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Nacho Ruiz y Carolina Parra, fundadores de la galería de arte murciana T20, no son solo distintos, sino antagónicos en muchas cosas. Si tenemos en ... cuenta la clasificación de Nietzsche entre lo apolíneo y lo dionisíaco, dos principios o energías básicas que describen la naturaleza tanto del mundo natural como del humano, «ella sería lo apolíneo (método, claridad, razón, forma y equilibrio) y yo sería lo dionisíaco (éxtasis, fuerza vital y caos)», admite Ruiz en su espacio de la calle Victorio de Murcia, a propósito de 'La galería' (La Fábrica, 2025), el libro en el que cuenta una historia del arte contemporáneo español que es la de su propio desvelo, su empresa, una galería de arte en Murcia, y, al tiempo, la historia, el sueño o la pesadilla de muchos otros artistas que les han acompañado en estos 25 años.
En efecto, «Carolina siempre ha sido muy rigurosa con el trabajo de documentación y archivo, de modo que todo el material estaba disponible para contar nuestra historia. La cuestión principal era cómo construir esa historia, que, una vez que lo tuve claro la escribí compulsivamente en cuestión de días». Ese «pa-pa-pa-pa-pá» del que habla, refiriéndose a que el texto salió de un tirón, define también su manera de relatar: recuerdos que llegan a los lectores como ráfagas. «La memoria es muy peligrosa, y datar anécdotas contadas mil veces en cenas es delicado. ¿Esto fue en ARCO 2005 o 2006? ¿Esto fue en Perú o en México? El 'post scriptum', acabar el libro antes de empezar otro proceso, fue precioso e, incluso, doloroso porque volviendo a leerlo nos daban ganas de llorar muchas veces». El sello editorial La Fábrica, especializado en libros de arte, fotografía, literatura y cultura contemporánea, parecía idóneo para este proyecto. «Surgió todo casi accidentalmente porque mi anterior libro, 'Exilio en la calle mayor' (Tres Fronteras Ediciones, 2023), lo presentamos en Librería La Fábrica, me invitó Nacho Casares, y lo presentó Carlos del Amor, un acto muy bonito. Y en la comida posterior surgió la idea de este libro. Cuando maduramos la idea, le ofrecimos a Nacho y a César Martínez -Useros un texto a modo de primer capítulo, y nos dijeron que sí. Hubo un tiempo de reflexión y de pensar, y luego de escribir, y salió adelante. Tenía que ser La Fábrica por vinculación al arte contemporáneo, por el tipo de libro que era y por el tipo de edición. Ha salido maravilloso también gracias al trabajo de la editora, Camino Brasa. Ha sido exhaustiva hasta el extremo».
Cuándo Nacho Ruiz presentará 'La galería' el 14 de mayo en el Centro Párraga de Murcia, 19 horas.
Edición El libro ha sido editado por La Fábrica, fundada por Alberto Anaut y dirigida por César Martínez-Useros.
–La curiosidad mata al lector en este libro, sobre todo, si vamos al índice onomástico de personas citadas, con muchos aludidos, desde Sorolla, Santiago Ydáñez, Miguel Fructuoso, Sonia Navarro o FOD a Wes Anderson, Cristina Fernández de Kirchner y Hillary Clinton, pasando por Luis Cernuda, El Greco, El Roto, Miguel Ángel Hernández, Rafael Fuster, Pedro Alberto Cruz o Sadam Hussein. Una lista interminable. El mayor número de citas se lo lleva la feria ARCO, citada unas 42 veces.
–ARCO ya era fundamental antes de que existiera T20, Carolina y yo nos íbamos con el bocata en bus a ver la feria, y nos reñían cuando nos pegábamos a las paredes. ARCO era una cosa enorme, no nos podíamos comprar un cuadro, pero sí un catálogo o alguna revista, y un día, de repente, estamos dentro, somos ARCO. Se les habían colado los fans. Los fans habíamos llegado a ser parte de aquello. Profesionalmente era importante porque ARCO es la feria española. El sistema del arte en España es muy centralista, focalizado en Madrid, y la periferia es más frágil económica y culturalmente. Si nosotros queríamos hacer el programa de arte contemporáneo radical que queríamos hacer, el mercado de Murcia no lo podía mantener, hubiéramos tenido que ceder a otras líneas de trabajo que nos apetecían menos, pero que nos garantizaban poder comer y mantenerlo. Empezar en ferias como ARCO, Turín y todas las demás nos permitía ampliar el mercado y defender nuestro trabajo, por eso fue algo crucial.
