Arde Cartagena

Lo que incendió Cartagena el miércoles por la noche dentro de la vigésima octava edición del Festival La Mar de Músicas fue Arde Bogotá, en una noche épica donde la banda cartagenera jugaba en casa asegurándose una conexión total con las más de 9.000 personas que abarrotaron el puerto.

Me confieso una fan irredenta. Los he visto infinidad de veces en casi todos los formatos, desde 2019 en aquella plaza de Murcia donde no éramos más de 50 personas y ellos insultantemente jóvenes; en sala, en conciertos pandémicos, en grandes festivales, y poniendo a sus pies plazas de toros en territorio hostil. Y en todos sus conciertos hablan bien de su tierra y hacen gala de Cartagena siempre fieles a sus raíces.

Ser de Cartagena es hacer patria de nuestra cultura, es reivindicar nuestro origen y nuestra historia y sentirse orgulloso de ello. Y yo me siento orgullosa de ser de donde soy, pero también de apostar por lo nuestro.

Cada mes de julio, el Festival La Mar de Músicas pone a Cartagena en el mapa durante dos semanas como ciudad diversa, moderna y cosmopolita. Cartagena es mucho más que pontificar en Twitter sobre el asiático y el origen de la marinera. La música es cultura, nos acompaña, nos consuela y nos hace felices. Y es un orgullo ser testigo de la trayectoria meteórica de esta banda nacida en esta tierra hasta ahora yerma para la escena musical, tanto que su éxito actual reconforta y nos da esperanzas de un futuro mejor.

León Gieco dijo que la música es una cosa amplia, sin límites, sin fronteras y sin banderas, y me parece lo más acertado que se puede decir al respecto.