

Avistamientos

Las espectaculares marcas que dejó una carabela portuguesa en el cuerpo de Naomi Mateos han provocado gran inquietud y muchos interrogantes acerca de la presencia de este animal en las costas de la Región. La chica de 22 años sufrió el abrazo tóxico de decenas de tentáculos de este organismo colonial mientras se bañaba en una cala de la playa lorquina de Puntas de Calnegre. Literalmente, le quemó la piel, provocándole heridas por abrasamiento en pecho, espalda, hombros, y manos.

Cuando fue atendida, los sanitarios dijeron que si, en lugar de ser una joven fuerte, hubiese sido un niño pequeño o una persona mayor con problemas del corazón, las consecuencias podrían haber sido incluso trágicas, señalan fuentes de Cruz Roja, que trasladaron a la afectada al centro de salud de la diputación de Ramonete. Ella es la víctima más grave de este animal en la Región, desde que su presencia en el litoral regional se conoció hace unos años.

«En 2017 empezaron los primeros avistamientos de carabelas cerca de la costa, pero fue el año pasado cuando se vieron en mayor cantidad en casi todas las playas de Mazarrón. En 2019 se han detectado varias en la orilla de las playas de Bolnuevo y Las Moreras, pero en menor cantidad que en el periodo anterior. A pesar de que su presencia es patente, nunca hemos atendido ningún caso de picadura», explica Lorenzo Méndez, técnico de Salvamento Marítimo de Cruz Roja en Mazarrón. Una de las características de esta especie es que tiene una parte visible en la superficie del mar. La bolsa es un pólipo cargado de gas, de color rosáceo o azulado, en forma de botella y es perfectamente distinguible. Esa parte se desinfla y se hunde para evitar el oleaje en caso de temporal, pero con buen tiempo flota para dejarse arrastrar por las corrientes y el viento, haciendo la función de vela.

«Se ven a bastante distancia, pero si se detecta una a lo lejos no hay que confiarse porque, aunque parezca que está alejada, sus tentáculos, que suelen medir unos 10 metros, puedes tenerlos encima y picarte sin siquiera verlos. Esto puede ocurrir sobre todo cuando hay corriente. Por eso es muy importante salir del agua, alertar a cualquier persona que se encuentre dentro para que abandone la zona y llamar al puesto de socorrismo más cercano», advierte Méndez.

Uno de los motivos de la mayor presencia de este organismo en las costas es, según Méndez, la desaparición de uno de los pocos depredadores de la carabela portuguesa, la tortuga boba, «que está en peligro de extinción», indica el trabajador de la institución humanitaria.

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