No suelo hablar de política. Pero el mero hecho de no hacerlo ya me parece político. Al final tenía razón mi madre (como siempre), y ... si no hablas, hablan por ti, si no vives, viven por ti, si no te implicas, se implicarán por ti.
No tengo absolutamente nada en contra de la empresa privada.
Pero estoy absolutamente en contra de que los servicios esenciales se hayan vendido a empresas privadas.
Ahora hablamos de incendios como antes de vivienda y más tarde nos tocará la educación, el agua, el gas, la banca, la luz...
Vender los servicios esenciales acarrea muchos efectos negativos, pero hay dos muy importantes. Uno, sin competencia, el mercado privado puede hacer lo que quiera. Dos, sin competencias, los gobiernos no tienen forma de ejercer presión a las empresas privadas.
Por lo tanto, nosotros no tenemos voz, ni voto, ni forma de tener un peso específico en la calle, de poder salir a gritar lo que queremos y de que eso tenga una implicación real en la vida.
Nuestra ciudadanía es virtual, como tantas otras cosas. Y esto, por supuesto, no es casual.
El viejo mantra del adelgazamiento del estado nos lleva directamente aquí.
Es el destino último, ya estamos prácticamente llegando, relájense. Que nadie venga tampoco a explicarme que se vendieron las empresas públicas desde los 80 porque eran deficitarias porque los datos y las mentiras están ahí muy fáciles de ver en internet: se vendían las empresas que generaban dinero por una razón muy sencilla, ¡nadie querría comprar las otras!
Contarle a la gente que es mejor la gestión privada que la pública y llevarse las empresas es como decirle a alguien que su casa la vas a gestionar mejor tú, y que vaya recogiendo que se la quedan. Así fue, que cantaba la Pantoja, queridos míos.
Y como muestra, este botón: yo vengo de una generación que salía a la calle casi todas las semanas por distintos motivos. No conseguimos nada, pero éramos hijos de una generación que consiguió mucho, y que lo consiguió jugándose el tipo en las aceras grises.
Yo, personalmente, no sé cuánto tiempo hace que no salgo a nada. Eso también es política. Y siento que es algo que me han quitado.
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