«No doy crédito a las mentiras que se inventan»
El padre de Lucía, la menor que se suicidó el pasado 10 de enero, carga contra los profesores del IES Ingeniero de la Cierva por no haber tomado más medidas ante el supuesto acoso escolar que sufría su hija
la verdad
Lunes, 30 de enero 2017, 19:24
El padre de Lucía, la menor que se suicidó el pasado 10 de enero por presunto acoso escolar, muestra su indignación y repulsa hacia el escrito que firmaron el 90% de los profesores del IES Ingeniero de la Cierva, en el que aseguraban sentirse "linchados mediáticamente, perseguidos policialmente y cuestionados y no respaldados por parte de la Administración educativa", tal y como adelantó 'La Verdad' este sábado. Joaquín García, en una carta remitida a este diario, asegura "no dar crédito" a las "mentiras que se inventan para no reconocer sus errores y su incompetencia".
En la misiva recalca que su hija Lucía tenía "su vaso lleno, lleno de insultos y agresiones que por su carácter callado y prudente no nos comunicó hasta que fue demasiado tarde. Llevaba todo el curso soportando a diario ese martirio, pero resulta que para sus profesores y educadoras, a pesar de comunicárselo, no era acoso". Joaquín García denuncia que a pesar de las continuas agresiones, insultos y peticiones no se reconoce el acoso por parte del centro donde la menor cursaba sus estudios hasta que se cambió de instituto por petición de los progenitores: "Hemos de hacerlo nosotros cuando se nos niega el cambio de instituto por parte de la jefa de estudios, diciendo que han hecho todo lo que tenían que hacer y que la decisión de cambiarla fue 'personal'; seguramente lo fue, fue una decisión personal intentar llevarnos de ahí a nuestra hija porque no podía más, porque tras los días de expulsión de los acosadores la situación era la misma".
El padre de la menor asegura que buscaban "el mejor ambiente y educación para Lucía, pero nos equivocamos, ni el lugar ni sus educadores eran los adecuados. Ahora sus mentiras los delatan y se inventan actuaciones e iniciativas que no hicieron para justificarse".
Joaquín García termina su carta recordando que en el instituto Cascales, al que llegó la menor tras el traslado, sí encontro "el apoyo que necesitaba, nuevos amigos que compartían sus aficiones. Se incorporó al coro y participaba en programas de radio, pero no fue suficiente. Estaba demasiado afectada y se había creído los insultos que tanto le repetían: 'Gorda, fea, das vergüenza ajena, quién se va a sentar con la lechosa'".