Joanna Pocock: «La menopausia fue una gran oportunidad para reevaluar mi vida»
La escritora canadiense relata en 'Rendición' su convivencia en Montana (EE UU) con tramperos, ecosexuales, nómadas y ecologistas en plena crisis de la mediana edad
Un festival de ecosexo no es mal plan en las montañas de Montana (EE UU), el vasto y salvaje territorio en el que la escritora ... Joanna Pocock (Ottawa, Canadá, 1965) convivió durante dos años, coincidiendo con una crisis vital al alcanzar la mediana edad, con comunidades empeñadas en seguir los ciclos de la naturaleza: ganaderos, 'rewilders', recuperadores de ríos, nómadas, nativos, tramperos de lobos, cazadores de búfalos, ecologistas radicales, preparacionistas, mineros, guardianes de semillas... La autora, profesora en la Universidad de las Artes de Londres, recogió esas vivencias en 'Rendición' (Errata Naturae), su primer libro, que acaba de publicarse en España y se lee con placer, curiosidad y asombro. Desde la capital del Reino Unido, y «echando de menos cada día los espacios abiertos y el horizonte de Montana», contesta a las preguntas de LA VERDAD.
–Cambió Londres, la urbe por excelencia, por Montana, en la Norteamérica más salvaje.
–La propuesta partió de mi marido, aunque he de reconocer que tardé unos cuantos meses en darme cuenta de que este cambio tan drástico también era imprescindible para mí y para nuestra hija. Elegimos Missoula, en Montana, de manera casi aleatoria. Y sí, creo que el cambio radical a veces es vital. Poner rumbo a lo desconocido es un buen método para averiguar quién eres de verdad.
–La menopausia y la crisis de la mediana edad la empujaron a cambiar de vida. Pasó a la acción en lugar de deprimirse.
–Me siento incapaz de permanecer impasible si las cosas no van bien. Aterrizar en la mediana edad y empezar con la menopausia fueron grandes oportunidades para reevaluar mi vida. No iba a descarrilar por un proceso natural que estaba ocurriendo en mi cuerpo. Tardé un poco en aceptar la menopausia y los cambios fisiológicos, emocionales y físicos que la acompañan. También estaba pasando por varios procesos de duelo, pero la menopausia y la pérdida de los seres queridos es simplemente parte de ser mujer y de ser humana, y quería aceptarlo. Quería rendirme a los ciclos naturales de la vida. Cuando al fin aceptas la menopausia, ¡te subes a una montaña rusa!
–Se mezcló con cazadores, tramperos y en general con tipos que solo vemos en 'realities' de canales de televisión por cable. ¿Es posible una vida tan primaria en pleno siglo XXI?
–Hay personas reales que viven de una manera que para ellos se encuentra en armonía con la Tierra. No es la recreación de una época pasada; es la creación de una vida contemporánea que mantiene los hábitats y ecosistemas naturales y que puede verse como una forma de asegurarse el futuro. Mi trabajo como escritora no es hacer que estas personas parezcan sensacionalistas o raras, sino comprender cómo podemos acercar un poco nuestra forma de vida a la suya.
«¿Cuántos de nosotros hemos podido presenciar una caza tribal de búfalos?»
–Vivió experiencias increíbles...
–Para mí, escribir es una manera de entender el mundo y una oportunidad de dar cabida a voces que por lo general no son escuchadas. ¿Cuántos de nosotros hemos podido presenciar una caza tribal de búfalos o asistir a bodas con la Tierra? Quería compartir con los lectores la emoción que sentí al conocer a personas que han encontrado maneras de vivir fuera del consumismo.
–Confieso que no sabía nada del ecosexo antes de leer su libro...
–¡Como tanta gente! Es placentero estar cerca de la tierra y las plantas. La ecosexualidad puede ser sentir el viento en la cara, o puede ir tan lejos como lo que presencié en un encuentro de ecosexo, donde la gente recreaba rituales nupciales con la Tierra.
–Cuenta que en Missoula, sin apenas pertenencias ni arraigo, se sintió muy libre.
–Somos esclavos de los bienes materiales. Que lo que mueva nuestro sistema económico sea el crecimiento exponencial de bienes no durareros también implica la extinción de especies y el drenaje de recursos del planeta. La investigación que hice para 'Rendición' fue increíblemente reveladora. Mientras me sumergía en ella tuve que tomarme descansos porque cuando de verdad observas lo que estamos haciéndole a la Tierra, es muy angustioso.
EL LIBRO
-
Título 'Rendición'
-
Autora Joanna Pocock
-
Editorial Errata Naturae
-
Precio 23 €
-
Páginas 400
–¿Qué aprendió en esos dos años?
–Vivir con muy poquito —nos fuimos con lo mínimo— me ha permitido confiar en las experiencias más que en los objetos. Los objetos se convierten en polvo, las experiencias viven tanto como tú. Conocí a muchísima gente en Washington, Montana, Idaho, Oregón y por todo el Oeste que estaban viviendo estas vidas fuera de la norma y que tenían todo el sentido para mí. Personas que aprendían técnicas ancestrales. Por ejemplo, ¿por qué no aprendemos a curtir pieles y hacer medicinas con plantas? Salir al mundo real y hablar con personas que están disfrutando al máximo de la vida mientras cuidan el planeta es un bálsamo en estos tiempos tan crueles.
–Escribió 'Rendición' antes de la pandemia. ¿Hubiera preferido pasar este tiempo tan incierto en la libertad de las montañas de Montana?
–He reflexionado mucho sobre ello. No me gusta la mentalidad de búnker, esta idea de que puedes encontrar refugio en tu pequeña burbuja mientras la Tierra arde. No hay huida posible, y la idea de que con el suficiente dinero puedes vivir alejado de la destrucción solamente causa más división entre aquellos que lo tienen y los que no.
«La mentalidad destructiva y extractiva está detrás de muchas guerras»
–Aún no hemos superado la crisis del coronavirus y ya estamos metidos en una guerra.
–Las pandemias, junto con la invasión del ser humano de hábitats salvajes y nuestra dependencia de combustibles fósiles, el cambio climático… todo está conectado. La avaricia, el abuso de poder, la colonización y la mentalidad destructiva y extractiva están detrás de muchas guerras, igual que están detrás de la destrucción de los ecosistemas que mantienen la vida de este planeta. Una vez que dejamos de ser nómadas y de seguir a nuestras fuentes de alimento, y una vez que empezamos a acumular cereal, nos encontramos de repente con una comodidad que podía desafiarse y por la que se podía luchar. Todavía seguimos luchando por este cereal metafórico, aunque ahora ya no es solo grano, sino que se ha transformado en petróleo, litio, cobre, oro y todos los innumerables recursos que apoyan nuestro creciente sistema económico.
–¿Tiene el planeta más pasado que futuro, igual que una persona que ha cumplido 50 años?
–Creo que la Tierra todavía tiene para rato. Si puede soportar la vida humana, es otro tema. La vida marina está desapareciendo rápidamente, al igual que nuestros insectos. Los hábitats de los grandes mamíferos están siendo destruidos para que podamos tener muebles baratos y galletas de aceite de palma. Estamos en la vía rápida hacia la destrucción de la vida en este planeta. ¿Cuánto se tardará? No tengo ni idea.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión