Hazaña murciana en el corazón polar

Los expedicionarios tocaron la gloria «tras 29 días de travesía y 430 kilómetros». «Las tormentas árticas les retuvieron tres días en la tienda de campaña. No podían salir ni del saco, para ahorrar calorías, combustible y comida. Y se les rompió la tetera donde derretían nieve para hacer agua, lo que les retrasa dos horas al día», explica el equipo de apoyo del desafío, que apoya la Sociedad Geográfica Española. Con rifles para protegerse de los osos polares y temperaturas mínimas de -26 grados centígrados (sensación térmica de -35), lograron «poco a poco progresar sobre un terreno poco propicio».

En su periplo con esquíes por el corazón del Ártico canadiense, empezaron tirando de unas pulkas o trineos de 120 a 130 kilos, lo que «les dificultó mucho el avance». Pero avanzaron.

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Siguiendo la expedición de John Franklin de 1845, donde desaparecieron los dos barcos y sus 129 tripulantes, Quitín, Trejo y Sechu afrontan el desafío final en su ruta de 630 kilómetros: llegar el 13 de mayo a Gjoa Haven, población inuit en la isla del Rey Guillermo. Algunas jornadas han dormido apenas 5 horas, las fuerzas menguan y tienen «la cara y manos inflamadas por el frío». Quitín, que posó sobre el hielo con las banderas de la Región de Murcia y de Santomera, ha perdido ya 12 kilos, pero solo piensa en llegar: «Un kilo más o menos nos da igual. Ya tendremos tiempo de recuperarlo este verano».