Sierra Espuña y la pincelada de Velázquez
El intento del Gobierno regional de convertir en parque nacional el espacio protegido murciano ha tenido un recorrido muy corto
'Sierra Espuña no será parque nacional'. Hacía tiempo que no escribía un titular tan directo, sin rodeos ni frases subordinadas. Lo hice el domingo pasado en LA VERDAD para contar que, efectivamente, el intento del Gobierno regional de ascender de categoría el espacio protegido murciano no iba a prosperar. El Organismo Autónomo Parques Nacionales aún no ha dado una respuesta oficial o definitiva a la Comunidad Autónoma, porque la Consejería todavía no ha enviado la memoria final de su candidatura, pero la Administración central ya le ha hecho saber que al pulmón verde del Valle del Guadalentín le falta «la pincelada de Velázquez» (con estas palabras me lo explicaron) para ingresar en el club restringido de las maravillas naturales españolas.
Bastaba con leerse la Ley de Parques Nacionales y echar un vistazo a los espacios naturales que integran la red para darse cuenta de que Sierra Espuña lo tiene muy difícil. Básicamente porque no se trata de un ecosistema único o con valores excepcionales que encuentren su mejor representación en estas montañas de Alhama, Totana, Aledo, Mula y Pliego. Tampoco cuenta con la superficie mínima (20.000 hectáreas, aunque se estaba trabajando en su ampliación) y sigue sin derogarse la Reserva de Caza, consagrada además a una polémica especie invasora, el arruí (la actividad cinegética está prohibida en los parques nacionales).
Pese a tanto obstáculo, durante la pasada legislatura se puso a trabajar a los técnicos de Medio Ambiente en un expediente en el que la Comunidad Autónoma tenía puestas grandes esperanzas turísticas. No tantas en cuanto a objetivos de conservación, sospecho.
¿Castigo a Murcia?
La reacción del Gobierno regional, esperable, ha consistido en atribuir a motivos políticos la decisión del Ministerio. El director general de Medio Natural, Fulgencio Perona, acusa al Ejecutivo central de «castigar» a Murcia «privándonos de las mismas oportunidades que a otras regiones», como si cada comunidad tuviera derecho a contar en su territorio con un parque nacional.
Sin embargo, la realidad es que Sierra Espuña, que en el contexto regional es un espacio natural de gran valor (algo que reconoce el Organismo Autónomo Parques Nacionales), ni siquiera cuenta con Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), ni con Plan de Gestión de Red Natura 2000. Algo así como querer ser doctor honoris causa sin haber terminado la carrera.
Y ocurre también que el espacio natural de la Región más singular y con unos valores ecológicos verdaderamente exclusivos, un enclave único en España y en Europa, el Mar Menor, es ahora mismo un humedal casi muerto por agresiones, negligencias y decisiones erróneas adoptadas íntegramente en la Comunidad Autónoma.
Con estos antecedentes, ¿a alguien le extraña que el Ministerio para la Transición Ecológica descarte a Sierra Espuña como parque nacional?
