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La isla... de verano

Al que se cuele, lo hago picadillo

Jueves, 18 de julio 2024, 01:08

Regreso de Cádiz. Estoy en un atasco. Un atasco de los gordos, de alta gama o primera, como se quiera, de esos en los que ... sabes que vas a tener mucho tiempo de pensar en muchas cosas. Un atasco es un espacio en blanco, tierra de nadie, un parón obligado porque no puedes hacer otra cosa que lo que estás haciendo: joderte y esperar hasta que toque. Por eso, todos nos olvidamos un rato de las cosas que nos enmarañan la azotea y nos centramos en ser como somos. Así, un atasco se convierte en un espejo de nosotros mismos: el manso se apoltrona en el asiento, no como para un rato, sino como si se fuera a quedar a vivir ahí para siempre; el nervioso gesticula y grita tabernariamente como si no estuviera en un coche sentado, sino en la grada de un estadio; al positivo le da por esperar comodonamente mientras se dice que hay cosas peores, y al negativo le da por pensar en que si hubiera salido antes, si hubiera pillado aquel desvío y si no hubiera hecho caso a la voz maquinal de Google Maps...

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