Mariano Zapata: «He querido siempre ser buena persona. Y muchas veces he salido perjudicado por eso»
«Hables con el agricultor que hables, no hay ninguno que quiera perjudicar al Mar Menor»
Hace casi tres años Mariano Zapata se puso al frente de la Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia ( ... Proexport) y reconoce que los nervios del principio «ya se han pasado». Nacido hace 60 años en El Mirador (San Javier), donde tiene la sede su empresa, Mercagrisa, en el Campo de Cartagena, en realidad, siempre tiene un pie en su patria chica. Vive y trabaja en San Javier, donde sus padres fueron agricultores de pimientos. «Todavía viven, ¡gracias a Dios! Mi padre tiene 94 y mi madre, 87. Están bastante bien, mayores. Tuvimos un 600, y los veranos salíamos los cuatro, mis padres, mi hermana y yo, a bañarnos a La Ribera o a Torre de la Horadada. ¡Qué recuerdos! Voy a verlos a diario, y todos los días mi padre me pregunta por los precios de los pimientos. Le gusta saber si las cosas van bien. Ahora mismo enviamos a toda Europa, a través de Lidl básicamente, y trabajamos en todo el mercado nacional, gracias a cadenas como Mercadona, Dia, Aldi, Carrefour... Los amigos nos envían etiquetas de nuestros pimientos desde Suiza o Finlandia».
–¿Qué tiene el pimiento que no suele faltar en ninguna cocina?
–Es un producto del que estamos muy contentos, ha crecido muchísimo el consumo, un disparate, y en España también. Antes solo se producía aquí un pimiento, de la variedad lamuyo [de gran tamaño, carne gruesa y sabrosa], y ahora se consume ese y el pimiento tricolor, que lo veréis en las cadenas de supermercados, en tres colores, verde, rojo y amarillo. Ese no le está quitando mercado al otro. El grande se usa más para relleno y para asado, y el pequeño para fajitas para los niños.
–Nuevos tiempos y exigencias.
–Con Mercadona llevamos trabajando a nivel nacional unos cinco años, y al principio hicimos una prueba en una tienda para ver cómo funcionaba el pimiento tricolor. Empezamos con dos y luego con cuatro cajas, y ahora calculamos que estamos cargando diariamente para Mercadona aproximadamente sobre 20.000 kilos diarios, y hay más proveedores que trabajan con ellos.
«Hables con el agricultor que hables, no hay ninguno que quiera perjudicar al Mar Menor»
–¿Hubo algún momento en que pensó dedicarse a otra cosa?
–Yo estaba estudiando, fui al colegio del Mirador, y mis padres querían que yo estudiara, pero no era demasiado buen estudiante. Me apuntaron en el Politécnico de Murcia, y ahí estuve tres años, y no acababa de encajar. Hice la mili voluntario en Santiago de la Ribera, y el verano antes, estuve trabajando en una empresa, ayudando en la venta, apuntando, pesando en la báscula, y aquello me enganchó. Y me gustó aquello, hasta el punto de que después de mili me llamaron para trabajar y estuve 18 años ahí, y terminé de director comercial. Por circunstancias me salí y monté mi empresa, con cuatro socios más, y la verdad es que llevamos 23 años muy bien, y creciendo.
–En todos estos años habrá tenido que desarrollar nuevas habilidades para la negociación. Ahora, por ejemplo, al frente de Proexport, ¿qué importa más?
–La verdad es que siempre he sido una persona que me he ido adaptando, según han ido transcurriendo las cosas. No he tenido mucha dificultad de adaptación. Pero desde que soy presidente de Proexport, en estos dos años y medio me he quedado bastante sorprendido de la cantidad de reuniones que tienes que hacer y de la vida social, en algunas aprendes y de otras sales un poco desilusionado. Ahora estoy en la nueva ejecutiva de la CROEM con Miguel López Abad de presidente, y tener a tu lado a grandes empresarios te hace ver las cosas desde otro punto de vista. A nivel político, creo que Proexport está bien catalogada porque somos casi un centenar de asociados, con una facturación muy grande y empresas con plantillas de más de 1.000 trabajadores. Cuando llegas a las reuniones, ya sea con los consejeros, ya sea con el presidente López Miras, hay que mantener el equilibrio. Descolgar el teléfono y poder hablar con López Miras en cualquier momento es también de agradecer. O con cualquier consejero del Gobierno de la Comunidad Autónoma.