–Gracias a ARCO, entonces, son hoy lo que son...
–En parte se puede decir así, somos lo que somos gracias a las ferias, pero sobre todo gracias a ARCO, que es nuestra feria. Pero una vez dentro, tú quieres proyectarte fuera porque quien te legitima es tu feria, y aquí en España la feria que nos avala es ARCO. [Una de las cosas que, según Ruiz, sacaron de su primera participación fue el mote: los niños. «Hasta hace poco, y ya teniendo hijos, algunos colegas aún nos llamaban así»].
–En estos 25 años se han hecho mayores, han ido madurando con artistas a los que representan. Y ellos a la inversa también.
–El día 22 de mayo inaugura Sonia Navarro en Alcalá 31, una de las grandes salas del país. Cuando empezábamos nosotros soñábamos con acompañar a nuestros artistas a la inauguración en grandes museos, tipo Reina Sofía, y pensábamos que eso no nos iba a pasar, pero ha acabado pasando. Estamos muy orgullosos de todos los artistas que han pasado por T20, porque ellos han hecho T20, todo lo demás ha venido después. Pienso que hemos tenido suerte.
–Desde Isidoro Valcárcel Medina, el más veterano, a Diego Balazs y Guillermo Velasco, los más jóvenes, hay un gran salto generacional.
–Esto es lo chulo, porque estos críos pueden ser nuestros hijos, y eso tampoco estaba previsto, son cosas que la vida te va trayendo. Hasta ahora hemos hablado todos un idioma común, pero de repente, en algún momento, tú te ves como muy mayor para las siguientes generaciones. Es brutal, porque te renuevas y aprendes, te hablan de artistas que no conoces, sus músicas ya no son nuestras músicas.... nos pone en un plano diferente pero nos enseña mucho.
–Usted tiene 53 años, Carolina está recién llegada a los 50. En este tiempo, ha habido filias y fobias, no todo el mundo sale bien parado: la vida es así. No toda la gente que pasa por nuestras vidas tiene el mismo protagonismo.
–Es que 'La galería' no es un libro de historia del arte. Los historiadores del arte podemos ser muy densos y aburridos, el estilo académico tiene una serie de hipotecas... yo no tenía por qué ser académico con este libro, es más, yo llevo huyendo toda la vida de la academia, la academia corre pero yo corro más. Entonces, el libro tenía que escribirse como si estuviera hablado, igual que una columna en LA VERDAD o un post en Facebook. Nosotros hemos tenido toda la vida una enemiga: la solemnidad. En cuanto a las anécdotas, yo tiendo a eso, a la incorrección, pero en ningún momento se ha hecho este libro para vengarse o para ir contra nadie, se ha sido mucho más elegante de lo que pueda parecer.
–¿Se considera una persona agradecida? En el libro cita a la primera persona que le compró un cuadro, el anticuario murciano Pepe Julián Buigues. Pero vivir este sueño ha costado mucho...
–Yo creo que me he quedado corto dando las gracias, porque en T20 somos lo que somos gracias a la gente. Nos ha ayudado mucho nuestra tierra y, por supuesto, LA VERDAD. No le hemos podido gustar a todo el mundo, ni hemos pretendido gustarle a determinadas personas, pero Murcia nos ha ayudado, Madrid nos ha ayudado, y fuera también. No se dice todas las veces gracias.
–Llegar a ARCO, Turín, Miami, Bogotá... con un proyecto y una cartera de artistas propios, ¿es mucho más de lo imaginado?
–Cuando empezó todo, y es una idea de Carolina, parecía todo tan difícil que, por una parte, sabíamos que íbamos a llegar, pero no sabíamos a dónde. No era una escapada hacia adelante, sino cumplir un sueño indefinido, queríamos ser galeristas, tener una buena galería, sacar adelante a una generación de artistas que nos gustaban... pero no sabíamos cuál era el final del sueño. Ahora tenemos sueños nuevos, y esperemos que la segunda parte sea aún mejor. Es que, por ejemplo, cuando llegamos a Bogotá nos recibe Nadine Ospina, que había sido uno de nuestros artistas icónicos de los 90. Es que con Francesc Torres [último Premio Velázquez] nos pasó igual], pues hizo una exposición que nos marcó en Telefónica y hoy nosotros lo representamos. Entonces, sentimos una alegría enorme si pensamos que nos van a pasar cosas mejores.
–Cita que una de las personas a las que le deben mucho es a Paco Martín, uno de los impulsores de La Mar de Músicas de Cartagena.
–Paco Martín creyó en nosotros antes que mucha gente. Yo digo siempre que José Luis Cegarra es la única persona a la que yo llamo «jefe» porque es la verdad. Nos dieron la oportunidad de hacer un proyecto institucional a gran escala, nos dieron una oportunidad y la aprovechamos. Les debemos mucho. La Mar de Músicas es mucho más que trabajo, porque es como formar parte de algo, de esa Cartagena fascinante que nos encanta. Por ahí han pasado todo tipo de colores. La pandemia fue tremenda, y hubo que pasarla, igual que las crisis. Que hoy Eugenio González Cremades sea director de La Mar de Músicas es una de las grandes bellezas, porque se ha formado con ellos, como nosotros, y tener esa sensación de equipo es necesario.
Dice Nacho Ruiz, autor de 'La galería' (La Fábrica), que lo que ha aportado T20 al sistema del arte español es la construcción de un modelo, «un modelo que se ha imitado con éxito y que ha funcionado porque era un poco diferente a otros modelos». ¿En qué sentido? «Nunca hemos querido limitar T20 a una galería de arte, ni tampoco a un espacio comercial o expositivo. Pensábamos crecer en otros sentidos, creando un contexto y ampliándolo a otros proyectos, como los realizados en Caravaca. Pensamos que podemos aportar más a lo que representa una galería de arte en España».
Tuvo sus más y sus menos, por ejemplo, con Pedro Alberto Cruz, que fue consejero de Cultura del PP en la era Valcárcel. «Pienso que fue una oportunidad perdida: porque hubo dinero y recursos, pero todo fue eventual, todo se quedó en eventos, y no hubo desarrollo posterior. Entonces, todos éramos muy distintos y muy jóvenes. Pienso que hay un libro por escribir de esos años interesantes e intensos por el nivel de politización. La culminación fue la agresión tan desafortunada al consejero, con un trauma físico y humano, y por eso ofrecemos toda nuestra solidaridad y nuestro apoyo. Pero no sé si nos acordamos todos de la división que generó todo aquello en la cultura murciana. Aquella agresión, y cómo se gestionó en los días posteriores, generó heridas en la cultura murciana que no se han resuelto. Todo pudo ser maravilloso, pero, en realidad, no lo fue. En la Región de Murcia somos especialmente sensibles con la autocensura, y puede que a base de autocensurarnos no dejemos escrita la historia política y cultural, y no estemos dejando una lección para el futuro, cuando esa es nuestra obligación como historiadores».
Las relaciones de T20 con todos los consejeros de Cultura y secretarios de la Consejería «han sido peores o mejores, pero tenemos que trabajar para las instituciones y nuestra obligación es llevarnos bien con todos, aunque no todos han tenido la misma capacidad. Me acuerdo, por ejemplo, en lo bueno, de Miguel Ángel Centenero».
«En Murcia solo se ha hablado unánimemente bien de José María Párraga», acepta Ruiz. «¿Sabes por qué? Porque demasiada gente se aprovechó de él. Tanto Carolina como yo hemos defendido posiciones muy fuertes, y las hemos defendido hasta el final. Sin hacer concesiones. Tanto si era por defender a un artista nuestro de un caso de censura, como un proyecto cultural o una identidad. ¿Que se nos ha atacado? Creo que muy poco».
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