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El artista Martínez Cánovas posa en su estudio de la ciudad de Murcia mientras hojea un libro de arte y toros. guillermo carrión / agm
En la belleza plástica de la muerte

En la belleza plástica de la muerte

«Intento ver en los toros lo mismo que observaba Goya, y me remonto a esa época», confiesa el pintor Juan José Martínez Cánovas

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Miércoles, 18 de septiembre 2019, 01:21

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En su estudio, situado en pleno centro de Murcia, hay un traje de luces que Pepín Liria se enfundó en Sevilla, en 2004. El vestido preside un amplio local lleno de pinturas, bocetos y libros de arte y de toros, custodiado por 'Oona', una cariñosa perra que es la guardiana del lugar. En esa confluencia de arte se entremezclan retratos y otras obras más impulsivas y desgarradoras realizadas por Juan José Martínez Cánovas (Murcia, 1980). Y también hay una calavera sobre una mesa. Porque el joven pintor reconoce que la muerte le atrae. ¡Ojo! «No soy un psicópata ni estoy mal de la cabeza. Pero desde pequeño me atrae la belleza de la muerte», advierte. Y es por este motivo por el que el artista se interesó por la tauromaquia y empezó a temprana edad a reflejar lo que sus ojos veían cuando su madre encendía el televisor y se retransmitía una corrida.

Todas sus obras giran en torno a la muerte, y más aún las de toros. En sus diez años como pintor, Martínez Cánovas ha realizado 22 exposiciones individuales -tres taurinas- y otras tantas colectivas. Y es de los artistas que piensan que el mundo del toreo ha tenido una gran influencia en las manifestaciones artísticas. «La muerte y el desamor rondan todas las obras. A mí me atrajo ese romanticismo de la tauromaquia. El animal muere y el torero corre el riesgo de irse para siempre», relata. «Ese ritual es increíble. Cuando voy a una corrida intento percibir lo mismo que interiorizaba Goya en su día. De esa forma revivo otros tiempos, otra sociedad, otro concepto de las cosas».

Eternidad

Al artista murciano le gusta presenciar los rituales únicos, como el momento en el que el matador de toros se enfunda el traje de luces y los callados y eternos minutos en los que los diestros rezan en las capillas que los mismos diestros instalan en los hoteles. «Eso se graba en mi mente y al final consigo captar en mi cabeza lo que quiero reflejar en un cuadro. Luego ya está el sentimiento que cada uno le ponga, pero mi obra taurina se ha centrado siempre en retratos de matadores de toros y en los toros», cuenta. «Me interesa el toro como animal por su morfología y su musculatura. Ese esteticismo me cautiva».

Pero Martínez Cánovas también ejerce de gran observador en la plaza, aunque no lo hace durante la corrida. «Me gusta ver al toro en los corrales y a los toreros cuando se enfundan el capote de paseo en el patio de cuadrillas», confiesa a 'La Verdad' quien ha retratado a diestros como Morante de la Puebla, José Tomás y Javier Conde.

Una cama de 150 años

Martínez Cánovas cree que «el mundo del toro cada vez inspira menos a los artistas porque en la mayoría de ocasiones, en estos tiempos que corren, está muy influenciado por la política. Se ve como algo antiguo y casposo. Pero yo reconozco que me tira mucho todo lo de antaño», explica el pintor, que duerme en una cama de más de 150 años. «¡Fíjate la de personas que habrán muerto en ella!».

Tampoco tiene reparos en hablar de los antitaurinos. Eso sí, con mucho respeto. «La posición de esta gente me parece totalmente respetable, aunque yo no estoy de acuerdo con ese tipo de mentalidad. En el mundo del toro hay más cosas aparte de la muerte y de la tortura. Ahora la mayoría de mentes tienen una posición bastante extrema, y a mí no me gustan las ideas extremistas», sostiene Martínez Cánovas, que se encuentra metido de lleno en su tesis doctoral, en la que trata la muerte en sus propias obras pictóricas.

«También disfruto pintando desnudos, es una manera de reflejar para siempre un momento determinado. La juventud en un cuadro permanecerá para siempre. Esa persona se volverá vieja con el paso de los años y esa juventud quedará para la posteridad», asegura mientras coge con delicadeza una hoja de libreta y, en medio de un silencio sepulcral y ante la atenta mirada de 'Oona', se dispone a plasmar la cabeza de un toro de lidia.

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