Amigos de toda la vida
–¿La mirada limpia del niño que fue se ha ido enturbiando con el paso del tiempo? ¿Qué queda de aquel tiempo de la inocencia?
–Yo he querido ser siempre buena persona. Creo que muchas veces he salido perjudicado por eso, pero siempre he preferido fastidiarme yo a fastidiar a los demás. Prefiero pedir algo para otra persona en lugar de pedirla para mí. Mi infancia en El Mirador fue muy normal. Los fines de semana me iba con mis padres al campo a trabajar, sigo conservando los amigos de toda la vida, aunque también tengo nuevos amigos. El Mirador siempre me ha atraído mucho, no pierdo el contacto con este lugar nunca, y cuando era más joven estaba metido en las comisiones de fiestas y en el fútbol, que me ha gustado mucho. Aparte de jugar al fútbol sala. Estuve algunos años en la directiva del equipo de fútbol con Paco Villaescusa en la presidencia [de la AD Mar Menor]. Procuro tener la mirada limpia de aquel niño, sin dejar de vivir nuevas cosas, lógicamente.
«Hay elecciones para el próximo junio de 2025, y no sé lo que ocurrirá ni lo que haré todavía, si seguiré o si al final diré: que entre otro. Ya veremos, voy a pensarlo estos meses»
–¿Cómo celebró la victoria de España en la reciente Eurocopa?
–En un pub de San Javier donde había muchísimos amigos, solemos coincidir en estas celebraciones, y se vinieron también una de mis hijas, y mi mujer. Tengo dos hijas maravillosas, una de 24 y otra de 20.
Un cambio en los jóvenes
–¿Cómo ve el futuro que espera a las nuevas generaciones?
–Yo tengo un problema. Soy demasiado exigente, me gusta hablar claro, y exploto y suelto las cosas, y no me quedo con nada dentro. Veo que hay un cambio, a la gente joven de antes pienso que le gustaba más aprender, el crecimiento, la obligación de ir a trabajar, de empezar desde becario hasta ascender en una empresa. Hoy veo que no hay tanta ilusión de la juventud en aprender, estando probablemente más preparados que en nuestra época. Me preocupa la comodidad alrededor, creo que no es buena. A nivel de empresa, yo quiero empujar a la gente para que crezca, y pienso que estar rodeado de gente que sabe más que tú es positivo, siempre podrás aprender.
En tragos cortos
-
Un sitio para tapear El Venezuela, en Lo Pagán. Un clásico, y el dueño, un muy buen amigo.
-
Una canción Cualquiera de Joaquín Sabina.
-
Un libro para el verano 'La maldición de la Casa Grande' de Juan Ramón Lucas, inspirado en la historia de Miguel Zapata Sáez, Tío Lobo, que nació en El Mirador e hizo fortuna con las minas en La Unión. Me gustan los libros con base real.
-
¿Qué consejo daría? Sé feliz sin hacer daño a los demás.
-
Un aroma que recuerde Menta.
-
¿Con quién no cenaría jamás? Cenaría casi con cualquiera.
-
¿Quién dejó de caerle mal? Probablemente hay gente que te caía mal y cambias tu opinión al conocerlo más profundamente.
-
¿Le gustaría ser invisible? No. Aunque tendría curiosidad.
-
¿Qué le gustaría ser de mayor Me gustaría llegar a mayor siendo lo que soy hasta ahora.
-
¿Tiene enemigos? Supongo que sí, alguno siempre se tiene, aunque uno nunca lo sepa.
-
¿Qué es lo que más detesta? La envidia y la injusticia.
-
Un baño ideal En Formentera.
–¿Le gusta ponerse el mandil de chef?
–Sí, y comer bien. Me gusta estar en casa con amigos, y con la familia, y hacer de comer, una paella, por ejemplo. La familia y los amigos son dos de los valores más importantes que tenemos, y yo procuro no perderlos.
