Antonio, yo también te quiero
Las propuestas en diseño y cartelería de Antonio Ballester a comienzos de los años 80 fueron sorprendentes; sus obras merecen una gran exposición retrospectiva
La 'rentrée' cultural ya está aquí con la exposición 'Querido Antonio', un hermoso homenaje al gran artista multidiciplinar que fue Antonio Ballester, que nos dejó ... hace un año, una muestra colectiva que puede verse en el Palacio del Almudí de Murcia hasta el 26 de octubre. Una colectiva que garantiza emociones ante las aportaciones artísticas de sus amigos, basadas en las pinturas, serigrafías y todo tipo de materiales que dejó Antonio en su estudio. Ahí está el alma del gran artista, que nunca dejó de sorprender en sus atrevidas propuestas, bastantes de ellas sublimes, en su particular 'avant la lettre'.
Conocí a Ballester en aquella Murcia que a finales de los 70 trataba de despertar del letargo reiventando su propia 'Movida', en una de aquellas, de las más de mil noches que pasé entre artistas. No recuerdo si fue en el taller de serifrafías 'Junza', de Pepe Albacete, en la calle Barahundillo, en la que se reunían un grupo de artistas inquietos, o en algunas de esas fiestas cuando, a comienzos de los 80, regresaba Alfonso Albacete de Madrid y en algún bar de aquella 'Movida' sonaban David Bowie, Radio Futura, La Mode, Bryan Ferry o Franco Battiato; el estilo de música también era un componente aglutinador en aquellas fiestas de creatividad, de risas. En esas risas también me llega a la memoria el ingenio del interiorista y diseñador grafico Francisco Martínez Almagro, para los amigos 'El Plástico'.
Ballester había nacido y estudiado en París y yo era un afrancesado embebido en las novelas y en aquellas magníficas películas de 'La Nouvelle Vague'. Quizá por eso recuerdo que la primera vez que hablamos, la temática general fue por esos derroteros y el estilo tenía una mezcla de ironías sutliles con alusiones surrealistas. Y siempre la risa de Antonio, en ese tono intenso dejamos el listón muy alto y así lo continuamos, hasta creo que la ultima vez que nos vimos en ArtNueve. De aquellos encuentros también me viene ahora a la mente la elegancia y la risa de su madre, Monique Les Ventes.
Las propuestas en diseño y cartelería de Antonio Ballester a comienzos de los 80 fueron sorprendentes, desde Contraparada 1, con su dibujo 'Cada tonto con su silla'. Tenían ese toque a lo Sex Pistols, obviamente sin ser punky. O sí, ¡cómo no recordar aquel King Kong abrazado a la Catedral de Murcia con aviones sobrevolando de las fiestas de Primavera 1983! Siempre tenía ese punto mordaz, ya en los títulos, así en 'Que no quede ni uno', de cuando se pasaron con una gran tala al ficus de Santo Domingo. Tampoco hay que olvidar ese aspecto reivindicativo. Ballester también participó, junto a Alfonso Albacete, en los famosos 'Murales de San Isidro' en Orihuela de 1976 por la Libertad y la Democracia. En 2013 le volvimos a pedir a a Ballester que restaurara su mural y ahí volvío con sus 'Que vienen lentos los aviones'.
Ballester tenía una enorme generosidad y ese punto de niño, siempre divertido, que aunque no se lo notaras, te veía venir. No todo fueron risas. En una etapa que no logró datar no andábamos muy boyantes y nos encóntrabamos a menudo. Una tarde me dijo, «ahora ya nadie compra cuadros. ¿Cómo pintar cuando no tienes dinero ni para pagar la botella de butano?». En esa etapa quería pintar una serie de desnudos. Me contaba que era difícil, que ya tenía a dos chicas y un chico que era bombero. Quería que participara. Me invitó en distintas ocasiones a que fuera a su estudio y no sabría explicar por qué no fui. También en esa etapa grisacéa nunca faltó la ironía sutil y las despedidas con risa. Obviamente todo esto que escribo es para decirte: Antonio, yo también te quiero.
Y, además, también pienso que tus obras merecen una gran exposición retrospectiva.
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