–¿Cuál es la mayor preocupación que siente alrededor?
–En mi sector, y, concretamente en la zona donde yo estoy, en el Campo de Cartagena, hay un problema con la falta de agua, la inseguridad, no saber de qué agua dispones, ni de qué precio ni de qué calidad. Por culpa de las crisis medioambientales, la Ley del Mar Menor está afectando muchísimo al sector agrícola; el agricultor está dando una lección porque todos los deberes que nos han ido poniendo los hemos ido cumpliendo a base de dinero y de un esfuerzo muy grande. Porque cumplir la Ley del Mar Menor requiere una documentación importante, y muchos técnicos alrededor, y cambios en los tratamientos de las plantas para adaptarse a otros sistemas. Además de inversiones grandes.
–El cambio generacional no está asegurado en el sector agrícola por ahora.
–Esto también nos preocupa. Porque los hijos de los que están ahora de agricultores no tienen ese cariño especial por seguir con la empresa de sus padres. Creo que el Campo de Cartagena y el Mar Menor es una zona privilegiada a nivel agrícola. Por el clima, por la tierra que tenemos y, cuando tenemos, por el agua de calidad. Eso no puede perderse, hables con el agricultor que hables no hay ninguno que quiera perjudicar al Mar Menor, y todos queremos que esté en perfecto estado, y creemos que hay soluciones para el Mar Menor. A mí me preocupa que no se pongan de acuerdo los políticos para solucionar el problema. Todos saben que hay que sacar agua del acuífero, y ese agua readaptarla para la agricultura, con la tecnificación que sea, para que esa agua sea buena para la agricultura y no entre al Mar Menor. Creo que parte de la solución la tiene la propia agricultura.
«La familia y los amigos son dos de los valores más importantes que tenemos»
–Soluciones mágicas no hay.
–Hay soluciones que no vemos tan claras. Y seguimos teniendo preocupaciones dentro del sector, como, por ejemplo, que con la cantidad de normativas y protocolos que nos aplican, tenemos una en la que ha hecho muy hincapié el Ministerio de Agricultura de España, que es la desinfección de suelos para invernaderos. En el caso del pimiento nos han quitado un mes y medio de producción, y eso es un disparate. Nos han prohibido desinfectar con química, y entonces tenemos que hacerlo con desinfección solar, que hay que hacerla en agosto, que es cuando más pega. Que nos quiten un mes de producción, nos hace daño. Y en Italia y en Portugal está permitido. ¿Por qué? No nos lo explicamos. Europa deja vía libre para que en cada estado se haga como diga cada país. En Extremadura lo han autorizado para el tabaco.
En barco a Formentera
–¿Qué hará este verano?
–Antes me iba cuatro meses a mi casa de Campoamor, ahora ya nos vamos menos, mis hijas ya se han hecho más mayores y tienen a las amigas más repartidas. Los domingos siempre salgo con amigos que tienen barco para dar un paseo por el mar Mediterráneo, y siempre hago algún viaje en verano. Llevo tres años yendo a Formentera, voy una semana con unos amigos; es una isla con mucho campo y playas hermosas, y esto me gusta realmente. Y seguro que alguna noche también iré al Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier.
–¿Qué relación guarda con su predecesor en el cargo, Juan Marín, que fue presidente de Proexport entre 2009 y 2021 [y es actualmente presidente de la Comunidad de Regantes de Lorca]?
–Muy buena, somos amigos desde hace más de 20 años, siempre lo he apreciado mucho, y lo he admirado porque ha trabajado familiarmente, en unión con sus hermanos, y esto es nuestro sector me parece muy importante.
–¿Cuánto tiempo quiere seguir como presidente de Proexport?
–Lo que más me está quemando es el tema de los actos sociales. Porque todas las semanas tienes algo, si quieres. Y la empresa no puedes abandonarla. Hay elecciones para el próximo junio de 2025, y no sé lo que ocurrirá ni lo que haré todavía, si seguiré o si al final diré: que entre otro. Yo he tenido suerte, porque dentro de los asociados no he tenido problemas y cuento con apoyo de la gente. Ya veremos, lo pensaré estos meses.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión